Capítulo 31

1.3K 48 19
                                    


Había pasado toda la noche aguantándome las ganas de besar a Carlos. Besar esos labios carnosos a los que él no dejaba de darles pequeños mordiscos de vez en cuando, era un gesto típico en Carlos, pero quería ser yo la que se lo mordiera. Asi que sin importarme nada más, una vez que hubimos entrado en el coche me lancé a sus labios y me senté encima de él. No sabía desde cuando pero sentía unas ganas irrefrenables por fundirme con Carlos. Mis caderas se movieron notando como el pantalón vaquero de Carlos se abultaba cada vez más. Pero no nos dio tiempo a mucho hasta que notamos unos golpecitos en la ventana. Estaba empañado por nuestras agitadas respiraciones pero aún podía verse lo que había al otro lado.

De todas las personas que esperaba encontrarme allí de pie, mirando, ninguna de ellas era Javi.

Con la respiración agitada, no sé si del susto de ver a Javi allí plantado o de lo que acababa de pasar, me levanté como si el cuerpo de Carlos quemase.

Este tardó varios segundos en reaccionar pero cuando lo hizo salió del coche y avanzó hacía Javi que estaba empezando a irse.

Salí del coche yo también detrás de Carlos.

—¡Javi!—Lo llamó Carlos pero este no se detuvo.—Javi espera.—Aun así Javi siguió su camino y mantuvo su paso firme y decidido.—¡Javier!—Dijo agarrándolo del brazo. Javi se giró bruscamente y descargó toda su fuerza pegándole un puñetazo en el ojo a Carlos que se tambaleó hasta caer redondo al suelo.

—¡Carlos!—Grité corriendo acercándome a él y agachándome a su lado.

—Tu cartera, te la has dejado en la oficina hijo de puta.—Dijo tras tirarle la cartera y escupiendo con ira cada una de sus palabras. Dicho esto Javi se dio media vuelta y salió de allí a toda velocidad dejándonos solos.

Carlos se dio media vuelta y se levantó por fin con una mano en su ojo.

—Carlos, déjame verlo.—Dije acercándome a él y agarrando su mano. Esta se deslizó sobre su cara dejando entre ver un ojo hinchado que estaba empezando a coger un tono morado.—Está...está un poco hinchado.—Dije tartamudeando.

Carlos se acercó al coche y abrió la puerta del conductor.

—¿Estás loco? No vas a conducir con un ojo así.—Dije apartándole de la puerta y metiéndome en el interior del coche.

Esperé a que Carlos se metiera en el coche y conducí en dirección a su apartamento. Carlos estaba serio, no cruzo mirada conmigo ni tampoco articuló palabra y sinceramente yo tampoco sabía que decir. Me sentía culpable por lo que acababa de pasar, por haberme lanzado a sus besos y no haber esperado a llegar a casa, por haberme enamorado de él. Era consciente de que Javi seguía sintiendo cosas por mí, hasta ese momento desconocía hasta que punto. Todo había sido culpa mía por no haber aclarado las cosas con Javi mucho antes.

Cuando llegamos al apartamento de Carlos este se metió directamente en el baño y oía como mascullaba cosas por lo bajo, quejándose, maldiciendo.

Me acerqué a él pero cerró la puerta del baño en mis narices. Toda la magia que había sentido durante todo el día se desvaneció de un plumazo.

Avancé hacia la terraza del piso de Carlos. Me apoyé en la fría barandilla. Sinceramente no sabía que hacia allí.
Miré hacia abajo. Los coches pasaban a toda velocidad por allí, la gente transitaba las calles, con normalidad, como si el mundo pareciera ajeno a todo lo que estaba pasando en mi vida. Me sentía bloqueada, no sabía que hacer.

Me metí de nuevo en el apartamento y cogí mi bolso y mis llaves. Estaba decidida a salir de allí hasta que un olor perfumado me vino de repente, como a velas. Carlos no compraba velas, odiaba las colonias perfumadas y los olores fuertes.

Limbo de cristalWhere stories live. Discover now