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Ya solamente faltaban algunos minutos para aterrizar en el aeropuerto de Londres, yo estaba muy emocionada. Desde pequeña Inglaterra había sido siempre mi sueño, algo casi imposible. Estudiar en Reino Unido era algo que anhelaba muchísimo, sentía que al estudiar allá mi vida cambiaría de una manera positiva. Nuevos cambios no me venían nada mal y yo era alguien que estaba un poco cansada de la vida que llevaba, no voy a negar y decir que mi familia no era buena conmigo, todo lo contrario. Pero mi vida social en sí no era nada buena, Cleo era la única amiga y a veces incluso sentía que no conectábamos mucho. En mi infancia me tocaron vivir cosas horribles, solía ser alguien popular y hasta admirada por mis compañeros, todo eso llegó a su fin cuando se asentaron en mi vida una serie de eventos perjudiciales para mi persona. Desmoronaron todo, sufrí de depresión y milagrosamente logré curarme por mi misma. Pero bueno, eso ya es otra historia. Me bajé del avión y fui a la sala de esperas vip (mis papás eran algo exagerados y sobre protectores, querían que estuviera lo más cómoda posible), inmediatamente llegaron mis maletas y me dirigí al parqueo.

Tomé uno de esos taxis y no pude evitar en acordarme de la película  Taxi Driver (que pesada soy con esto de las películas, huh?) le di la dirección de la universidad al conductor y a los pocos minutos ya estaba pagándole y bajándome del auto. Y ahí estaba yo Alice Thompson, en pie frente  toda la arquitectura gótica victoriana que soñaba con admirar, pero que solo había podido conocer mediante las historias dickensianas, escuchando a the Smiths y viendo cantidades de filmes inglesas. No logre contener mis lagrimas y me eché a llorar de felicidad. Lo había logrado, había logrado el escape que tanto deseaba, el descanso de la rutina diaria que llevaba desde el inicio de mis días; Bravo!

Una vez que me registré y completé todos mis formularios finalmente pude irme a mi campus, como mi carrera era historia y política estaba en un campus donde se encontraban estudiantes de toda clase de temas de humanidades, así que me alegré al imaginarme que podría haber alguien con quien podía hablar de cosas que me entusiasmaran. El lugar por fuera era los clásicos apartamentos estilo victorianos pero modernos y adaptados a nuestras necesidades de hoy en día, no tenia muchas habitaciones pero sí era espacioso. Al entrar había una mini sala con televisor y siguiéndole había una puerta que dirigía a lo que se veía como una cocina bien equipada con toda clase de instrumentos, me alegré y me imaginé cocinando pasteles como solía hacer en casa. Subí las escaleras y era un pasillo largo con dos baños compartidos, la primera puerta del pasillo era mi habitación y entré. Estaba demasiado cansada como para ver cada detalle pero a simple vista era un cuarto más grande de lo que esperaba, con una cama personal, estanterías, escritorio, armario, mesas de noche, un sofá con una mesita con revistas y hasta una refrigeradora pequeña. Me dio un poco de pena pensar que mis padres habían pagado tanto para que estuviera realmente a gusto, pero a decir verdad; me encantaba como había quedado el lugar. No mucho tiempo después me cambié de ropa y me puse pijamas, al instante me había quedado dormida.

-hay alguien ahí?- me levanté de un salto y abrí la puerta.
-buenos días! Me llamo Alice, Alice Thompson. Mucho gusto
-Encantada, soy Ariana McDowell-exclamó la chica

Ariana y yo pasamos hablando por un buen rato sobre lo que estudiábamos y nos conocimos un poco. Ella estudiaba psicología pero íbamos a tener que tomar varias clases juntas. Después de eso nos fuimos a alistar y opté por ponerme el hoodie de la universidad, unos jeans y unos tenis blancos. Luego fuimos a buscar que desayunar a una cafetería que quedaba a unos kilómetros del campus porque necesitábamos estar temprano en el auditorio para recibir la bienvenida e indicaciones.

Después de haberme instruido y conocer un poco mejor la universidad decidí irme de vuelta a mi habitación y avanzar con algunos libros que me pedían en clases de literatura, menos mal leer es algo que disfruto mucho y no era un problema hacerlo. A las horas me entró hambre y fui nuevamente al café cercano, era un lugar bastante cómodo y también me llevé los libros para avanzar mis tareas allá.

Una vez que llegué al destino fui a la caja a pedirme mi café y un sándwich, cuando siento algo mojado y caliente encima de todo mi suéter, Vi hacia arriba y vi a un chico que se miraba unos tres años mayor que yo, le estimo unos veinte. Era pelo castaño, ojos cafés y con pestañas largas, bastante alto, y muy muy guapo por cierto.

-Lo siento muchísimo, venía muy rápido y el café estaba caliente- lo decía con un tono apenado y sincero
-Uhh, n..no hay problema, yo también debí haber visto, discúlpame- no podía evitar verlo, estaba tan atractivo
-No fue tu culpa de verdad, estoy demasiado avergonzado. Ven, te voy a dar una camisa, en mi auto tengo una extra

Fuimos hasta su carro que estaba a unos pasos del lugar. De la puerta trasera sacó la camisa, una sudadera de Eddie Vedder con Cornell. Me sorprendí al ver que se trababa de dos de mis músicos favoritos y no me contuve a preguntarle. -Fanático del grunge?-dije con una voz amistosa. -los conoces?-estaba sorprendido, pero al mismo tiempo tenía una sonrisa enorme entre sus labios. De esas sonrisas a las que no te podes resistir.

Caminos Cruzados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora