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Stephen me aprisionó contra la mesa que había en su camerino y con una sola mano subió mi vestido, después de todo había sido una buena idea usarlo.
Sacó su miembro sin quitarse el short deportivo, corrió mi tanga y me embistió por completo en un solo movimiento.
Sus movimientos eran fuertes, demasiado para ser reales pero magníficos si tenía que ser honesta. Entraba y salía con una maestría que me volvía loca.
Enganché mis muslos en su torso acercando su cuerpo mucho más a mí como si fuera posible y eso hizo que Stephen fuera más rápido desde entonces.
Mis gemidos cada vez eran más fuertes pero debía que contenerme para evitar llamar la atención de cualquier persona afuera de su camerino. Mi respiración se cortaba hasta sentir como en algunos momentos perdía la noción del tiempo y hasta la cabeza se me nubló por cortos instantes.
Sentí como mis ojos se cristalizaron y un segundo después mi primer orgasmo llegó.
—Dios, no habernos visto por dos semanas realmente te afectó—le dije a Stephen con la respiración entrecortada corriendo el cabello que se me pegó gracias al sudor de nuestra actividad.
Stephen sin decir una palabra me bajó de la mesa y me dejó dándole la espalda. Por mi parte incliné mi culo haciendo movimientos sutiles en su miembro mientras que de la boca de Stephen salían algunos gruñidos.
—Nena, más te vale que dejes de hacer eso o lo vas a lamentar— dijo en un susurro
—Quiero ver qué voy a lamentar—mordí mi labio inferior y seguí moviendo mi culo pero esta vez más lento.
Y más tortuoso
Tomé el miembro de Stephen en mis manos, lo puse en mi entrada y poco a poco lo introduje en mi cavidad sintiendo cada centímetro de su longitud entrando en mi. Cuándo estuvo completamente dentro empecé a moverme primero hacia arriba y hacia abajo, luego en círculos y así hasta sacar gruñidos por parte de Stephen.
Stephen tomó mi cintura intensificando las embestidas. Él se movía hacia mí y yo tiraba mi culo hacia atrás, era malditamente delicioso el vaivén en el que estábamos.
Para darle un poco más de sazón a la situación subí mi pierna a la mesa. De inmediato el miembro de Stephen se deslizó muchísimo más dentro de mi.
—Eres increíble—dijo Stephen en mi oído y yo solo pude asentir ya que después tomó en su puño mi cabello dejándome totalmente a su merced.
Todo empezó suave pero a medida que Stephen incrementó la velocidad todo mi cuerpo vibró. Mis pechos se movieron en diferentes direcciones, el sonido de nuestros sexos golpeando era exquisito y nuevamente el dolor se convirtió en una sensación deliciosa y liberadora.
El segundo orgasmo llega siendo aún más intenso que el primero, mi interior se contrae aprisionando el miembro de Stephen mientras este me llena por completo.
