Epílogo

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Café Whiteboard.
Union Square
3:30 pm.

Volvió a leer el mensaje tratando de entender, pero lo más asombroso del mensaje no era el mensaje en sí mismo sino la persona que lo envió.

Inglaterra.

Había pasado mucho tiempo sin que se hablaran y ahora de repente la nación inglesa solicitaba su presencia en una cafetería a las 3:30pm.
¿Porqué?

Había intentado hablarle durante mucho tiempo pero Inglaterra solo se limitaba a lo agendado en sus reuniones y por si fuera poco sus "hermanos" se la pasan a su lado como si fueran sus guardaespaldas. Tal vez, Irlanda del norte y Gales eran medianamente fáciles de distraer pero Escocia era imposible. Jamás dejaba a Inglaterra solo y la nación ni siquiera miraba hacia él.

¿Hace cuanto que no lo veía de cerca?

¿Veinticinco años, treinta tal vez? Luego de haber desaparecido de un día para otro reapareció meses después tan estoico como siempre, llevando guantes negros en las manos y unos lentes de marco grueso con cristales que apagaban el brillo natural de sus ojos verdes.

Tenía curiosidad de saber de él.

¿Qué hizo durante todo ese tiempo?
¿Porque desapareció de repente?
¿Porque sus hermanos parecían ser un escudo entre ellos?
Necesitaba respuestas, tal vez podría obtenerlas.

Allí estaré.

Respondió sin dudarlo.

Dejó su celular en la mesa y busco algo para distraerse. Sus ojos se desviaron en un libro, uno con la carátula gastada y las hojas dobladas.

"Relatos cortos de Irlanda "

Fue el último libro que Arthur leyó.
Sin pensarlo mucho lo tomó sorteando entre las páginas hasta que un sobre cayó al suelo. Dejó el libro a un lado y lo recogió mirando de inmediato su nombre escrito con la hermosa caligrafía de Arthur. Pasó sus dedos sobre ella.

"Ábrelo solo cuando tu corazón sonría con mi recuerdo y las lágrimas de dolor al fin se hallan extinguido"

Esas fueron las instrucciones de Arthur y recuerda que en ese entonces pasó semanas mirando aquel sobre entre sus dedos sin poder abrirlo. Las ansias le ganaban y decidió que lo mejor sería guardarlo lejos de su vista. El libro fue lo primero que vio en ese momento así que rápidamente guardó la carta con cuidado entre las hojas.

El tiempo pasó sumergido entre su dolor y tristeza que olvido la existencia de aquella carta.
Hasta ahora.

Han pasado ya 45 años desde su muerte.
No puede contar los años que pasó llorando. Son demasiados.
Tampoco puede contar cuánto tiempo a pasado desde que dejó de llorar.
Pero...

¿Estoy listo?

Pensó y cerró los ojos analizándose a sí mismo enfocándose en el recuerdo de Arthur.
Su sonrisa, sus ojos, el suave toque de sus manos, su hermosa voz.
Años atrás lloraba en la oscuridad de solo pensar en ello. Pero ahora...
Una sonrisa se plasmó en su rostro, llenó su pecho de paz y si bien el dolor de no tenerlo a su lado estaba presente, la felicidad de lo vivido y las memorias en su corazón eran más fuertes.

Lo extrañaba, pero se sentía infinitamente agradecido de lo que vivió y podía sonreír con cada memoria.

Si, ya estaba listo.
En realidad lo había estado años atrás.

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