Capitulo 1

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   Trece años habían pasado desde que Severus Snape hubiera dejado Londres. Trece años desde el día que decidiera dejar atrás todo lo que amaba por miedo a lo que pudiera pasar. Todo ese tiempo había estado viviendo en América y trabajando en una de sus mayores pasiones: las pociones. Pero ya era hora de volver y enfrentarse a la realidad que le tocara vivir, estaba seguro que para ese momento no habría más peligro, y allí en Londres estaba lo que él realmente había amado alguna vez.

   Un día después de su llegada decidió reunirse con Minerva McGonagall, quien seguía siendo la directora del colegio Hogwarts, para pedirle trabajo, porque si bien tenía un amplio número de laboratorios de pociones a los cuales recurrir para ese fin, estaba seguro que por su pasado como mortífago, ellos no estarían dispuestos a pagarle lo que en verdad merecía su trabajo.

   Al mes después, todo se encontraba preparado para un nuevo año escolar. Severus, como nuevo Jefe de la Casa Slytherin, se sentó en la mesa de los profesores junto al profesor Flitwick, momentos antes de que los de primer año entraran al Gran Comedor acompañados del profesor Neville Longbottom, quien los dirigió hacia el frente donde se encontraba el Sombreo Seleccionador.

   La primera impresión de Severus al ver a esos niños, fue el pensar que eran muy pequeños como para creer que tuvieran once años; salvo algunos, todos los demás parecían que no pasaban de los ocho.

   Longbottom sacó un pergamino y comenzó a llamar.

-Abal, Jane.

   Una niña de largos cabellos color oro, que momentos antes se encontraba distraída mirando el techo encantado del Gran Comedor, se acerca rápidamente al escuchar su nombre.

-¡Hufflepuff! –Gritó el Sombrero Seleccionador ni bien tocó su cabeza.

-Cole, Caroline.

-Ravenclaw.

   Los alumnos fueron pasando uno a uno en el momento que iban nombrándolos, y Severus no pudo evitar mirar hacía la mesa de los Gryffindor escaneando a todos los alumnos que podrían llegar a tener trece años, sin saber muy bien por qué lo hacía.

-Malfoy, Scorpius –llamó entonces Longbottom, y Snape dejó su inspección.

   Un niño que tenía todas las características de ser hijo de Draco, inclusive por su porte altivo a pesar de su escasa edad, se acercó al taburete para que le colocaran el Sombrero Seleccionador.

-¡Slytherin!

   Severus aplaudió viendo como el niño se dirigía a su mesa preguntándose por qué su ahijado nunca le había comentado que había tenido un hijo.

-Potter, James.

   Severus casi se cae de espaldas al escuchar el apellido Potter. Miró al niño acercarse al taburete, y sintió como si retrocediera varios años en el tiempo: era idéntico al James Potter que había conocido cuando asistía a Hogwarts como estudiante, cabello oscuro, ojos cafés y un aire arrogante.

-¡Gryffindor! –Gritó el Sombrero Seleccionador.

   Hasta en eso se parecía al insufrible James Potter de su época, pensó. Y cuando creyó que ya nada lo sorprendería, Longbottom llamó a un segundo Potter. Esta vez era una niña llamada Catleya, tenía largos y finos cabellos negros, y brillantes ojos esmeraldas.

-¡Slytherin! –Anunció el sombrero.

   Todos quedaron asombrados. Un Potter en Slytherin, era cosa de no creer.

   Se notaba claramente que eran los hijos de Potter, pensó Severus, tenían ese aire de confianza en sí mismos que sólo lo da el saber que tienen un gran apellido atrás para respaldarlos, algo que todos los sangre pura también tenían, y ser los hijos del Gran Harry Potter, salvador del mundo mágico, no era poca cosa. Severus siempre había querido tener esa seguridad cuando estaba en el colegio, pero pese a todos sus esfuerzos, nunca lo consiguió hasta que se convirtió en un adulto. Sólo esperaba que estos mellizos no fueran unos arrogantes insufribles o tendría que empezar a colocarlos en su lugar desde el comienzo.

-Weasley, Molly.

   La pequeña pelirroja se sentó en el banquillo y le colocaron el sombrero. Se puso muy contenta cuando fue, obviamente, seleccionada a la Casa de Gryffindor.

-Weasley, Dominique.

   Apenas el sombrero tocó su cabeza gritó. - ¡Gryffindor!

-Weasley, Rose.

-¡Revenclaw!

    Severus no podía creer la mala suerte que tenía. Después de todos esos años lejos del país y de la enseñanza, cuando al fin decidía volver, tenía a una nueva camada de Weasley y Potter a quienes enseñar. El sueño de todo profesor, pensó con ironía.

   Rose fue la última seleccionada de ese año, y una vez que se dirigió a su mesa, la profesora McGonagall se puso de pie para anunciar la nueva reincorporación de Severus Snape como profesor de pociones y Jefe de la Casa Slytherin, dar los anuncios que se repetían todos los años  e iniciar al banquete.

  El banquete terminó con éxito, y, gracias a las nuevas disposiciones de la directora, Snape estuvo agradecido de que no le hicieran cantar el himno del colegio como en otros años cuando trabajaba allí. Una vez todo hubo concluido, los alumnos se marcharon a sus respectivas Salas Comunes.

   La noche se le hizo eterna a Snape pensando en su pasado. Necesitaba averiguar que pasó con Jasmine y el bebé que esperaba cuando él se marchó. Su hijo. Durante esos trece años fuera del país, no había dejado de pensar en ellos un solo día, pero sabía que no podía regresar tan pronto ni comunicarse con ella de ninguna manera sin que corriera peligro. ¿Qué había sido de la vida de ellos dos? ¿Encontraría a su hijo entre los alumnos de tercer año? ¿O ella había decidido llevárselo a otro lado? Porque estaba más que seguro que Jasmine no se había desasido de la criatura, como él, en su intento de alejarla, le había propuesto.

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