22.

1.2K 259 84
                                    

Era medianoche cuando desperté. Lo supe porque podía escuchar el pequeño toque cambiante del reloj tradicional que Wonho tenía en aquella habitación. Lo primero que pude percibir fue aroma delicioso que me dio hambre pero que al mismo tiempo me revolvió el estómago y quise devolver lo poco que había probado en las últimas horas.

Pese a mi poca fuerza me levanté con prisas de la cama, me fui al cuarto de baño apoyado de la pared y cuando por fin llegué al inodoro, no pude expulsar nada. Odiaba aquella sensación de esforzar al máximo mi abdomen para nada pero no podía evitarlo.

Mi cabeza comenzó a doler como nunca antes, era tan fuerte el dolor que incluso podía escuchar un fuerte zumbido dentro de mi cabeza que me obligó a cerrar los ojos y a llevar mis manos a ellos, como si aquello pudiera hacer una diferencia.

— No... No... —susurré intentando recuperar la postura— ¿Qué me está pasando?

Me puse de pie con dificultad y busqué el interruptor de la luz para poder ver algo aunque no supiera en qué podría ayudar aquello, pero mi visión no colaboraba. No traía mis lentes puestos, pero aún así mi visión era peor de lo que recordaba y eso solo significaba una cosa; mi enfermedad estaba haciendo su aparición.

Sentí una nueva arcada pero nada salía de mi, aunque por algún motivo podía sentir un profundo sabor a sangre en mi boca, no es que me molestara pero me parecía extraño.

No podía estar de pie por mucho tiempo, no miraba absolutamente y todo lo que quería era volver a la habitación para hacer algo por mi o si acaso pedir ayuda, entonces me fui gateando por el suelo con dificultad, palpando con mis manos en ausencia de mi vista hasta llegar a la cama, pero justo cuando me puse de pie con mis temblorosas piernas, un agudo dolor se posó en mi corazón.

Intenté gritar pero mi voz no salió. Me habían informado que en algún momento mi enfermedad podría llegar a causar un tipo de angor en mi pecho, un dolor insoportable que debía ser tratado por médicos profesionales a tiempo porque significaba un problema grave, pero aquello era extraño y diferente a lo que habían mencionado.

Dolía, más bien ardía como el infierno, la respiración se me cortaba y podía sentir que aquello fluía hacia mi cabeza dándome una sensación contradictoria que traducía como euforia.

¿Acaso era posible estar muriendo y estar eufórico al mismo tiempo? No lo sabía pero parecía que sí.

Mi cuerpo comenzó a tener escalofríos severos y aunque sentía claramente que mi cuerpo parecía arder en llamas, poco a poco el dolor fue cesando, siendo reemplazado por una euforia indescriptible en todo mi cuerpo que no podía explicar.

— ¡Hyungwon! —gritó Wonho a mi lado después de llegar a la habitación por culpa de los sonidos que yo emitía— ¡¿Qué pasa?!

Sentí sus brazos recogerme como una pluma y sentarme sobre su regazo después de que él tomara asiento en la cama. Mi respiración era irregular, aún no podía ver claramente pero por alguna razón lograba ver algo, aunque fuera borroso, pero su tacto me quemaba por alguna razón y me extrañó porque su piel siempre había estado más fría que la mía.

Después de todo él era un vampiro.

— Quema... —susurré con dificultad apartando su mano de mi brazo— me estas quemando...

No podía verlo bien pero no hacía falta para saber que mi comentario lo había afligido. Entonces su mano se posó en mi rostro y me provocó una corriente que hizo que mi cuerpo entero se estremeciera.

— Tu temperatura está muy alta, debo llamar a mi madre... —indicó rápidamente buscando recogerme de ahí para llevarme al lugar en el que debía estar pero yo no podía explicar lo que sentía o por qué todavía seguía sintiendo el cosquilleo de su mano en mi rostro.

¿Desde cuando era capaz de sentir tan intensamente?

Tan pronto como me hice aquella pregunta, una calurosa película de recuerdos comenzó a reproducirse en mi memoria con una claridad irrepetible. Me miré a mí mismo siendo aprisionado contra una de las paredes de mi habitación por parte de aquel vampiro, mis sábanas manchadas con varios de mis propios fluidos y mis manos acariciando un deseable cuerpo ajeno que estaba junto a mí en esos momentos.

¿Por qué tenía que pensar en algo como eso?

— No... —siseé llamando su atención y seguramente confundiendolo— estoy bien.

Aún con lo poco que miraba, distinguí su rostro entre la poca luz y acuné sus mejillas para que me viera, entonces le sonreí sin poder de respirar agitadamente.

— No, no lo estas... —aseguró— es mejor que ahora...

— Solo besame... —susurré acercándome peligrosamente a él— besame mucho y acaba con esto que me está quemando...

Me acerqué de nuevo a él, buscando sus labios por alguna razón y sin poder controlarme como quisiera, pero se apartó de mi.

— Lo mejor es que un médico te revise... —respondió con un tinte de tristeza en su voz y se puso de pie sosteniendome en sus brazos.

Pero estaba cansado de aquello. De no tenerlo, de alejarme de él y no iba a permitir que estando tan cerca suyo, se me negara incluso aquella posibilidad de un beso.

Mi yo egoísta explotó después de haber estado guardado por bastante tiempo y me solté de su agarre, o más bien lo obligué a que me dejara sobre la cama.

— No quiero ir a ningún sitio, quiero que me beses. —recalqué, esta vez alcanzando mis lentes de la mesa de noche y sintiendo el fuego quemarme desde dentro— no insistas más.

Él suspiró.

— Juré que no te haría daño de nuevo, sé lo que estás pensando y no lo haré. —regañó con firmeza— tu absurda cabecita quiere besarme, que hagamos el amor y que al final igual que en las otras ocasiones, te dañe. —gruñó— deja de ser un jodido masoquista, tu cuerpo no soportaría ni la primera fase de tu plan.

Solté una risita en medio de mi agitada respiración.

— Creo que ese ha sido tu problema desde siempre. —respondí desafiante— Siempre has creído que el más débil soy yo por no ser un jodido vampiro, pero te recuerdo que te he salvado la vida no una, sino dos veces y si no fuera por mi y por mi sangre probablemente no lo hubieras soportado. —me levanté con dificultad y me arrodillé en la cama para quedar a su altura y a escasos centímetros de su rostro— lamento que no te guste saberlo Wonho, pero contigo o sin ti, estoy muriendo igualmente. Mírame... —le ordené cuando miró al suelo con tristeza— no es tu culpa y aunque parezca algo demasiado arriesgado y tóxico, nos necesitamos mutuamente. Tú necesitas mi sangre y yo necesito dártela, pues ahora te estoy pidiendo que la tomes porque me está matando. ¿Es eso lo que quieres?

El calor en mi cuerpo seguía quemando, pero no imaginé que la intensidad de aquel fuego aumentara tanto al sentir al vampiro aprisionar mi cuerpo contra la cama mientras besaba mis carnosos labios con la  intensidad que lo hizo.

Y si así era el infierno,
pecaría con más gusto.

Blood Donde viven las historias. Descúbrelo ahora