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Dicen que nadie tropieza con la misma piedra dos veces en su sano juicio.

Y tienen razón, yo lo hago intencionalmente.

Después de aquella experiencia extraña donde me quedé aturdido por muchas horas e incluso días, supe que después de eso mi vida no era normal.

No sé cómo puede definirse la palabra normal, pero sin duda mi vida no lo era más.

Al inicio hice lo que cualquier persona normal haría, cosas como buscar en Internet, investigar en libros y más que nada informarme de algún hecho extraño que ocurriera en aquel lugar.

Pero no había nada más que simples leyendas que parecían sacadas de un libro de ficción, o eso es lo que pensé hasta que vi por primera vez aquella noticia que no sabía como catalogar.

Una noticia de primera plana en uno de los periódicos más importantes del país me dio un nuevo sentimiento que no sabía como describir.

En la esquina superior derecha estaba la foto de aquella persona que me había citado a aquella ciudad, pero al lado de la foto de aquel conocido rostro se encontraban un par de letras rojas que decían: "Como causa desconocida se cataloga la muerte del ciudadano encontrado muerto cerca del parque..."

Muerto.

¿Estaba muerto?

Omití muchos más detalles y me fui directo a la información que se brindaba de aquella persona que nunca llegué a conocer más que por chats.

Para mí sorpresa, la verdad se destapó ante mis ojos con un cuadro de texto que decía: "el ahora occiso fue acusado en varias ocasiones por el delito de tráfico de personas, pero se mantenía prófugo de la justicia hasta esa fecha"

Abrí mi boca ante el descubrimiento y cerré la laptop sin la intención de volver a ver la cara de ese tipo ni en fotografías.

Y sé que a estas alturas cualquiera hubiera llorado dando gracias al cielo de que estaba a salvo y que fue rescatado de las garras de un delincuente.

Pero a mi no me importaba, lo que me importaba ahora era saber quien me había salvado.

Así que estaba claro, iba a tropezar una segunda vez y sería muy intencional.

Me levanté corriendo, tomé una mochila y apenas puse adentro algunas cosas necesarias, tomé algo de dinero y salí corriendo rumbo a la estación de buses.

No sin antes asegurarme de usar lentes de contacto esta vez, no quería tener que perderme algún detalle de lo que ocurriera.

Subí al último autobús que iba hacia aquel lugar y pese a que mis manos estaban casi congeladas de miedo y mis piernas temblaban, mi corazón estaba totalmente frenético, lleno de adrenalina por alguna razón.

El tiempo del viaje se me hizo como una eternidad y aunque recibí algún par de miradas extrañas de las pocas personas que iban en el autobús, me bajé casi corriendo.

Seguramente se quedaron pensando que yo era algún tipo de delincuente, urgido por ir a cometer mis delitos.

Pero no había tal delito.

Lo único que quería era llegar a ese maldito parque estaba al otro lado de la calle, así que aprovechando que no habían muchos autos circulando me crucé la calle bajando un poco la velocidad de mis pasos a medida que me acercaba allí.

Quería verlo, tenía que verlo.

Ingresé intentando recordar exactamente el lugar en el que estuve la semana anterior, pero desgraciadamente no presté suficiente atención al entrar y no supe cuándo salí, así que no recordaba nada.

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