Capítulo 54

4.7K 305 10
                                    

No pude conciliar el sueño, no encontraba la posición adecuada para dormir y daba vueltas en la cama una y otra vez, pensando en lo que podría pasar mañana. Imaginaba cómo sería y que pasaría una vez que yo tuviera un pie sobre el estrado, en cada escenario que imaginaba todo era un desastre y tal vez fue eso lo que me puso mucho más nerviosa.

Me desperté antes de que sonara mi alarma y me dirigí hacia el baño. En la ducha practiqué que iba a decir y cómo iba a mover mis manos en caso de nerviosismo, pero sabía que aunque practicara ahora mil veces, apenas viera a todos ahí los nervios regresarían a mí. Cuando estuve envuelta en la bata azul de baño, busqué en mi armario el conjunto de ropa que pensaba usar para este día en particular.

Más tarde después de haberme vestido, me senté frente al espejo y cepillé mi cabello húmedo, posteriormente usé la secadora y comencé a manejarlo como Becca me enseñó para peinarlo en una trenza que cayera sobre mi hombro derecho. Además del peinado, me maquillé discretamente y rocié perfume en mi cuello, en las muñecas y otro poco encima de la filipina que usaría en un rato, misma que guardé con sumo cuidado en mi pequeña mochila.

Mis padres pasaron a recogerme antes del tiempo acordado para salir a desayunar en familia antes del gran momento. Miraba el reloj de vez en cuando, el tiempo parecía irse con mayor velocidad y mi nerviosismo estaba a todo lo que da, lo hacía notar por como tamborileaba mis dedos en la mesa antes de tocar los cubiertos.

 Miraba el reloj de vez en cuando, el tiempo parecía irse con mayor velocidad y mi nerviosismo estaba a todo lo que da, lo hacía notar por como tamborileaba mis dedos en la mesa antes de tocar los cubiertos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Hija, todo va a salir perfecto.

—Por allá viene Noah.

Estábamos ya dentro del pequeño auditorio, el escenario era exactamente el mismo que utilizó Sophia cuando fue su turno. Mi mamá se encargaba de acicalarme una y otra vez y mi papá captaba cualquier momento en su cámara, produciéndome más nervios de los que ya sentía. Ya vestía mi filipina, esperando que el panel de profesores que fungirían como sinodales estuviera completo para que decidieran comenzar, sus lugares aún permanecían vacíos pero ya tenían ahí una copia de mi tema y una botella de agua. Entonces miré a mí alrededor, algunos compañeros de carrera, entre ellos Sophia, ya ocupaban un asiento esperando ver cómo se desarrollaba todo el evento y mis amigos ya estaban ahí apoyándome.

Al frente, el estrado ya estaba esperando por mí. Para mi demostración, planeaba hacer una de las recetas de Pierre-Cortot del arte culinario mediterráneo.

—¿Lista? —Pregunta Noah.

—¿Me veo lista?

—Tranquila, todo va a salir perfecto, recuerda que hoy es tú día. —Me dice, pinchando mi nariz con el dedo índice—. Además te traje una sorpresa desde París.

—¿Qué?

—Prométeme que no vas abrir los ojos hasta que yo lo te diga.

—¡Lo prometo!

Me pongo ambas manos en los ojos, apretándolos para ni siquiera intentar abrirlos, así estoy por unos minutos.

—Elisse Wilkinson, dile hola a tu ídolo.

Me quito las manos del rostro y al abrir los ojos me encuentro directamente con aquella mirada detrás de las gafas redondas... ¡No me lo podía creer! ¡Noah había traído a Jean Pierre-Cortot! Miré a Noah esbozando una gran sonrisa y luchaba para contenerme y no lanzarme encima de Pierre-Cortot para abrazarlo, quien me sonríe esperando algo más de mi parte que esa mirada de sorpresa y la falta de palabras.

—Nos volvemos a encontrar. —Me dice Pierre-Cortot—. ¿Esta vez no vas a cantar viejos éxitos de Lionel Richie?

