Capítulo IV

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Narra Joaquín.

Llegue a casa con Diego, y bueno decir que no lloro toda la tarde hasta quedarse dormido, fue poco.

Ya eran las 11:39 de la noche, Emilio aún no llegaba, igual en estos momentos lo menos que quería era verlo.

Diego había llorado por horas, jamas pensé que le fuera a afectar tanto.

Me encontraba sentado a un lado de la cama de mi niño, no quería irme a la habitación que compartía con Emilio, todo lo que quería era alejarme de él.

No sabia que hacer o que decirle, me encontraba en un estado indesiso, creo que todavía no es tiempo de afrontar las cosas, todavía sigo movilizado por los hechos, sería mejor esperar o hasta que mi corazón y cuerpo aguanten para hablar con Emilio, también esperaría por él bien de Diego, esta demasiado sensible, como por andar escuchando a sus dos padres discutir.

Es mejor esperar, capas solo le hablaría sobre él divorcio, un día que Diego no se encuentre en casa, no quería ver sufrir a mi angelito.

Al final termine llendo a la recámara que compartía con Osorio, ni siquiera puedo decir su nombre. Gracias al cielo, el todavía no ha llegado y dudo que lo haga.

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Desperté con los ánimos por él suelo y de malas.

— Pensé que seguías dormido - y ahí estaba él hombre que en tan solo dos segundos destruyó la vida de mi hijo y la mía.

— No... de echo hoy tengo que llegar mas temprano - trate que mi voz no se quebrara, era la primera vez que cruzábamos palabras después de enterarme de su engaño.

— Oh, bien - término de ponerse sus zapatillas.

Me levante y entre al baño, me dispuse a cepillar mis dientes y bañarme, luego de unos diez minutos salí envuelto en una toalla, caminé hasta mi armario y comencé a buscar la ropa que me pondría, saqué una camisa color azul, acompañado con un suéter amarillo, pantalón de jean y mis vans. A pesar de mis 23 años, nunca perdí mis gustos por la moda.

Emilio ya se encontraba en la planta baja, mejor, la verdad, la conversación de esta mañana fue demasiado incómoda.

Una vez listo, baje las escaleras en dirección a la cocina, Emilio se encontraba tomando mate, osea, sabía que él era muy tragon, le gustaba todo que fuera comestible, pero mate?? en pleno verano y en MÉXICO... quien te entiende Osorio.

Diego, por otro lado, ya estaba terminando su chocolatada batallando de no ensuciar su uniforme.

— Hijo, ve a lavarte los dientes y luego ve al auto, enseguida te alcanzo - le indiqué a Diego, él solo asintió.

— Joaco... ¿ que tiene Diego ? - me preguntó Emilio.

— ¿A que te refieres? - devovlí la pregunta haciendome él tonto.

— Nose, no me saludo como siempre, pareciera que está enojado conmigo o algo - si supieras Emilio, si tan solo supieras

— Pues.. no lo había notado, conmigo actúa como siempre - él arrugo su frente, jaa en tu cara - debe ser por que no te ve casi nunca, pero tranquilo, no te preocupes, ya le pasara - le dije con burla, por suerte no se dio cuenta.

Ambos salimos de la casa, Emilio se encargo de cerrar la puerta con llaves, cada uno tomo caminos diferentes, esperamos un rato hasta que Emilio se fuera para que no sosperachara nada, una vez que se fue, arranqué mi auto con destino a casa de mi madre, era obvio que yo no iría a trabajar y Diego no asistiría al colegio.

¿ Que nos pasó ? - EMILIACO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora