Ƹ̴Ӂ̴Ʒ : Capítulo 13

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Ƹ̴Ӂ̴Ʒ  Capítulo { 13 } Ƹ̴Ӂ̴Ʒ 

Oliver

De pequeño, Oliver soñaba con mariposas negras; lo rodeaban y sacudían sus alas tan cerca de él que cuando apenas sentía un roce, sentía escalofríos. Se despertaba gritando, pero su madre jamás le había dicho nada por aquellas extrañas pesadillas que se repetían cada noche.

Por primera vez, sintió curiosidad. Buscó, y rebuscó en la web. Cuando dio con aquella preciada información, supo que las malas notician caerían como gotas de lluvia.

Jamás volvió a hablar de ese tema. Las pesadillas cesaban conforme su crecimiento, y optó por olvidarse de ello completamente.

Pero ahora no podía elegir el olvido porque apenas era capaz de abrir sus ojos y de pensar. Se hallaba solo en la oscuridad y le dificultaba el respirar, tanto así que el escucharla llorar sin saber en dónde estaba le hacía querer morirse de una vez. Deslizó sus manos a través del suelo y se recostó. Y en el momento en que extendió sus brazos como si fuesen alas, miles de mariposas blancas revolotearon a su al rededor. Y rozaron su piel, y se posaron sobre él sin si quiera pedirle permiso.

Una de ellas permaneció en su nariz, batiendo sus alas. Oliver la observó atentamente, no sentía escalofríos, ni miedos. Estaba en paz, vacío pero a la vez completo.

Lloró por un largo rato, aunque allí no había tiempo para calcular.  

Continuaba escuchando el llanto de Birdy, pero su corazón parecía estar sumergido en una profunda tranquilidad.

Cuando se descuidó, aquél escenario había desaparecido de forma repentina. Prestó atención: una habitación blanca. Tubos y cables lo unían a una máquina.

Reconoció a Birdy, que se aferraba a su cuerpo y tomaba su mano como si jamás la fuese a soltar.  Su cabellera ondulada ocultaba su rostro, pero su cuerpo temblaba y de ella solo escuchaba un llanto agudo.

Oliver sonrió al verla sujetar su mano. Un sentimiento de culpa atravesaba su corazón, porque le gustaba ver que lloraba. No por un pequeño problema, ni por otra persona, sino por él.

Apoyó la mano sobre la de Birdy, y cuando ella giró su rostro la notó diferente. Su rostro se había alargado al igual que su cabello había crecido. Se dio cuenta de que habían pasado años.

—Oliver —murmuró con voz ahogada y estiró sus brazos para abrazarlo. Lucía desconcertada…Y preciosa como siempre había sido.

Oliver la rodeó con sus brazos y halló miles de diferencias. Él también había crecido;  sus manos se habían vuelto más grandes, pero no le preocupaba porque ahora podía sujetarla.

—¿Cuánto tiempo?

Su voz era mas gruesa y ronca. Parecía que alguien se había apoderado de su cuerpo.

—cinco años.

—¿Hay un Apocalipsis zombie?

—No.

—¿Se terminó el mundo? ¿Nos invadieron los aliens?

—No y no. ¿Por qué preguntas…?

—Porque si me lo tomara en serio, me largaría a llorar.

—Iré rápido a avisarle a la enfermera, espérame.

Oliver se desconectó los cables cuando vio a Birdy atravesar la puerta de la sala,  bajó de la cama. “Ah, mis pies son tan grandes como los de Hulk”, pensó al pisar el suelo descalzo.

Había tantas flores alrededor de la habitación que no era capaz de contarlas una por una. En la mesita de luz se hallaban apiladas más de veinte tarjetas, las leyó una por una.  

«Oliver, si no despiertas te daré una patada en el culo. Tu compañero de banco, Adam»

«¡Oliver, por favor despierta! ¡Todos te extrañamos! Tu compañera, Rita»

«El profesor dejó tarea para el viernes, y tomará una prueba. Te aviso por si despiertas. Tu compañero al que siempre llamabas “nerd”. Despiértate, amigo. »

«Oliver, soy la mamá de Birdy. Feliz cumpleaños número diecisiete. Despierta, por favor. Birdy te necesita»

«Oliver, feliz cumpleaños número dieciocho.»

«Feliz cumpleaños diecinueve»

«¡veinte años! ¡Felicidades!»

Tarjetas de feliz cumpleaños, regalos. La habitación no era tan blanca como la había visto por primera vez.

¿La mamá de Birdy le había escrito? Esperen.

«Feliz diecisiete años papá. Llegó el tiempo de que me retire, no puedo quedarme más, me obligaron a volver pero sé que te recuperarás. Lo sé, lo presiento. Mamá te ama, todos los días te visita y pinta cosas para ti. Se queda a tu lado mientras estudia, jamás se separó de ti en estos momentos así que por favor no te separes de ella. Prométeme que sobrevivirás a todo esto.

Te quiero papá.

Ronan.»

¿Ronan se había ido? ¿Qué había sucedido durante estos cinco años que para él habían sido apenas segundos?

«Perdona por mentirte, Isabella no es mi hija. Perdona por haberte llevado conmigo al infierno. Perdona por envidiar tu futuro. Debes sobrevivir porque sino jamás me perdonaré el haberte arrastrado hasta la muerte. Lo siento. Realmente lo siento. Perdóname.

Martín.»

Las manos le temblaban. ¿Qué era toda esta clase de confesiones? ¿Por qué todos gritaban la verdad cuando él no podía escucharla? ¿Qué sentido tenía? Recordó las mariposas blancas, y algo dentro de él sintió que vendrían cosas buenas.

La enfermera lo obligó a volver a la cama pero como un niño pequeño, no pudo soltarse de la mano de Birdy. Se aferraba a su vestido floreado, a ella.

—No puedo creer que hayas despertado. No sabes cuánto te he extrañado, Oliver.

—¿Martín sigue vivo? —preguntó, dirigiendo la mirada hacia las tarjetas.

—¿Las has leído todas?

—Sí.

—Martín está bien. Ronan… él se fue.

—Se fue porque mientras estaba en coma no estaba ni vivo ni muerto, ¿cierto? El futuro no afectó en nada.

—Oliver, más tarde te explicaré todo lo que sucedió mientras no estuviste. 

Mariposas blancasWhere stories live. Discover now