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Siete meses habían pasado desde que el accidente de arena central ocurrio. La nueva pareja se había adaptado muy bien a su nueva vida. Demasiado bien. Kaghome se había ido a vivir con Inuyasha, ya que el departamento que él tenia era suyo, y ella lo alquilaba. Era un gasto menos.

Su rutina se basaba en levantarse juntos, desayunar, Inuyasha la acompañaba a su trabajo, luego se iba al de él, y a la salida la buscaba nuevamente. Llegaban a su hogar, cenaban y se dormían. Pero los fines de semana, donde tenían tiempo libre, hacían toda clase de cosas divertidas y distintas, desde irse de viaje, hasta hacer paracaidismo. Era algo que a ambos le gustaban, y que disfrutaban mas de hacerlo al lado de la persona que amaban.

Kikyo se había resignado ante la nueva relación de Inuyasha, ya que, luego de esa escena que causo en la arena, se había comunicado con él, pidiéndole perdón y jurándole que no lo molestaría mas. Y hasta ese momento lo había cumplido. No habían vuelto a saber de esa peli negra.

Aquí el problema era otro: Kouga. Ese hombre que mas que enamorado, parecía obsesionado con Kaghome, no dejaba de molestarla. Por ese motivo había comenzado a acompañarla y buscarla del trabajo, no quería que su niñata estuviera cerca de él. Si, era celoso. No lo podía negar.

-Inu. Ya despierta – Volvio a decirle la azabache, que preocupada porque su novio no la había ido a buscar, se acerco hacia su negocio con la esperanza de verlo allí, y asi fue. Estaba dormido sobre la mesa donde trabajaba las piezas de oro. Cansador trabajo el de un orfebre - ¡Inuyasha! – Le grito molesta, ya que era la quinta vez que lo llamaba.

- ¡¿Qué?! ¡¿Qué paso?! – Se levanto muy asustado y preocupado al escuchar el grito de ella, pero al verla reir, se molesto – No me asustes asi, niñata – Le gruño, parándose frente a ella que se sostenia el estomago debido al ataque de risa.

- Lo lamento... Es tu culpa... Por no despertarte cuando te lo pedi – Le decía entre risas.

- Eres una... Malcriada – Se acerco peligrosamente a ella, que no lo había notado debido a que tenia sus ojos cerrados. La abrazo por la cintura y la apretó contra una de las mesas donde tenia sus herramientas.

- Inu... Yasha – Susurro hipnotizada al ver sus ojos. Eran tan bellos y, en ese momento, tenían un tinte lujuria - ¿Qué... Que haces?

- Voy a hacerte el amor – Le susurro contra su cuello, para luego lamerlo y chuparlo. Kaghome se prendio de sus hombros, gimiendo despacio. Amaba que la atacase asi de repente, encendiendo su cuerpo en llamas. Y la interrogante que tuvo la segunda vez que lo beso, la había respondido hacia muchos meses. Inuyasha era tan bueno en la cama, como lo era besando. Era un hombre salvaje, que no se saciaba nunca. Y eso le gustaba demasiado. Lo hacían en todos lados, y no solo se referia a su hogar. Parecian dos adolescentes que no se podían quitar las manos de encima.

- Inu – Gimio, al sentir como corria sus herramientas, tirándolas a un lado, y la sentaba a ella para poder encajar su cuerpo en el de ella. Recien había besado su cuello y su miembro ya estaba hinchado.

- Eres deliciosa – Le gruño en el oído, para luego morderlo. Se dirigio a su boca y comenzó a besarla con desesperación. Nunca era suficiente con ella. Necesitaba todo lo que pudiera ofrecerle, y mas. Tenia un aire tan inocente en la cama, que eso lo enloquecia aun mas. Pero cuando salía a flote su lado sensual y salvaje, no lograba controlar sus instintos, y varias veces habían terminado haciéndolo con tanta brusquedad, que se sorprendia que alguno no hubiese terminado lastimado.

Desabrocho su camisa, dejando a la vista su sostén blanco. Sus besos comenzaron a bajar por su cuello, para llegar a sus pechos. Con rapidez levanto esa estorbosa prenda, para comenzar a jugar con esos botones que tanto le gustaban. Tenian un sabor único y delicioso.

Desengaños y amorWhere stories live. Discover now