Parte Cuatro : Deseo

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Gracias señor Uzumaki por haberme recogido en su casa, gracias Boruto por brindarme tu confianza y hermandad, gracias señora Uzumaki por estar ahí cuando lo necesitaba. Gracias, Himawari por enseñarme a amar. Jamás creí que una palabra tan simple "implicara" tanto amor en el medio, ese amor cálido e incondicional que solo ustedes saben darme. Hoy esa pequeñas luces conviven entre nosotros producto de nuestro amor, Himawari. ¿Quién iba a pensar que sería pésimo en esto?

Himawari tardó dos meses en hallar un buen departamento, más bien una nueva casa, no quería vivir en algo tan pequeño como lo había sido el departamento de su hermano, que olía a encierro y a abandono, a pesar de que se la pasaba limpiándolo para que no oliera así. Él siempre decía que era la zona. Escogieron una casa casi en la zona sur de la aldea de Konoha, cerca de la vivienda de los Uzumaki, pero tampoco tan cerca. No quería que pensaran que se alejaban tanto, no era que fuera dependiente, lo necesitaba en caso de que hubiera urgencias. Kawaki no se molestó, le gustaba el lugar y tenía un hermoso jardín en la parte trasera.

Naruto le pidió su hijo que ayudara con la mudanza y el rubio no pudo negarse, ¿y cómo no hacerlo? Era su adorada hermana quien, finalmente, se mudaba de la casa de sus padres. Al final terminó independizándose más joven que él, no le importó, era algo bueno. Siempre pensó que su hermanita maduró de golpe. ¿Por qué no se quedaba pequeña para siempre? Pensó. Su hermana no tardó en leerle el pensamiento y le propinó un golpe en el brazo.

—¡Auch!—rechistó.

Kawaki lo ayudó a arrastrar el sofá nuevo hasta lo que era la sala de estar, al apoyarlo, el pelinegro se burló de él. No podía creer que se agotara con facilidad. Boruto lo fulminó con la mirada y le arrojó lo primero que halló.

—Cállate, imbécil.

—En fin—dijo y se sentó en el sofá—. ¿Cuánto llevas de casado? ¿Dos meses? ¿Piensas tener hijos?—a Kawaki se le pegaba lo bromista de Mitsuki.

—¡Sí!—le reprochó avergonzado—. Solo que, no sé por qué Sarada no puede quedar embarazada.

—Seguro hasta en eso eres un inútil—se cruzó de brazos.

Una vez más lo fulminó con la mirada y se abalanzó sobre él para golpearlo, pero su hermana los detuvo, interponiéndose entre ellos. Himawari estaba heredando el carácter impasible de su madre cuando se enojaba. Ambos sintieron terror ante su expresión con aire de asesina. Retrocedieron y siguieron lo suyo. Boruto se fue para buscar las últimas cosas que quedaban y Kawaki sujetó la mano de Himawari para arrojarla en sus brazos y llenarla de besos. Ella le correspondió y lo abrazó con fuerza.

Su hermano terminó de traerle todo lo que faltaba, antes de irse miró de reojo a su cuñado, lo estaba celando y sabía que a su hermana no le gustaba la idea. Himawari lo terminó echando del departamento por ser un exagerado. Boruto rechistó y se despidió de su adorada hermana, le clavó la mirada a Kawaki:

—Cuidala o te mato—amenazó y se retiró.

Boruto cerró la puerta del departamento y al hacer el click, ambos intercambiaron una mirada, finalmente, estaban solos. Ahora vivirían juntos. Himawari sintió nervios, no podía creerlo, estaría conviviendo con el chico que siempre amó y Kawaki no entendía muy bien cómo debía reaccionar: ¿debía alegrarse? Al sentir los nervios, la peliazul se puso de pie y corrió hasta la cocina para desempacar los untensillos y vasijas que depositó su hermano. Estaba tan ansiosa que parecía que se desmayaría. Kawaki lo notó enseguida, era normal, después de todo era la primera vez que estarían solos, empezarían a convivir y su comportamiento era de lo más esperable. Para que ella pudiera sentirse más segura, decidió conversarlo. Se apoyó contra el umbral que separaba la cocina del comedor y se cruzó de brazos mientras la observaba acomodando los platos.

La Chica de los Girasoles (KawaHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora