De mi regreso al Santuario

12 0 0
                                    

Una vez más, desde tierras Oaxaqueñas, les dejo un capítulo más. Muchas gracias por sus comentarios, qué bueno que les ha gustado hasta el momento y espero que siga siendo así. Dado que nuestros protagonistas ya hablaron, ahora les toca... bueno, pues seguir hablando para ver si van a poder terminar de arreglar sus embrollos mentales, en especial por lo que se les viene encima.

Alfa Lázcares


De mi regreso al Santuario



Fueron seis días los que pasaron antes de que Alfa regresara al Santuario. Primero fue de regreso a Mykonos a explicarle a su familia adoptiva lo que estaba sucediendo. Les contó sobre la plática con los gemelos y que sentía que era su deber regresar, para empezar, porque esta era su oportunidad de corregir lo que Antheia había hecho mal. Los Kokkotos entendieron y le dijeron que ellos siempre estarían ahí si es que los necesitaba de nuevo. La señora Rena tenía muchas ganas de ir a conversar con ese Patriarca del Santuario para reclamarle la mala manera en la que manejaba esas interacciones con sus alumnos. Le parecía que mantener todo el embrollo en secreto para los principales implicados había sido un error, y que les pudo evitar muchos traumas a los involucrados. Pero ni modo, se aguantaría las ganas por el momento. Alfa pasó un par de días en la isla, para ayudar con las cosas que había dejado pendientes en el restaurante, luego regresó a su departamento en Atenas.
Una vez ahí llamó a sus amigas y las invitó a que pasaran una tarde con ella y las chicas aceptaron. Alfa entonces les hizo un resumen de lo que había sucedido, de quién había sido ella antes y también se disculpó con ellas por no haberles dicho esas cosas antes. Y al día siguiente invitó también a Aldebarán, Milo y Mu por un vino y a ellos también les contó la historia. A Aldebarán porque era también su maestro, y porque le debía muchas cosas. Aldebarán se sentía también un tanto culpable, porque, a fin de cuentas, había sido él quien había llevado a la chica al Santuario, pero Alfa le dijo que no tenía por qué preocuparse por eso, porque lo único que había hecho fue llevarla de regreso a casa, y que ella, a pesar de todo, no se arrepentía de ser una aprendiz ni de haberlos conocido a todos. Mu y Milo habían sido invitados por la chica porque Milo se estaba convirtiendo también en un amigo cercano, en especial luego de las vacaciones de Saga, al igual que Mu, quien siempre había estado ahí sin juzgar a nadie y apoyando en lo posible. Además de que los tres en conjunto fueron los que más se esforzaron en acallar rumores.
Al quinto día fue a presentarse al Santuario para hablar con Dohko, Shion y Atenea. A Saori le pidió permiso para regresar al Santuario a continuar su entrenamiento. También le dijo que conocía el paradero de la que fue su armadura y que podría ir por ella en cuanto quisieran. Saori le dijo que por supuesto la aceptaba de nuevo y que esperaba que esta vez las cosas salieran mejor para todos. Le dijo que se alegraba que estuviera de regreso. De todas maneras Alfa sintió la necesidad de disculparse en nombre de Antheia, por haberla dejado en el medio de la Guerra y por no haber ayudado a reconstruir el Santuario una vez que todo terminó.
Shion y Dohko se disculparon por haber mantenido todo en secreto, en verdad ambos pensaban que era lo mejor para todos, pero se habían equivocado, pudieron haber manejado mejor la situación. Alfa les dijo que no había un manual para lidiar con esas cosas y que, aunque las cosas hubieran sido diferentes, quién sabe qué resultado hubieran tenido. De todas maneras eso ya no importaba, estaba de regreso y pensaba quedarse a ganar su armadura. Hablaron los tres por varias horas. Por la noche Alfa regresó a su departamento a reunir sus cosas. Pensaba regresar el día siguiente ya de nuevo como aprendiz. Aún tenía algunas dudas, eso no se lo podía negar a nadie, y seguro le sería un tanto complicado mantener acallados los sentimientos que su antigua encarnación provocaban en ella, pero ya era muy tarde para echarse para atrás, la Diosa la esperaba de regreso.
