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Yoongi se recostó contra su pupitre, inflando sus mejillas y frunciendo el ceño, mostrando su furia y tristeza de ésta forma.

<<No creo sobrevivir>>

-¡Min! - El maestro de literatura gritó el apellido de su alumno cuando le vio en su asiento, claramente no estando poniendo la atención que se debía a su clase. - ¡ponga atención! - Le ordenó desde delante del pizarrón, donde se encontraba escribiendo el tema de la clase del día.

-Maestro... - Yoongi se enderezó en su lugar, su mirada vacía, su rostro melancólico y el como el cielo se nublo cuando el joven volteó a mirar a su maestro, hizo al hombre retroceder unos pasos, asombrado por el aura que se formó. - ¿alguna vez se ha enamorado? - Le vio directo a los ojos, poniendo nervioso al maestro.

-¿Qué cosas dice, Min? - El hombre le miró con confusión, ocultando su nerviosismo por la extraña pregunta que le hacía su alumno.

-Es sólo... - Cerró sus ojos un momento, tomando aire profundamente. El maestro fue presente del rostro de Min Yoongi entonces, con sus ojos cerrados, esa expresión de paz en su rostro, que iba a la perfección con el cielo grisáceo fueron la causa de que las piernas del maestro comenzarán a temblar. Su corazon latió con rapidez de pronto. Se sentía como cuando era un adolescente otra vez. - es algo que ha estado rondando en mi cabeza todo el día, maestro. El amor.

-Entiendo - Tosió para disimular el que su voz haya salido inestable al principio. ¿Qué eran esas emociones que dominaban su cuerpo de anciano? No lo sabía. -, pero eso que tiene que ver con la cla--

-Maestro, ¿qué hago cuando el amor de mi vida ya no está?

El señor de casi 50 años llevó una de sus manos a su pecho, agarrando con fuerza la tela al ver la sonrisa melancólica y los ojos llenos de dolor de Yoongi, quien derramó una lágrima cuando sus ojos fueron a los de su maestro. Tragó saliva duramente, un calor subiendo a sus mejillas y sudor bajando por una de sus sienes era lo que esa expresión desolada pero hermosa de Min Yoongi había provocado en él. Es mi alumno, es mi alumno, se repetía en su mente, más sus pies ignoraron esa molesta voz y le llevaron hasta el pupitre del joven, arrodillándose ante él y tomando una de sus manos entre las suyas, viendo hacia arriba con sus ojos llenos de lágrimas, hipnotizado por el joven Min.

-Joven Min, si el amor de su vida ya no está... - Mordió su labios inferior, las palabras atascándose en su garganta con esa fastidiosa voz en su cabeza que le seguía pidiendo que se detuviera, que estaba mal.

-¿Maestro? - El angelical Min Yoongi -ese chico que claramente era un ser puro que no pertenecía ninguna secta y no tenía ninguna clase de pelea pendiente con satanás- ladeó su cabeza, mirándole con curiosidad. Les doy permiso de imaginárselo como un gatito curioso, anden, sean felices.

-¡Por todos los cielos! - El hombre lanzó un grito al cielo, sacándose las gafas y lanzándolas contra la pared, haciendo que el vidrio de estos se rompiesen. Se está volviendo salvaje. - Min, yo juro solemnemente que mis intenciones no son bue--

Justo en ese momento, la campana sonó, haciéndole saber a todos los otros alumnos en ese salón de clase que fueron presentes de la extraña escena que se hizo, pero que les valió chocolate con menta porque ya era hora del almuerzo y hoy había burritos, podían ponerse de pie e ir a la cafetería por su festín. Uno a uno fue saliendo del salón de clases, ignorando al maestro, a Yoongi y al chico castaño que era el único que se acercaba a la escena, tallando sus ojos irritados por jugar videojuegos tan tarde en la noche y no dormir.

-Hey, puddin - Hoseok se puso a un lado del maestro todavía de rodillas, quien se había paralizado cuando la campana sonó. -, vámonos antes de que se acaben los burritos.

objetivo/obstáculo » taegiWhere stories live. Discover now