SURVIVE SOMEHOW (DARYL DIXON)

Familia

- ¡Vamos,  Aiden! - exclamé mientras lo ayudaba a levantarse del suelo- ¡Corre! ¡Corre!

Mi hermano corría con dificultad abriéndose paso por el bosque,  mientras tras nosotros, escuchaba las pisadas de los caminantes cada vez más cerca.

La herida de la parte baja de mi costado dolía horrores.

Sabiendo que no podría seguir mucho más, me detuve en seco y me giré al tiempo que sacaba la pistola y con las últimas balas que me quedaban,  derribé a parte de los caminantes que nos seguían.

El grito de Aiden me hizo reaccionar al instante y rápidamente cogí mi arco y atravesé la cabeza del caminante que estaba a escasos metros de mi hermano.

Al tiempo que corrí hacia el,  un caminante apareció de la nada y caí al suelo,  quedando mi cuerpo bajo el muerto viviente.

Forcejeaba tanto como podía,  mientras sentía como su mandíbula se acercaba cada vez más a mi rostro,  hasta que escuché un fuerte ruido y todo  el peso del cuerpo del caminante cayó sobre mí.

Solté un fuerte suspiro,  al tiempo que ví a Aiden soltar la piedra manchada de sangre,  con sus manos temblorosas.

Con dificultad, quité el cuerpo de encima mío,  soltando un quejido de dolor y envolví a mi hermano entre mis brazos.

- ¿Estás bien? - pregunté asustada- ¿Te han mordido?

- No- negó mientras me abrazaba más fuerte.

Lentamente me separé de el y miré sus ojos fijamente,  intentando retener el nudo que se formó en mi garganta.

El desvío su mirada hacia mi camiseta,  la cual estaba empapada de sangre y unas lágrimas rodaron por sus mejillas.

- Eh... - susurré - Estoy bien - mentí,  sonriendo levemente- Todo va a salir bien...

Justo en ese momento,  escuché unos ruidos cerca de nosotros y a toda velocidad cogí el arco y apunté hacia todas direcciones,  mientras protegía a Aiden con mi cuerpo.

Entonces,  ví aparecer a una chica,  que nos apuntaba con su arma y tras ella, dos hombres,  el cual uno de ellos iba armado.

- Suelta el arco - dijo el hombre con un tono seco.

A modo de respuesta,  tensé aún más la cuerda del arco.

El hombre se enfureció y dió un paso al frente.

- Esta bien,  Abraham - interrumpió el otro hombre, al tiempo que bajaba el arma de su amigo- No vamos a haceros daño.

- Ni lo sueñes- dijo el pelirrojo en un tono seco,  volviendo a levantar el arma.

- Abraham... - llamó la chica.

El hombre,  aún con su mirada clavada en mí,  bajó su arma lentamente y acto seguido,  yo hice lo mismo,  mientras mi hermano se aferraba con fuerza a mi brazo.

- ¿Estáis solos?- preguntó la  chica,  a lo que asentí levemente.

Ella miró a su compañero,  quien con un leve movimiento de cabeza me señaló y su amiga se percató al instante en la sangre de mi camiseta.

- ¿Te han mordido? - preguntó la chica tensa.

- No - susurré débilmente.

En ese momento,  sentí como mi vista se nublada,  debido a la abundante pérdida de sangre y sin poder resistir más,  mi cuerpo cayó desplomado al suelo.