Por la mañana se tomó su tiempo en desayunar, terminar de guardar cosas, dejar limpio el departamento y, finalmente, recogió un par de mochilas y dio un último vistazo al lugar. Suspiró resignada. Abrió la puerta de su departamento y dio un respingo al notar la figura que se encontraba afuera. Saga estaba sentado en las escaleras que conducían al último piso. Levantó la mirada cuando escuchó la puerta abrirse y le sonrió casi con timidez.
—Me asustaste, no pensé que fueras a estar ahí —le dijo Alfa mientras terminaba de salir.
—No lo tenía planeado, pero quise venir a acompañarte de regreso al Santuario, además, así las miradas se van a concentrar más en mi que en ti.
—Ese es un buen punto. Toma —y le pasó una de las mochilas. —¿Vamos vía portales, o quieres caminar?
—Cualquiera de las dos opciones están bien por mí.
—Entonces vamos caminando —Alfa terminó de cerrar la puerta de su departamento y comenzó a bajar escaleras con Saga a la siga.
Salieron del edificio y un día completamente soleado y despejado los recibió. Comenzaron a caminar con calma hacia el Santuario, sin decirse nada. Ninguno de los dos tenía mucha idea de qué hablar. Esa era una de las cosas que iban a tener que superar. Sí, nadie los había podido mantener callados esa noche que hablaron, pero ahora, en sus cinco sentidos, como que no tenían idea de qué decirse. La noche en la que hablaron, los gemelos se fueron al Santuario cuando ya era de mañana, habían dejado a la chica dormida, y un recado escrito para que supiera a qué hora se habían ido. Luego de eso no volvieron a hablar, así que llevaban días sin dirigirse la palabra, y no porque estuvieran molestos, si no porque no sabían qué decirse, justo como ahora, que caminaban uno al lado del otro.
—¿Cómo has estado? —preguntó Alfa.
Saga la miró.
—¿Te refieres a antes o después de que habláramos?
—¿Hay alguna diferencia?
—Antes no la pasé muy bien. Me estuve preguntando muchas cosas y estaba preocupado por ti. Luego nos devolvieron nuestros recuerdos y ahí sí en serio la pasé mal. No tenía idea de todo lo que hice en aquél tiempo y no fue fácil enterarme. Fue como volver a pasar por todo de nuevo. Estos últimos días he estado un tanto mejor. Ya me disculpé con todos nuevamente y lo único que queda es esperar que me hayan perdonado. Te incluyo en eso.
—No tengo nada más qué perdonarte, Saga.
—¿Y Antheia?
—A ella le va a tomar más tiempo, pero a estas alturas ya no pienso ponerle demasiada atención. Te lo dije, lo sabemos, estos primeros días van a ser raros. Ni modo, nos toca acostumbrarnos. Nada va a poder ser exactamente igual a como lo dejamos, pero no podemos permitir que sea malo. Te amo, Saga, eso no lo he olvidado, ni tú tampoco. Tenemos una historia y no pienso perderla, aunque llegar al punto en el que alguna vez estuvimos nos va a tomar un tiempo.
—Lo sé. ¿Alguna idea de cómo empezar?
—Sí. Entrenando juntos. Ni siquiera tenemos qué hablar mientras lo hacemos, y usualmente la pasamos bien en esos momentos, procura no hacerme caer en un vidrio e iremos por buen camino.
Saga dejó escapar una corta risa al igual que ella.
Una vez que llegaron al Santuario, Alfa tuvo que pasar por la rutina de rellenar algunos papeles que indicaban que había regresado de su "permiso", luego la dejaron pasar junto con Saga. En el camino a los Doce Templos muchas personas los miraron y escucharon varios murmullos aquí y allá, por suerte se encontraron a Milo quien también iba en camino a su Templo y se unió a ellos.
Con Milo las cosas fueron más agradables, el de Escorpión se encargó de contarle a Alfa las noticias recientes. El cambio en las Doce Casas, por ejemplo, que Vivien y Gabriella ya no vivían con sus maestros, si no que se les asignaron cabañas en el recinto de las Amazonas, como era de esperarse, aunque eran visitantes asiduas a los Templos, como también era de esperarse. De los renegados le contó que habían dado con otro pequeño grupo que se ocultaba en Tailandia, y que, a pesar de estar relacionados con el renegado que se había escapado, les pudieron sacar muy poca información, nada más que, como ya sospechaban, su guarida estaba en algún lugar de Europa del norte. De Jivika no tenían noticias. Helena pasaba poco tiempo en el Santuario a últimas fechas porque se estaba paseando por esos países europeos a ver si conseguía más pistas. Aldebarán iba con ella de vez en cuando. Incluso él la había acompañado, pero era como si los cosmos de esos sujetos y el de la chica se hubieran esfumado, como si nunca hubieran existido.
Al fin llegaron a Géminis y Milo los dejó ahí para seguir a su Templo. Saga guió el camino a los privados, Kanon no se encontraba ahí. La chica se adelantó a Saga para llegar a la habitación que le asignaran cuando fue por primera vez a vivir ahí. Abrió la puerta. Estaba justo como lo había dejado, es decir: vacío y aburrido. Entró y dejó la mochila que llevaba sobre la cama mientras Saga dejaba la otra sobre el escritorio.
—Cama individual, nos volvemos a ver —dijo Alfa mientras se sentaba sobre esta. Miró a Saga quien estaba junto al escritorio con una mano sobre este, mirándola.
—No me veas así, yo tampoco soy fan de las camas individuales.
—No bueno, pero tú exageraste y te fuiste por una king —le contestó ella con una sonrisa.
—Se pueden hacer cosas interesantes con una cama king —se defendió Saga también con una sonrisa.
—Me lo has demostrado, cariño, me lo has demostrado. Y créeme, eso tampoco lo he olvidado.
—Me alegro —contestó él y bajó la mirada, atajando un suspiro.
Alfa se mordió el labio inferior.
—Suficiente. Sal de mi habitación y ve a cambiarte, era en serio eso de que quiero entrenar contigo, porque, truth be told, no he entrenado casi nada desde que me fui.
—A tus órdenes, alumna —y con eso Saga salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
Poco tiempo después estaban reunidos de nuevo en la Sala de Géminis y bajaron haciendo estiramientos hasta el Coliseo. Ya no quedaban muchos entrenando, lo cual era bueno, porque los que sí estaban ahí no dudaron en mirarlos. Vivien le sonrió de lejos a su amiga, había pasado las horas anteriores entrenando con Gabriella.
Saga la guió a uno de los rincones apartados de siempre y Alfa sonrió, los hábitos son difíciles de romper. Poco tiempo después ya estaba de nuevo sumidos en su entrenamiento. Saga, dicho sea de paso, estaba un tanto desconcentrado porque su atención estaba más puesta en ver los movimientos de la chica que en pelear con ella. Alfa estaría en un dilema similar, pero la molesta voz de Antheia no estaba especialmente contenta con el regreso al Santuario, y ella sí que estaba concentrada en arremeter contra Saga para ver si le podía dar al menos un par de golpes.
Y lo logró, en algún momento de la pelea, una patada bien dada por Alfa, mandó a volar al Santo unos cuantos metros, Saga se sentó en donde había caído y se sujetó el hombro izquierdo mientras movía el brazo para asegurarse de que todo seguía en el lugar debido. Levantó la mirada a Alfa quien no se había movido y lo miraba con una sonrisita cínica. Se encogió de hombros y le hizo seña de que se levantara para continuar la pelea. Shura, que estaba por ahí, sonrió. ¡Ah, esa tensión sexual tan notoria que podría cortar sin necesidad de Excalibur! Los contrincantes volvieron a comenzar su pelea. Muchos pares de ojos los miraban, incluso aquellos que ya habían terminado sus entrenamientos del día. Saga y Alfa no les prestaban atención, los golpes volaban cada vez más rápido entre ellos.
Luego de un rato, Saga logró arrinconar a la chica, pero ella lo sujetó también, impidiendo que se moviera. Saga le sonrió y ella se perdió un momento en aquellos ojos que la miraban. La molesta voz de Antheia le gritaba que se dejara de cursilerías de adolescente enamorada y Alfa pensó que eso era muy irónico, dado que Antheia había sido la adolescente enamorada. Saga estaba conteniendo con todas sus fuerzas el impulso que sentía de besarla en ese instante, no era el lugar y mucho menos el momento. La soltó y ella también.
—¿Quieres seguir o continuamos luego? —le preguntó el hombre.
—Te lo dije, hace mucho que no entreno, a lo mucho me he puesto a correr y a hacer algunas pesas, pero nada tan intenso como aquí. Sigamos. Al menos un rato más.
Saga asintió, se alejó un par de pasos y volvió a poner su pose de defensa. Alfa no tardó en imitarlo. A lo lejos, uno de los que los observaba era Roberto. Había tenido la esperanza de que la chica no volviera al Santuario, pero se equivocó. No tenía mucha idea de lo que sucedió entre aquellos dos, nada más algunos rumores sobre encarnaciones pasadas, lo cual se le hizo de lo más irónico. Él tenía razón, las relaciones entre los Santos nada más creaban problemas y ellos dos eran la prueba viviente de ello, no nada más causarían problemas en esta generación, si no que ya los habían causado antes. No podía creer que la Diosa siguiera siendo tan permisiva luego de ver a ese par. Resopló. Cada día que pasaba consideraba más seriamente la idea de que quizá sería mejor irse del Santuario, si tanto embrollo había en tiempos de paz, no quería ni imaginarse cómo sería cuando en verdad tuvieran que enfrentar una guerra, y se preguntaba cómo es que en la anterior el Santuario no hubiese perdido. Negó con la cabeza y se retiró del Coliseo.
Alfa y Saga estuvieron ahí un par de horas más. Regresaron a Géminis ya bien entrada la tarde. Kanon los estaba esperando con una pizza y unas cervezas. Saludó a Alfa con un abrazo y le dio la bienvenida de regreso a Géminis. Se sentía un poco raro luego de todo lo sucedido, pero quería sinceramente que todo volviera a la normalidad, quería a su amiga de regreso y esperaba que el humor de su gemelo mejorara, ya que la chica estaba ahí de nuevo.
Saga y Alfa fueron a darse un rápido baño antes de regresar al comedor a cenar con Kanon quien había estado dando rondas durante el día. Él también le dio algunas de las noticias que Milo no le había dicho, como por ejemplo que Aioros al fin estaba saliendo con la chica de Contaduría y que Shaka también ya estaba saliendo con una de las chicas que terminó sus prácticas médicas en el Santuario, en especial ahora que ya no tenía alumna qué entrenar, se los podía ver bastante seguido en la Fuente. Esa conversación amena sirvió para que mejoraran los ánimos de los tres, porque, por un momento, se olvidaron de sus líos y volvieron a ser los amigos de siempre. Alfa todavía no tenía rondas qué cumplir, y Saga tampoco, así que los tres se quedaron en Géminis, aunque cada uno se fue temprano a su habitación a dormir.
Durante los siguientes días los tres volvieron a centrarse en seguir con una rutina normal. Saga y Alfa salían a entrenar y de vez en cuando Kanon se les unía. También tuvieron que hacer algunas rondas juntos. El resto del Santuario, o los que estaban entrados de todo, al menos, les echaban porras en secreto. Había sido bastante notorio para todos el cambio de actitud y de semblante del Gemelo Mayor mientras la chica estuvo fuera, y lo mismo para Kanon. Esperaban que pudieran regresar a ser los amigos de siempre porque se los veía felices cuando lo eran.

Breakout حيث تعيش القصص. اكتشف الآن