En la batalla del risco, el rey en el norte, Robb Stark fue herido, una flecha atravesó su armadura e hirió su hombro, el rey fue llevado al castillo para ser curado, pero sus heridas eran tan graves que llamaron a Leonor de Castamere, una bruja de...
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Aguasdulces 299 d.C.
Los días en Aguasdulces eran largos y repetitivos, recién había transcurrido una semana desde que el ejercito del rey Robert se asentó en el antiguo castillo de su abuelo, durante el día, los soldados afilaban sus espadas y entrenaban en el patio de armas, mientras que en las noches los alrededores se llenaban de hogueras para la cena, todos disfrutaban de la efímera tranquilidad que reinaba en el lugar.
Leonor por su parte, se sentía tan lejana a ello, pues Lord Hoster Tully, el señor de Aguasdulces, llevaba días sin levantarse de su lecho y semanas enteras sin salir de su habitación, que estaba situada en la parte más alta de la torre central, lo cual significaba que diariamente Leonor tenía que subir cientos de escaleras.
—Buenos días Leonor, Lord Tully ha preguntado por ti —exclamó Rydan Cox, el soldado encargado de cuidar la puerta del señor del castillo.
—Buenos días.
Abrió la puerta de la habitación y entró.
El rey en el norte le había dado dos opciones, continuar a su lado cambiando sus vendajes, o cuidar del envejecido Lord Tully, no había tenido que pensarlo mucho, pues en esos momentos lo último que quería era estar cerca de él.
Cruzó la amplia habitación hasta llegar a la ventana, abrió las pesadas cortinas dejando entrar el aire fresco y los rayos del sol, se permitió tomarse un segundo para mirar por la ventana, todo se veía hermoso desde la distancia, desde ahí era sencillo olvidarse de los problemas y de la guerra que los rodeaba.
A lo lejos divisaba los ríos que circundaban el castillo, ahí se congregaban los soldados bajo distintos estandartes tratando de huir del intenso calor de verano.
Suspiró, y miró a su alrededor, las estancias donde el Lord recibía a sus invitados estaban separadas de la habitación por una pesada puerta de madera oscura, mientras que el lecho estaba en el centro, con grandes baúles a la izquierda y un escritorio a la derecha, por otro lado el pequeño catre donde dormía Leonor estaba escondido cerca de la chimenea, todo el lugar estaba decorado sencillamente con los colores de la casa Tully.
Cerró los ojos y se permitió imaginar el sonido de las olas rompiéndose contra la playa, sintiendo el calor de un hogar, y sin poder evitarlo recordó su antigua vida, del otro lado del mar angosto.
—Mi querida Lisa, ¿Eres tú? —Lord Tully despertó y llamó su atención.
—No, mi señor, mi nombre es Leonor, el rey me envió a cuidar de usted —le repitió por décima ocasión.
Él asintió, varias veces por día la confundía con su hija, la señora del nido de águilas, inclusive a pesar de que las mujeres de las cocinas y Rydam le afirmaban que no se parecían en lo más mínimo.
—Mi señor, le traje sopa de nuez, me han informado que es vuestra favorita.