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— Sí, ahí está bien. Un poco más Tae, sí, perfecto. — me miró con su tierna sonrisa y yo se la devolví.

Se paró a mi lado y ambos miramos hacia la pared donde acababa de poner el cuadro familiar que había mandado a hacer mi madre. Seguía sin gustarme la foto, quedé horrorosa. Si hasta parece que me había pasado una manada de elefantes por encima.

La puerta se abrió y vi a mi hermano entrar junto a SeokJin, no por favor, no quiero que Jin vea la foto. Seré su burlada el resto de mis días, de él y de su extraña risa rechina vidrios.

— Oh, ya la trajeron. — JungKook se acercó llamado la atención de nuestro estúpido vecino — Wao, quedé genial.

Y sí, ¿la escuchan? Es su maldita risa. Lo mato.

— ¿Y esto qué es? — me miró con burla — ¿Qué te pasó JungIn? Quedaste más fea de lo que eres. Por Dios, con esa cara vas a espantar a los invitados, joder.

— Cállate ya, SeokJin. — dije molesta y me crucé de brazos — JungKook, ¿dónde estabas? Tae te está esperando aquí desde la mañana ¿No tenían ustedes que estudiar?

— ¿Nosotros? — frunció el ceño y miró al pelirubio — Pero si hoy no teníamos que...

Se detuvo y sé la razón de hacerlo. Tae había emitido un extraño sonido con la garganta para que JungKook no lo delatara, ¿se cree que soy estúpida y no me di cuenta? Así que lo del "estudio" solo había sido una escusa para quedarse el día entero aquí, conmigo.

¡Maldito crío inteligente!

Toma nota JungIn, nunca le digas a Tae que estarás sola en casa porque no tienes que ir a la Universidad, porque el chico lo hará todo por estar el día entero contigo.

Lo miré con las cejas alzadas y negué con la cabeza, te salvas que no te puedo gritar delante de todos TaeHyung.

— Entonces estuviste todo el día aquí. — comentó Jin — Tú e In solitos, muy interesante.

— No hay nada de interesante. — finalicé — Mamá no vendrá hoy a dormir porque tiene turno de noche así que tienes que regresar temprano a casa, a y trae la cena por favor.

— ¿Quién dijo que voy a salir?

Parpadeé dos veces.

— ¿Quién dijo que no? Aprovecha hoy que estoy de buenas y no te voy a delatar con mamá, eso sí. Compra la cena.

— ¡Que no! Que siempre tengo que ser yo, a ver, ¿por qué no sales tú y la compras? Me niego a ser utilizado. — se cruzó de brazos con la frente en alto haciéndose el bárbaro.

— ¡JungKook!

— Está bien, yo puedo ir contigo, ¿quieres? — se ofreció Tae, ¿quién le pidió compañía? Ya pero da igual, de todas maneras no iba a lograr que JungKook fuera esta vez, es verdad. El pobre siempre tiene que ir a comprar la cena.

Hoy voy a ser buena he iré yo, pero solo hoy.

— ¿Seguro? — asintió con emoción — Voy a ir a cambiarme.

Subí las escaleras y caminé rápido hasta mi cuarto, abrí mi closet y tomé lo primero que vi.

¿Por qué Tae sigue comportándose así? Pensé que ya a estas alturas no sentiría nada por mi, pero cada día pienso que le gusto más. Siempre está aquí, cosa que nos es rara, pero en vez de estar con JungKook. Se acerca a mi y trata de comenzar una conversación conmigo y estar junto a mi. Debo admitir que la compañía del pelirubio no me molesta, es más. Creo que cuando no aparece me siento rara, como si necesitara verlo, aunque cuando llegue no le hable, normal en mi.

Terminé de vestirme y bajé. Ya estaban viendo el fútbol sentados en el largo sofá con algunas cervezas. Miré a Tae quién se les había unido y bufé, ¿no que iría conmigo? Salí por la puerta algo molesta y comencé a caminar.

— Oye. — sentí su voz detrás de mi y me detuve — ¿No me esperas?

— ¿No estabas ocupado?

— Solo me senté a esperarte. — sonrió — Prefiero mil veces estar contigo que sentarme a ver mi juego preferido con mi equipo preferido en las finales.

Habló tan rápido que me fue difícil entenderlo y cuando lo hice, me sentí mal.

— No tienes por qué perdértelo Tae, anda vuelve con los chicos y yo voy sola. No tengo problema con ello. — puse mi mano en su hombro y lo animé para que volviera.

— No quiero, quiero ir contigo. Ya te dije, prefiero estar contigo.

¿Puedo decir que mi piel se erizó y mi corazón se movió al escuchar sus palabras? ¿Qué es esto? Al ver su rostro y percatarme de su sonrisa, que era para mí. Me sentí bien, realmente bien.

¿Por qué?

Porque a Jimin nunca lo viste sacrificando algo por ti.

— Bien, vámonos entonces. — se paró a mi lado y tomó mi mano.

Cuanto hubiera querido caminar de la mano con él.

(...)

— Listo.

Dije cuando la señora me dió la comida acabada de preparar separada en diferentes envases y una bolsa para echarla. Me encanta la comida de aquí, desde que tengo uso de razón he tenido que comprar la cena porque mi madre siempre está en el trabajo y cuando mi padre todavía estaba con ella, no nos hacía de cenar, lo que había era traernos aquí.

Tae llevaba la bolsa mientras yo camina a su lado en silencio. Al observarlo así, me doy cuenta de que no parece tener dieciséis -a veces- como hoy. Parecía todo un hombre.

— Tae...

No terminó de hablar porque me miró y yo le había extendido el dulce casi pegándoselo a la cara.

— ¿Para mí? — lo miró como si fuera una reliquia — Gracias In.

— De nada. — se me cae la cara.

Las cosas que hago por tí.

— Pero que sorpresa.

¿¡Qué!? ¿De dónde apareció?

— JungIn.

— Hoseok.

Sick Boy; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora