Cap. 42

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Narra Jaehyun.

—¿En Brooklyn? ¿Se ha ido a Brooklyn? —le grito a Rosé dándole una patada a la barra de la cocina. —¿Por qué?

—Porque no quiere estar aquí —responde con sencillez dando un sorbo de limonada.

—Muy lista, Rosie. —le contesto. —¿Cómo puedes estar tan tranquila? ¡Se ha ido a Brooklyn!

—Ya lo sé. Está en casa de su padre y está bien. Necesita…

—¡No te atrevas a decirme que necesita tranquilizarse! ¡Eso fue lo que me dijiste ayer por la noche y ahora ya no está aquí! Si me hubieras dejado ir tras ella…

—Habrías hecho alguna estupidez como empotrarla contra una pared y obligarla a escucharte.

Rosé me mira con complicidad. —Bueno. —admito incómodo. —, no es descabellado pensar que hubiera hecho algo así.

—Gracias.

—Pero eso no importa. —protesto. —Lo que importa es que está en Brooklyn. Y yo estoy en California. ¿Cómo se supone que voy a decirle la verdad ahora?

—¿Y qué verdad es esa?

—Ya lo sabes, Rodé. No me trates como si fuera tonto.

—¿Sabes qué, Jae? —Tiene los ojos café muy oscueos y en ellos brilla una pizca de hielo. —No lo sé porque nunca has sido sincero conmigo cuando me hablabas de lo que sentías por ella. No has dejado de decir mementiras. ¿Y ahora qué? Ahora sigo sin saberlo. Sé lo que veo, pero no lo que hay en realidad.

Suspiro y me siento en el taburete que hay junto al suyo apoyando los codos en la barra y la cabeza entre mis manos. —La quiero. Estoy enamorado de ella.

Rosé sorbe al succionar la limonada a través de la pajita con la que se la está bebiendo. Se levanta, me apoya una mano en el hombro y se acerca a mí. —En ese caso más te vale tenerlo todo bien preparado para decírselo cuando vuelva.

Me da un beso en la cabeza y cuando se marcha oigo como se cierra la puerta principal. Aún es muy pronto y soy el único que está levantado. También soy el único que ha pasado la noche en vela. Me froto los ojos y miro el reloj. Las nueve de la mañana. Irse a la cama ahora no tiene ningún sentido, así que me levanto y pongo la cafetera en marcha.

—¿Hay suficiente para dos?

Me pongo tenso.

—Eso depende. ¿En tu coche hay espacio suficiente para dos?

—Así que ya lo sabes.

—No hace falta ser un puto genio para averiguarlo, Mingyy. ______ está en Brooklyn y tú te marchaste en coche cinco minutos después de que ella se fuera. Fuiste tú quien la llevó al aeropuerto.

—Ella me lo pidió.

—Me importa una mierda. —Me vuelvo para mirarlo y él da un paso atrás—. Me da absolutamente igual que se haya ido allí o cómo llegó hasta allí. Lo único que me importa es que esté allí y no aquí como debería.

______ odia esa ciudad, así que me imagino que en este momento me debe odiar más a mí si prefiere estar allí que aquí. Me vuelvo hacia la cafetera y pongo dos tazas sobre el mostrador con rabia. Las lleno y deslizo la de Mingyu por la repisa.

—Vaya, vaya —dice cogiendo la taza.

—¿Qué?

—Nunca pensé que vería el día en que Jung Jaehyun  se preocupara más por una chica que por lo que hay en sus bragas.

Dejo la taza. —Pareces sorprendido.

—Me sorprende que te preocupes por ella. ¿Pero me extraña que sea ______ la chica que tanto te gusta? —Le miro y él niega con la cabeza. —No, amigo. En absoluto. Por mucho que odie reconocerlo, se ven muy bien juntos.

Yo resoplo. —Ahora solo tengo que convencerla a ella.

—Tú no fuiste el único que jugó con los sentimientos de otra persona, Jaehyun. —Mingyu coge la taza y se pone en pie—Los dos decidieron jugar con el otro y lo hicieron. Tú no quisiste escucharla a ella cuando lo averiguaste y ahora ella no quiere escucharte a ti. Yo diría que están empatados, ¿no? —Arquea las cejas y pasa junto a mí dándome una palmada en el hombro. Empatados.

—Oye, Mingyu. —Me doy media vuelta—Gracias, hombre.

Me saluda y se marcha.

Empatados. Un nuevo nivel del juego. Solo que esta vez las apuestas son
mucho más altas. Porque ahora hay dos corazones en juego. Doy golpecitos con el pie en la pared del porche con la mirada perdida. Ya hace una semana que salí corriendo de la residencia de ______ y hasta ahora no pensaba que esto sería posible, pero la echo de menos.

La echo tanto de menos que me duele. Pero ya no puedo colarme en la residencia para hablar con ella. Aún recuerdo demasiado bien lo que pasó la última vez. Y, sin embargo, ya no puedo hacerlo porque está en Brooklyn. En Brooklyn. No quiero ni pensar en lo mucho que debe de haberle dolido volver allí, a enfrentarse a un dolor que odia tanto. Se marchó por mi culpa. Porque yo me fui corriendo y la hice sentir mal por haberme hecho exactamente lo mismo que yo le había hecho a ella. Lo que le había hecho. Tanto si estábamos jugando como si no, en algún momento, ambos cosecharíamos el mismo resultado. En algún momento nos íbamos a enamorar. Porque, como me dijo Rosé, el amor de tu vida puedeestar justo delante de tus narices todo el tiempo. Tengo diecinueve años. No pienso en amores para toda la vida. Pero eso era antes. Luego ______ me dejó entrar en su mundo. Tanto si quería hacerlo como si no, tanto si era un juego como si no, ella me dejó entrar en su vida. Y ayer por la noche lo vi en sus ojos. Para ella esto no era ningún juego y para mí ella es lo más real que me ha pasado en la vida.

El Juego del Amor |Jaehyun NCT & Tú|Where stories live. Discover now