Capítulo 11

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   Otra vez estaba consciente de todo lo que la rodeaba. Pasaba relativamente poco, y nunca podía siquiera abrir los ojos para ver nada, pero era capaz de reconocer algunas voces cuando las escuchaba, como las de Hermione, Ron, Draco, Ginny y el resto de los Weasley. Los días que más amaba y odiaba a la vez, era cuando reconocía a Harry y su pequeña hija Caty; amaba que le contaran lo que pasaba en su día a día como si ella estuviera simplemente sentada con ellos tomando el té y no allí... donde sea que estuviera, porque eso era lo que odiaba: no saber exactamente dónde estaba ni que había pasado que le impedía abrir los ojos o hablar cuando escuchaba las voces de las personas que amaba; llevaba en ese letargo quién sabe cuánto tiempo, no podía estar segura si eran horas, días, meses... años. Sólo sabía que entraba y salía de esa especie de nebulosa que lo llenaba todo y no le permitía más que escuchar, y a veces sentir, todo lo que le rodeaba.

   En ese momento escuchaba a Harry que le contaba que estaba ansioso por algo, aunque no llegaba a entenderle del todo, podía sentir su inquietud a través de su tono de voz y ese tic nervioso que tenía de jugar con sus dedos al hablar. Lo que hubiera dado por poder abrir los ojos en ese momento y decirle que todo estaría bien, pero fue inútil por más que lo intentó; luego simplemente se perdió en la nebulosa.

   La siguiente vez que volvió a ser consciente escuchó a Severus, su inconfundible voz lo llenaba todo aunque no podía entender muy bien lo que le decía. ¿Realmente estaba allí o sólo era su deseo de volver a escucharlo después de seis años de que se marchara? Sea como sea tenía que hablar con él, contarle lo que descubrió, ese plan que trazaron para separarla de él; no le diría quién lo había tramado porque sabía que Severus podría llegar a matarlo, pero al menos podía decirle que no estaban en peligro, que podía quedarse con ella y Catleya sin temor a que algo malo les pasara. Pero, por más que lo intentaba, no podía siquiera abrir los ojos, por lo que pronunciar cualquier palabra estaba más allá de sus posibilidades.

   “Severus”, pensaba “por favor, Severus”. Pero ni un sonido salía de sus labios, y eso la estaba frustrando, más cuando escuchó que él le decía que la amaba, allí simplemente lloró mientras sentía como algo dentro de sí vibraba intentando repararse.

-Severus... Severus... -pudo decir al fin, y con otro esfuerzo abrió los ojos sintiéndolos como si tuviera un gran peso en los párpados.

-Jasmine -escuchó que la llamaban -Jasmine, soy Draco. ¿Me oyes? -Vio una luz plateada que la cegó por un momento y luego desapareció -No, no cierres los ojos, por favor -dijo como una súplica -Harry ya viene, acabo de avisarle. Ya viene.

   “Por favor, Draco, llama a Severus”, pensó pero fue incapaz de pronunciarlo. Su corazón latía más rápido de lo normal por el esfuerzo que estaba haciendo y se sentía muy enferma, aún así no se dio por vencida hasta que sintió que el vacío intentaba arrastrarla de nuevo.

-Jasmine, quédate con nosotros...

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