Capítulo 34

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*Narrador en tercera persona*

Julia se despertó por las demandantes caricias que le hacía su chico. Carlos sabía que aquella noche se había comportado de manera extraña cuando Julia le expresó que olía a toallitas desmaquillantes. Por un momento pensó que había sido descubierto por su novia pero por su risilla nerviosa, al instante comprendió que no sabía nada. Aquello tensó a Carlos haciéndole consciente de que podría ser descubierto en cualquier momento, y no solo por ella sino que por su mejor amigo también. Debía acabar con aquella mentira de una vez por todas, pero no sabía como hacerlo, había estirado demasiado sus mentiras haciendo la bola cada vez más grande.

Julia, irremediablemente, acabó dándose la vuelta para quedar cara a cara con su chico que tenía sus manos aferradas en la cintura de la morena. Julia lo empujó levemente con el brazo y se movió para quedar estirada justo encima de él. Besó sus labios y luego alzó la cabeza para mirarle mientras los mechones de su pelo caían sobre la cara de Carlos.

—Eres una leona.—Dijo el chico pasando sus dedos por el pelo de Julia.

—Y tú una pesadilla.—Dijo Julia dándole repetidos besos por toda su cara.

—Ay Julia para...—Dijo Carlos intentando despegar su cara de la él. Julia no se detuvo y continuó haciendo lo que estaba haciendo. Carlos agarró a Julia de las piernas y con ella en brazos se trasladó por la habitación hasta llegar a la puerta. Julia se revolvió sobre él sin saber cual iba a ser su destino. Carlos no se detuvo y mantuvo su ritmo y dirección hasta llegar al cuarto de baño que había a mitad del pasillo. Carlos entró en el baño y soltó una mano del culo de Julia que la mantenía en sus brazos para encender la luz de la estancia. En ese momento Julia descubrió lo que Carlos pretendía hacer con ella y se revolvió en sus brazos para intentar bajarse.

—¡Carlos, no!—Exclamó Julia pegando pequeños puñetazos en el pecho de Carlos que no se detenía. Carlos entró con Julia en la ducha sin ningún tipo de esfuerzo, como si transportar a Julia no le requeriese ningún tipo de ejercicio físico. Como bien había vaticinado la mente de Julia, Carlos presionó el botón que encendía la ducha y de repente un chorro de agua fría se coló entre ambos haciendo que de la boca de Julia saliera un grito por la sorpresa de aquél cambio brusco de temperatura.

Poco tardó en calentarse el agua que salía de la ducha y que empezó a caldear el cuerpo de Julia que había comenzado a tiritar. El agua había empapado los pijamas de ambos, en especial el de Julia que tenía contacto directo con el agua que salía de la ducha. Su camiseta se había pegado a su cuerpo resaltando las exuberantes curvas de Julia y sus pezones. Aquello no pasó desapercibido por Carlos que agarró a Julia de la cintura y la atrajo a él para besar su boca. La morena, a mala gana por lo que su chico acababa de hacer, se dejó llevar.

—¿Qué coño a pasado?—Dijo un sobresaltado Dave que había salido corriendo de su habitación en cuanto había oido el grito de Julia.—Joder, si vais a hacer guarradas, por lo menos echad el pestillo.—Dijo saliendo de allí mientras bufaba algo que ni Julia ni Carlos entendieron.

—Bueno, ya aprovechamos el agua...—Dijo Carlos atrayendo de nuevo la atención de su chica.

—Si te quieres dar una ducha, te la das tu solito.—Dijo Julia dándole un beso en la frente y saliendo, empapada, de la ducha. Se deshizo de toda su ropa y se enrolló la toalla al rededor de su cuerpo ante la atenta mirada de Carlos que deseaba arrancarle aquella toalla y hacerla gritar, esta vez de placer.

Carlos se quedó, solo en la ducha y Julia aprovecho, tras vestirse con ropa seca, para prepararse el desayuno. En la cocina estaba Dave, sentado sobre un taburete devorando un bol de cereales mientras leía una revista.

Limbo de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora