«PRIMER LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA»
Sophie es una dulce e inocente chica a la que su novio no valora, le es infiel con cada mujer que le pase por el frente sin importarle el daño que le causa a ella. Chiara, su mejor amiga, cansada de verla...
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El ruido que deja la puerta de mi habitación al abrirse me despierta de inmediato, mi cuerpo cruje al estirarme en la cama, y una pequeña sonrisa brilla en mis labios al oír a mi padre decir:
—Buenos días, mi pequeña Sop.
Sin quererlo, abro los ojos, y mi sonrisa se ensancha al verlo con una bandeja repleta de comida en sus manos, es un consentidor, y luego, me fijo en algo que no estaba horas antes cuando llegué de la fiesta, el ramo de rosas y mi bolso de ballet, al parecer mamá ha cumplido más pronto de lo que creí, dentro de un rato le enviaré un mensaje dándole las gracias.
—Buenos días, papá —murmuro, y mi voz sale ronca.
—¡Ups! La fiesta estuvo buena —me dice, sentándose en la cama. Yo asiento divertida y él sonríe —Me alegro mucho, pero ahora le traje el desayuno a mi bailarina favorita.
—Gracias —Me incorporo y le doy un beso en la mejilla —No debiste haberte molestado, ya no soy una niña.
Papá aparta un despeinado mechón de cabello de mi cara y al cruzar miradas, me fijo en el bonito brillo que baila en sus ojos marrones, sonrío para él haciendo que me devuelva el gesto.
—Mientras estés aquí, voy a atenderte y tratarte como mi niña, siempre vas a ser mi niña —Deja la bandeja sobre mis muslos mientras continua hablando —Además, el desayuno es para los dos, porque tenemos cosas de adultos que tratar.
—¿Sí? ¿Y qué será? —le respondo animada. Tomo un minicruasán relleno de nutella y le pego un mordisco.
—Tu madre —dice, después de picar un cruasán también —Me ha llamado eufórica para contarme que le has hablado, y a las siete en punto han llegado tus cosas —Hace una pausa para que ambos tomemos un sorbo del delicioso capuchino que ha preparado —Estoy orgulloso de ti, Sophie, recuperar la relación con tu madre es la mejor decisión que has podido tomar.
Asiento, lo sé, me siento mucho mejor ahora que la he visto, como si me hubiese quitado un enorme peso de mis hombros, estoy más relajada..., más feliz, y sé que con mis padres sucede exactamente lo mismo. Entre cruasanes rellenos de nutella y mermelada de fresas, capuchinos, y zumos de naranja para ambos, le cuento todo, e incluso mis planes de pasar unos días con ella después que finalice el carnaval.
—Me hace muy feliz que te arregles con tu madre, ambas se lo merecen —Asiento de nuevo y mi padre me mira extraño, se rasca un poco la barba como si estuviese midiéndose, ¿qué pasará? —Sophie...
