sensaciones nuevas (11)

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Amándonos(♡)
- Sensaciones nuevas -
Capítulo XI.

SOY un amante de las mujeres, para mi ver la intimidad de las que pueda es un deleite, un placer y doblemente excitante si logro ver las va ginas de mujeres de mis compañeros. Quizás soy demasiado morboso.

- Puse en riesgo tantas cosas por ir a verte, incluso hasta mi propia seguridad, no sé cual haya sido tu motivo entoces por contactarme, de haber sabido me hubiera reservado tantas cosas, solo espero no tener problemas y por favor no le digas nada a nadie de lo que sucedió, yo haré de cuenta que nunca pasó -me dijo la esposa del Marra-.

- No te preocupes, la confianza que depositaste en mi no la romperé y ten por seguro que nada saldrá de mí, adiós -le dije-.

Al final de cuentas había logrado mi objetivo, no del todo pero ya le había visto la vagina a la esposa de mi compañero y ese placer ya nadie me lo quitaba.

La señora pensaba que yo le rogaría por como se despidió de mí, pero no era así, pues yo no ruego, a menos no despues de haber logrado mis objetivos.

Mis problemas no cesaban, mi esposa había desaparecido por días de mí, pero aún así yo me sentía seguro de ella, yo sabía que solo bastaría una llamada, fingir llanto, un par de promesas, muchos te amo y todo volvería a la anormalidad, por eso no me preocupaba tanto, ya habría tiempo de arreglar las cosas, una semana después mi esposa me perdonó y todo igual como siempre o por lo menos eso creía yo.

La esposa del Marra al ver que yo no le escribía lo hizo ella, y una vez más volvimos a tener comunicación, yo estaba seguro que ella regresaría, pues no cualquiera prueba o palpa mi miembro y lo deja ir, yo estaba seguro de que ella quería sentir el fuego de mi juventud y el grosor de mi placer en su interior.

Las ganas que tenía de poseer a la esposa del Marra eran muchas, ya no solo por venganza sino por placer y un cierto interés económico que después explotaría, Yo sabía que si le hacía un buen trabajo podría tener dádivas, así que la segunda cita era crucial.

Una vez cité a la señora para la tarde en el mismo lugar.
Se llego la tarde y ella llegó a la mismo lugar, era nuestra segunda cita físicamente. Yo no sentía tantos nervios como la primera vez, pero tampoco me sentía con confianza absoluta.

Estábamos en su auto una vez más besándonos, tocando nuestros cuerpos con deseo y pasión, pero en esa ocasión queríamos sentir más adrenalina.

Poco a poco nos fuimos conociendo más esa noche, los dos platicabamos y a la vez ardiamos en deseos, yo tenía tantas ganas de sentir a una mujer como ella y estoy seguro que ella moría tambien por sentirme dentro.

La invite a conocer nuestra base por la parte donde no hay vigilantes, esa área donde se lavaba ropa. Dónde por la noche casi nadie llega. Caminamos y llegamos aún lugar un poco oscuro, comenzamos a besarnos y tocarnos, pero sentíamos la sensación de que alguien podría llegar y nos vería, así que nos fuimos a una esquina, donde si pasaba alguien por casualidad no nos vería....

Ahí estábamos en esa esquina, besándonos y acariciando las partes sensibles de nuestro cuerpo. El lugar nos brindaba la adrenalina que nos podrían ver y una sensación placentera de hacer algo fuera de lo normal.
Ella con sus manos saco mi miembro de entre las braguetas de mi pantalón. Yo estaba ardiendo en deseos y ella se daba cuenta. Yo recorría mis manos por su cuerpo hasta llegar a su 1ntimidad. "En ese momento se nos olvido todo, y solo éramos dos locos queriendo tener sexo".

Así de pie intentamos consumar el acto sexual, pero era tan incómodo, pues nuestras ropas nos estorbaban, entre besos e intentos entre muy poquito en ella, y ella ya me sentía, lo sabía por los jugos que de su intimidad se desprendían. Estábamos disfrutando tanto que no nos importó cuando un compañero pasó a buscar algo. Nosotros solo nos quedamos en silencio y sin hacer movimientos hasta que se fue....

No nos íbamos a dar por vencidos en esos momentos, yo quería entrar en ella, sentir lo cálido de su intimidad, probar la sensación de sus mieles que emanaban de sus deseos...

-Vamos más para haya -me dijo señalando el lugar-.

-Pero ahí se tira basura -le respondí-.

-No importa -me dijo mientras me jalaba de las manos-.

Fuimos a ese lugar tan incómodo para mí, pero era excitante para ella, llegamos al lugar, (en este momento creo que fue el lugar más incómodo que pudimos escoger).

Al llegar al lugar los nervios se volvieron más fuerte y la adrenalina aún más. Me quité la guerrera (de mi uniforme) y la extendí en el suelo para que ella se recostara, cuando ya estaba recostada comencé a quitarle uno de sus tenis y el pans para poder entrar. Mi pantalón estaba abajo hasta mis rodillas, sobre ella mi cintura se movía entre sus piernas, entrando poco a poco, muy despacito, muy suave. Sus gemidos muy excitantes y agradables, sus líquidos empapaban mi boxer y parte de mi pantalón....
La adrenalina que alguien nos viera nos tenía muy atentos y poco concentrados en el acto, pero aún así lo disfrutábamos mucho.
No podía dejarla ir sin que sintiera los movimientos de mi húmeda lengua en su culo...

"Estaba boca abajo, su cuerpo era un paisaje como pocos, su espalda arqueada era tan exquisita, con mis manos abrí su zanja y descubrí aquella cavidad llena de deseos y placeres que estaba por explorar" la hice disfrutar de mi boca, sentía como se empujaba hacia mí y pude darme cuenta que lo disfruto mucho.

Sentir su piel contra la mía, sentir su respiración y excitación atravez de sus gemidos era magnífico y agradable. Disfrutamos unos momentos más, pero no logramos terminar el acto, pues el lugar no era el apropiado.

Nos sentimos a detallé, nos disfrutamos con excesos en ese lapso de tiempo, pero no logramos culminar el acto. Nos vestimos y regresamos para estar sentados en la parte de al lado de la base. Estábamos ahí mirando las estrellas y platicando cosas tontas tal vez....

Por la noche por Whatsapp platicamos de lo ocurrido y no podíamos creer lo que habíamos hecho.

- Fue riquísimo lo que me hiciste, te juro que nunca había sentido una sensación así, nunca había sentir tanto placer, mi esposo ni loco lo haría. Y quiero experimentar más cosas contigo mi amor -me dijo la señora, refiriéndose al beso negro-.

Platicamos de lo que habíamos hecho y otras cosas que queríamos hacer, pero
entre plática y platica hubo un momento en el que por alguna razón nos enfadamos y terminamos la noche disgustados.

Pero,
No hay nada mejor que una reconciliación llena de placer y sexo, sería la tercera cita y esta sería aún mejor.
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Continuará.

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