—¡No me lo puedo creer, Sir. Pierre-Cortot! ¡Es un honor tenerlo aquí!

—Estoy de visita en la ciudad por la inauguración de mi restaurante y Staton me ha pedido que acompañe a mi más grande fan en este día tan especial.

¿Acaso estaba soñando? ¿Jean Pierre-Cortot a punto de ser testigo de uno de los días más importantes de mi vida? ¡Esto tenía que ser un sueño!

—Noah, ¿me podrías indicar en dónde puedo sentarme?

—Por supuesto.

Acompañamos a Pierre-Cortot a sentarse en uno de los mejores lugares del auditorio, Nicholas no daba crédito a lo que estaba viendo y me lo hace saber con extrañas gesticulaciones.

—Vamos Elisse, esto está a punto de comenzar.

Noah me toma del hombro y me hace caminar hacia el estrado.

—¿Cómo conseguiste que viniera?

—Somos buenos amigos ¿por qué crees que me pidió que regrese a Le Champeaux? Además también le he pedido que te firme otra copia de su libro más reciente, para compensar la pérdida.

—Noah, estoy realmente sorprendida. Te llenaría de besos si pudiera en este mismo momento.

Comienzo a caminar hacia el estrado sola cuando Noah toma su dirección hacia el panel del jurado, mis amigos me mandan señales de buena suerte y no puedo evitar notar que ya había contagiado a mis papás con mi nerviosismo.

Me acomodo la filipina antes de comenzar y estando al frente me pongo La Toque Blanche en la cabeza, comienzan a bombardearme de preguntas, especialmente la señorita Wallace que quería evaluarme a la perfección. La sala estaba en silencio y a veces sentía que me hacía pequeñita a través de las preguntas, por su parte Noah era menos teórico y más práctico, aunque debo aceptar que el que me guiñara un ojo cada que terminaba las preguntas no me ayudaba mucho.

Para mi examen práctico elegí hacer la receta de Pierre-Cortot de la trufa blanca de Alba, que en si era una extraña combinación de trufa blanca con pan de payés, queso parmesano, verdolaga silvestre y muchas cosas más. Cuando terminé con mis trufas, repartí un poco para que el jurado degustara de ellas y después me dirigí hacia Jean Pierre-Cortot para que probara un poco de hice a partir de lo que él creó.

—Señorita Wilkinson... —Wallace llama mi atención—. Vamos a hacer un pequeño cambio a las reglas. No habíamos tenido nunca a un invitado de la talla del señor Pierre-Cortot. Él va a formular la pregunta final.

El silencio en la sala se hace absoluto, Pierre-Cortot toma el lugar de Noah frente a mí y con cierto grado de seguridad en la voz, se dispone a plantear la pregunta que decidiría todo.

—Es una de mis recetas preferidas, una de las que más disfruta el comensal en mi restaurante en Francia y tengo entendido que pronto viajarás a París, ¿no es así?

Le dije que sí con la cabeza. Mi corazón latía tan fuerte, que creía que con el silencio que existía en la sala todos podían escucharlo.

—¿En dónde nace esta receta?

El nerviosismo me invadió, quería buscar en los rincones más oscuros de mi mente para tratar de averiguar de dónde venía esa receta pero de repente se me ha olvidado todo. Pierre-Cortot me miraba con una ligera sonrisita pintada en el rostro y seguro que la señorita Wallace esperaba que me equivocara, por el contrario de Noah, quien ya compartía los nervios conmigo intentando descifrar a mi lado la respuesta que por ahora no lograba recordar.

¡Maldita sea! No recordaba nada, mi madre miraba hacia el techo esperando que una fuerza divina me mandara la respuesta, Mike me miraba fijamente tratando de mandarme una señal de «tú puedes» y Nicholas cerraba los ojos esperando, al igual que mamá, que algo apareciera por ahí. ¡Mierda, mierda, mierda!

De mí enamórate [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora