«PRIMER LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA»
Sophie es una dulce e inocente chica a la que su novio no valora, le es infiel con cada mujer que le pase por el frente sin importarle el daño que le causa a ella. Chiara, su mejor amiga, cansada de verla...
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—Deberías descansar —murmura mi padre tras comerse un bocado de rosquilla como desayuno —Si Johanne ha decido darte los días libres es por algo.
Asiento, casi atragantándome con un bocado de mi desayuno, tomo un sorbo de mi café y le sonrío. No puedo descansar ni aunque quisiera, no soy de ese tipo de personas que pueden pasar todo el día en la cama, yo necesito estar activa, y mejor para mí si es bailando, además, estando en la cama solo me limito a pensar, cosa que no es tan mala hasta que mis pensamientos solo se dirigen a cierto enmascarado y su posible relación con mi madre.
—Mientras los buenos descansan, los mejores seguimos practicando —le digo divertida haciéndole sonreír.
—Lo mismo decía tu madre, nunca paraba de bailar —Sonrío pensando en mamá —¿Para cuándo has quedado con ella?
—Lunes al medio día, en la noche hará una cena con su nueva familia en honor a mí —le comento, y justo en ese momento caigo en cuenta de algo grande —Oye, papá, ¿tú conoces al novio de mi madre?
Su mirada recae sobre mí con velocidad, expresando así su confusión ante mi pregunta, la verdad es que nunca me había interesado demasiado en él, pero dada las circunstancias, ahora ansío saberlo todo sobre ese señor, y sus círculos.
—No, Sop, solo sé que es un tipo más joven que yo, nada más —Asiento, queriendo preguntar de cuánto es esa diferencia, si hay una posibilidad de que se asemeje a la mía, pero eso ya sería demasiado sospechoso.
—¿Y sabes si tiene hijos? —pregunto, quisiera acotar específicamente varones, pero me lo callo.
El ceño de mi padre se frunce mientras me analiza, no ha de ser normal mi interrogatorio, pero por mi equilibrio mental necesito hacerlo.
—Creo que tu madre me comentó una vez sobre un hijo que tiene, creo que de tu edad o poco más —responde y por su mirada, sé que está seguro de lo que dice —¿A qué viene todo esto, Sophie Berruti?
¡Oh, oh! Me ha llamado por el nombre y el apellido. Abro mi boca y se me escapa un estúpido balbuceo que me delata como una cría de quince, y trato de arreglarlo todo regalándole una tímida sonrisa.
—A nada, en realidad solo tengo curiosidad por conocer la nueva familia de mamá —Mi padre asiente no muy convencido —¿Sabes si tienen algún otro familiar? ¿Un hermano? ¿Un sobrino? ¿Un primo? ¿Alguien?
—No sé nada más, tampoco es que llamo a tu madre a diario para que me cuente todo de su nueva pareja, ¿por quién me tomas? ¿un masoquista?
Ambos nos reímos ante su intento de hablarme con duras palabras, pero reconozco que me he pasado, seguramente papá ni se imagina en el potente lío en el que estoy casi metida, pero yo si puedo suponer lo molesto e incomodo que debe resultar para él mis preguntas. Estoy indagando nada más y nada menos, sobre el hombre por el cual mi madre lo ha dejado.
