Capítulo 2: La Universidad

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—¡Ranma!—gritó Akane a la puerta del baño, lucía impaciente—Vamos a llegar tarde ¡Apúrate!

—Voy… ¡Voy!—respondió la voz detrás de la madera.

El chico salió con un pantalón de mezclilla y playera tipo polo. Lucía casual, pero bien. Se terminaba de secar el cabello, trenzándolo como era su costumbre. Vio a su esposa (todavía le costaba acostumbrarse al nombre) inclinada sobre el tocador y metiendo unas cosas en el bolso a juego con su ropa.

Se veía hermosa, para él. Sus cortos cabellos acomodados bajo la diadema, despejando su carita delgada, de pómulos sonrojados y grandes ojos castaños. Los artes finos y brillantes que colgaban de sus oídos hacían perfecto juego con su brazalete. La blusa, con un ligero escote que le dejaba ver la clavícula, era de un rosado fuerte tirándole a fiucha. Un pantalón entubado de mezclilla, zapatillas blancas y bolso grande color crema. Elegante, linda, femenina.

Se le acercó por detrás, besando su cuello de manera rápida y tierna. Akane se sobresaltó y miró a su esposo con una sonrisa. Un corto beso en los labios fue su saludo.

—Baka, debemos llegar temprano a la Universidad ¿Recuerdas?

Trataba de sonar enojada, pero le salió mal. Una juguetona sonrisa se asomaba en sus labios y el reclamo sonaba como todo, menos como un regaño.

—Sí, sí—sonaba fastidiado. Ranma nunca fue de los que les gustara levantarse temprano, y ahora menos que un delicado cuerpo dormía todos los días a su lado—Pero si las clases empiezan hasta la próxima semana ¿Porqué vamos?

—Para recoger el horario y revisar que nuestra inscripción sea definitiva.

Ranma podrá ser un gran Artista Marcial, pero en los trámites de cualquier índole era… nada bueno. Akane que lo conocía bien jamás le hubiera confiado la inscripción a la Universidad, pero tampoco le gustaba hacerle sentir desplazado. Que la acompañara al Campus fue la idea más aceptable que encontró.

Claro que Ranma también para este día se quedó dormido. Ella tenía planeado llegar a Rectoría como a las ocho. Y por la hora seguramente estarían ahí hasta las nueve. Se encogió de hombros, su marido era incorregible. En vez de enojarse, como hubiera hecho en el pasado, ella sonrió. Así era su Ranma y así lo quería.

Se puso la bolsa en el hombro y apagó las luces. Ranma estaba ya en la puerta con las llaves. Salieron, pusieron el candado en la entrada y caminaron por el pasillo hacia el elevador.

En ese momento salían del apartamento vecino un hombre pasado de cincuenta años con una muchachita de aproximadamente quince. Ella tenía un uniforme de secundaria y el hombre un traje formal, llevando un portafolio en manos.

La chica al verlos esbozó una enorme sonrisa y alzó la mano, saludándolos, caminó hacia ellos casi entre saltos con una contagiosa y jovial alegría. El hombre con resignación caminó atrás de ella, parecía estar acostumbrado.

—¡Buenos días!—saludó la muchachita—Me llamo Miromi Higurashi. Ustedes deben ser los nuevos vecinos ¿Es verdad?

—Sí. Me llamo Ranma Saotome y ella es mi esposa, Akane Saotome.

Los dos saludaron con una sonrisa afable. Miromi devolvió el gesto con entusiasmo.

—Él es mi padre.

—Henko Higurashi para servirles—repuso el señor—Espero que tengan una linda y amena vida en este piso.

—A eso se está asemejando.

Miromi empezó a hablar, era una chica tierna y sencilla. Akane inmediatamente encontró una conversación muy femenina con ella. Los dos hombres veían a las chicas, interviniendo cuando les llamaban y agregando unos detalles mínimos a la conversación, cuando lo creía pertinente. Entre toda la charla, Miromi les daba la bienvenida una y otra vez, anhelado que pudieran ser buenos amigos.

Ranma 1/2: ¿Una vez más?Where stories live. Discover now