Ahora te tengo a ti

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             Al notar la brisa creada al abrirse la puerta se giró y tapó su cuerpo como pudo, a su habitación entró una figura humana cubierta completamente con el uniforme blanco pero sin banda identificativa. Se quitó el casco y una melena rubia calló sobre sus hombros.

- Bienvenida, novata.

             Era la primera mujer que veía en aquel lugar, estaba sudada y el flequillo se le pegaba a la frente. Al igual que ella tenía marcas de picaduras en el rostro pero ya curadas. La bienvenida le tomó por sorpresa y respondió con un movimiento de cabeza, agradecida a pesar de la vergüenza que sentía y se enrolló la toalla con mayor precisión para tapar su cuerpo de la mirada ajena antes de tomar asiento en la silla vacía del escritorio.

- Me ducho y después nos conocemos, si te ves capaz de hablarme.

             La mujer dejó el casco sobre la litera superior, tomó uno de los uniformes del escritorio y se metió al baño. La situación era surrealista. Miriam no tardó en vestirse, no quería seguir desnuda cuando la rubia saliera del baño. El traje le quedaba suelto, al contrario que a los jóvenes que había visto hasta entonces, deshizo el buñuelo de toalla que tenía sobre la cabeza y se aireó el pelo.

             Se abrió la puerta de nuevo y la rubia salió del baño, su atuendo si le quedaba ajustado. Se acercó a la novata y tomó la hombrera de su traje con un par de dedos, activándolo y dejando que este se ciñera al cuerpo de Miriam.

- Te queda mejor así, lúcete.

             La voz ajena era agradable, dulce y  firme. Mientras la escuchaba recorría su cuerpo con las manos, no estaba acostumbrada al atuendo pero era mucho más cómodo de aquella manera, a penas sentía que llevara algo puesto. Vio ascender una silueta y antes de darse cuenta la litera superior estaba ocupada por, al parecer, su nueva compañera.

- Echaba de menos estas camas...

             Miriam tomó asiento en la litera inferior, escuchando el suspiro de placer ajeno al acostarse. Se miró las manos y como las mangas del atuendo se ceñían por sus brazos, dejando que el silencio se apoderara del tiempo hasta escuchar de nuevo aquella voz, esta vez viendo su rostro colgando entre las dos literas, lo que provocó una pequeña sonrisa en sus labios.

- ¿Que tal por ahí abajo?

             Le dedicó una pequeña sonrisa y Miriam se acercó a ella, con el ceño fruncido y torciendo sus labios en una mueca antes de responderle preguntando.

- ¿Y quien lo pregunta?
- Doblas. -respondió bajando de la litera para quedar frente a ella- Pero puedes llamarme Mimi.
- ¿Y por qué debería fiarme de ti?

             Los labios ajenos tornaron una sonrisa ante la pregunta de Miriam, quien no la perdía de vista mientras aquella mujer se hacía con la silla para sentarse frente a ella, con el respaldo entre las piernas y los brazos cruzados sobre él.

- Ya, la acsdemia no informa de nada, ¿eh? Solo que llegaras antes del amanecer...
- Sí.
- Bueno, pues no llegasteis y tu amigo me quitó el puesto de enfermería, así que aquí estoy.
- ¿Por qué aquí?
- Porque es mi habitación, mi compañero ya se fue y ahora te tengo a ti.

             Una sirena interrumpió su pequeño diálogo, alertando a Miriam, sus trajes se tornaron de color negro y ambas se quedaron observándose seriamente antes de que cesara el ruído. Mimi soltó una pequeña carcajada al notar lo tensa que estaba su compañera y se levantó del asiento, ofreciéndole la mano.

- No temas, yo te protegeré de la cena.
- ¿Para eso sonó la alarma? -Mimi asintió- ¿No es un poco... Fuerte?
- Te acostumbras, suena para las comidas principales y tu atuendo marca tu plato, ya lo irás pillando.
- ¿Por qué de negro?
- Por eso. -Respondió tocando una de las picaduras de la mandíbula de Miriam con cuidado.- Te lo explico de camino, vamos o nos quedamos sin cena.

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⏰ Last updated: May 14, 2019 ⏰

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Cicatrices de humoWhere stories live. Discover now