Y un planeta nuevo

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             Los primeros rayos de Sol asomaban sobre la Tierra cuando embarcaron en la nave, ella cargaba con una maleta pequeña, una mochila y una botella de agua en la mano con la etiqueta desgastada. Echó la mirada atrás con una sonrisa nerviosa antes de embarcar, colocar su equipaje y tomar asiento al lado de su compañero a quien le tomó la mano durante el despegue.

             Una vez se estabilizó la nave en su trayecto pudieron soltar el cinturón y flotar mientras una pantalla situada frente a sus asientos se encendía para dejar ver un pequeño mapa entre la estación y la Tierra que mostraba su nave como un pequeño punto azul parpadeante. Se giró al escuchar una voz femenina, alarmada por saber que era la única mujer de la nave, notó como su melena flotaba lentamente hasta chocar contra su rostro, sensación que no había sentido nunca antes. Se acercó a su compañero, la voz salía de entre sus manos y seguía hablando, cuando notó su presencia él paró el vídeo y lo reprodujo desde el principio: "Una vez al año, generación tras generación, el consejo de Tarme envía a La Tierra a dos elegidos de cada categoría, ofreciéndoles la oportunidad de demostrar su valor en nuestra sociedad, conocer, convivir y salvar a uno de los supervivientes que habitan el planeta de nuestros antepasados. El invierno se cierne sobre el hemisferio norte de La Tierra y desde nuestra nave enviamos a dos jóvenes cantantes, a quienes deseamos que su corazón no pierda el ritmo durante el viaje. Anunciamos pues, el nombre de los elegidos en esta ocasión..." Ambos se miraron antes de que el video finalizara, pronunciando uno el nombre del otro doblando a la mujer que hablaba seria tras aquel micrófono y abrazándose con fuerza.

- Tú y yo, Ago.
- Tú, yo y un planeta nuevo.

             Se acercaron a la cabina, sin separarse el uno del otro para observar su destino desde allí, imaginando en silencio las personas que conocerían aquellos meses, los peligros que descubrirían, la nueva comida, los paisajes de un nuevo planeta... Cuantos sueños por cumplir.

             El vuelo duraría, en óptimas condiciones, diez horas más y el capitán de la nave recomendó a los jóvenes que descansaran pero su ansia por llegar al planeta les impedía dormir, empezaron a marcar ritmos y poco a poco fueron creando una canción improvisada imaginando lo que les esperaba y todos los sueños que tenían por cumplir al bajar de la nave.

             Las horas pasaron entre golpes de percusión y poesías a modo de canción mientras continuaban con su viaje sin turbulencias hasta que finalmente cedieron al sueño y se quedaron dormidos, acomodados el uno junto al otro.

Una luz la cegó y en ella, poco a poco, empezó a intuirse la silueta de una mujer, era menuda, delgada, con una melena oscura que caía por sus hombros en forma de cascada y una sonrisa que enternecía a Miriam con solo mirarla. Se apagó la luz.

             Un golpe la despertó, estaba tirada contra la pared, Agoney intentaba ayudarla a ponerse en pie pero otro golpe sacudió la nave. Ambos se apresuraron a la sala de mandos, la basura espacial que rodeaba la Tierra servía a esta de barrera ante los visitantes y no parecía que la entrada al planeta sería fácil.

             Tomaron asiento, se aseguraron de que esta vez tenían los cinturones bien atados y se agarraron con fuerza a ellos. Una mirada cómplice formó una tímida sonrisa, mezclada con cierto pavor, en los labios de ambos mientras notaban cada sacudida de la nave.

             Un golpe duro hizo que la nave parase de zarandearse: habían entrado en la atmósfera. Se tomaron de la mano y cerraron los ojos respirando profundamente mientras sentían como el calor aumentaba poco a poco en aquel ascensor con forma de bollo de pan que utilizaban de transporte.

             Otro golpe, esta vez más suave, los avisó de que el paracaídas se había desplegado. Suspiraron aliviados y al unísono empezaron a reír liberándose del miedo a morir. Se levantaron y se acercaron a la cabina del capitán para observar aquel planeta, de color azul grisáceo y una tierra ceniza con algunos brotes verdes, un vistazo bastó para que algo dentro de la mujer le provocara una tristeza nueva, tenía la sensación de que aquel terreno generaciones antes había estado lleno de vida, verde y con el agua cristalina.

Cicatrices de humoWhere stories live. Discover now