Parte Extra I : Nuestra primavera

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Mamá tiene la manía de obligarme a hacer cosas que no quiero, a veces, es estricta conmigo y no me molesta que lo sea, solo que quiero tener tiempo para hacer lo que me gusta. Ella es la jefa del clan Hyuuga y la entiendo, siempre está ocupada. Mi padre siempre me ayuda en lo que puede y entrenamos juntos. ¡El es genial!

Himawari le dejó algunos informes sobre el escritorio  de la Octava Hokage, la Uchiha lo contempló agotada. Levantó la vista y se cruzó con sus ojos cielo, ¿cómo podía lucir tan espléndida a sus veinte años? La envidiaba en el buen sentido. Ella tenía estrés y ambas tenían cargos importantes, mientras ella era la jefa del clan Hyuuga, Sarada era la Hokage. Sin embargo esa chica tenía muchas más energías. Se desplomó agotada sobre el sillón. Himawari estaba frente a ella con una sonrisa en sus labios.

—¿Qué ocurre Sarada? ¿Mucho trabajo?—se preocupó—. Deberías tomarte unos días de descanso. Estoy seguro que mi hermano debe pensar lo mismo.

—No es eso—dijo abrumada y se tomó la cabeza para peinar sus cabellos hacia atrás—. ¿Sabes? Quiero ser madre y ni siquiera puedo quedar embarazada. Estoy empezando a creer que soy estéril.

—¿No deberías hacerte unos estudios?—sugirió—. Es mejor quitarse la duda.

Himawari apiló los informes y se lo dejó a un costado de su laptop. Una vez más contempló a su cuñada sin mostrarse desesperada, intentó sonreírle. La peliazul se despidió del despacho y se retiró en dirección a la florería Yamanaka. Compraría unos fertilizantes para sus próximos plantines, estaban en invierno, pero igual los necesitaba. Debía cuidarlo siempre. Después pasaría por el súper mercado para comprar los ingredientes para el almuerzo y la cena. A pesar de que se había separado con Inojin hace tiempo, todavía seguía manteniendo una buena relación con la señora Ino. Inojin no podía evadirla, pero si deseaba no cruzársela siempre que pudiera. No era que le guardara rencor ni nada similar, solo que le dolía reencontrársela y más ahora que estaba casada con Kawaki. Ya no sentía nada por ella, sí le tenía un aprecio importante. Se cruzaron en la entrada al negocio, la invitó a pasar al ver que hacía mucho frío afuera, adentro estaba encendida la calefacción:

—¿Vienes por los fertilizantes?—preguntó y buscó en los cajones donde estaban los fertilizantes. Ella asintió y se acercó al mostrador para saludarlo. Se lo entregó—. Aquí tienes, Himawari.

—Gracias, Inojin—y le pagó justo. Comenzó a oler los múltiples aromas de diferentes flores y sintió náuseas. Fue extraño—. ¿Acaso cambiaron el perfume?—preguntó.

—No, ¿por qué?

Ella negó ignorando la pregunta y se despidió del rubio. Abrió la puerta de la florería y puso un pie afuera, cuando lo hizo sintió que las náuseas aumento y algo subió por su esófago de manera precipitada, se tapó la boca al sentir el ardor. ¿Acaso sentía ganas de vomitar? Se retorció y cayó de rodillas. Inojin se sobresaltó al ver lo descompuesta que estaba, salió del mostrador y se acercó a la Uzumaki, la sujetó del brazo y le preguntó alterado:

—¡Hima! ¿Te encuentras bien?

Era claro que no estaba bien. Tan pronto como quiso responder, sintió una arcada y sin poder evitarlo, vomitó en el piso. Inojin miró con asco el espectáculo, ¿por qué salía a la calle si estaba tan mal? No supo qué hacer primero, si llamar a su esposo o buscarle agua. Haría ambas cosas. Así que la ayudó a pararse, mientras acariciaba su espalda así sanaba su dolor, para acompañarla hasta el baño que estaba atrás del negocio en la parte de adentro de la casa. Himawari se inclinó hacia el inodoro y siguió vomitando. Inojin corrió hasta la cocina y llenó un vaso de agua para llevárselo, después manoteó algunas pastillas para el dolor estomacal y volvió con ella.

La Chica de los Girasoles (KawaHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora