Matrimonio

101 11 1
                                    

Resumen

—Para el matrimonio hay que saber matemáticas: suma cansancio, resta alegría, multiplica gastos y divide opiniones —dijo Conrad mostrando su ya tatuada sonrisa.

"Muy cierto", corroboro Yuuri en su interior, y no pensó que podría cambiar de opinión.



Capitulo único

Yuuri tenía la cabeza firmemente recostada sobre la palma de su mano izquierda, que apoyaba con el codo sobre el escritorio, en un intento casi fallido por no dejarla caer de forma sínica, demostrando su estado de aburrimiento total.

Gunter llevaba horas con aquella clase de etiqueta protocolar que a él realmente le venía valiendo un soberano pepino.

Estaba por el decimo bostezo disimulado y la clase muy seguramente no tardaría en terminar, claro, porque la cena tenía que ser una buena escusa para dejar el tema zanjado. Intento despabilarse, de esa manera no ofendería al instructor, cuyo mayor deseo era que el imberbe rey, ya no tanto pues ahora estaba entrando a sus veinticuatro, no cometiera ningún desastroso error en la cena-reunión de pasado mañana.

El consejero dio un suspiro agotado y al mismo tiempo satisfecho, dándose la vuelta para poder mirar al soberano cuando preguntara por las dudas. Yuuri obviamente negó raudo como el rayo.

—Me alegra saber que todo está en orden. Porque entonces, eso quiere decir que ha entendido su posición. Así que la ceremonia de pasado mañana será todo un éxito.

Yuuri palideció, recordaba perfectamente que todos representantes de los países con quienes ahora tenían alianza política o comercial, vendrían al castillo. Gwenldal se encargó de comunicárselo temprano en la mañana, y cuando él pregunto el motivo, su regente simplemente resoplo, al parecer algo incomodo, para posteriormente cederle el honor al tutor de responder su pregunta.

El problema radicaba, en que su tutor en lugar de ir directamente al grano se desvió con quien sabe que tantas cuestiones en torno a la etiqueta y las buenas costumbres, pues un repaso rápido de los años de instrucción fue lo que, al parecer, consideró la mejor respuesta. Por ende, el pelinegro no había sacado nada en claro, en primera porque no puso para nada atención y segundo, porque no entendió ni "j", y eso que era solo un repaso.

Greta entro cual tifón a la estancia, en sus manos llevaba un vestido suntuoso, digno de una reina. La chica con ahora dieciséis años, con sonrisa sincera le pregunto si le gustaba el atuendo que usaría para la cena. Yuuri no era de la idea de exagerar, y sin duda ese vestido era una exageración, pero viendo a su linda hija tan contenta, creyó que lo más conveniente era contestar con una afirmación, y por supuesto que la amenaza de su rubio prometido no tenía nada que ver, aunque las palabras aun resonaban en su cabeza.

¡Si vuelves a hacer llorar a Greta, te castro!

Y Yuuri no estaba dispuesto a averiguar si el príncipe mazoku la cumpliría, aunque lo más seguro era que sí.

Bueno, tampoco creyó que decirle, a la para entonces Greta de catorce años, que debía moderar su forma de comer, se convertiría en todo un melodrama. Por qué solo fue un comentario no una crítica a su peso que fue como lo tomo Greta. Y más tardo en salir llorando la niña del comedor, que en que su iracundo y endemoniado padre rubio le salto encima siseando tal amenaza, luego corrió detrás de su hija.

Yuuri suspiro volviendo al presente y sonrió al contestar que se vería bellísima. La chica dio un saltito de júbilo y corrió en dirección a la puerta, gritando que no podía espera a mostrárselo a Wolfram.

MatrimonioWhere stories live. Discover now