Hace días que no estoy sintiéndome muy bien. No es un malestar físico, más bien se trata de algo mental. Desde que llegué a la conclusión de que Gamora no volvería como el resto de los desvanecidos, comencé a pensar demasiado en el significado de la vida y de lo que eso significaba tanto para uno como para los demás.
¿solo desaparecemos y ya? ¿fin de la historia?
Tal vez Gamora ya no sienta nada, tal vez ya no sufre donde sea que esté. Pero para nosotros... lidiar con su partida es algo difícil. Ella fue alguien muy importante para todos. Consejera, protectora y, en mi caso, una especie de hermana mayor. Su partida dejó un gran hueco.
¿Yo dejaría un hueco también?
Fui la última en unirme al grupo, aún no me sentía muy integrada que digamos y ni mencionar que es la primera vez que pertenezco a algo.
Lindos pensamientos me nacen cuando estoy en la cocina...
—¿qué hacías?—Rocket entró al lugar.
—Desperdiciando mi vida, sintiéndome una basura espacial.—
—... me refería a la cena.—
—Ah, eso... carne al horno y patatas.—terminé de picar la verdura y la eché a una olla—. ¿Necesitabas algo?—
—Pues venía a apurarte porque tengo hambre pero ahora me preocupa tu pequeño comentario deprimente.—se subió con algo de dificultad al banquito de la barra—. ¿Quieres hablar conmigo?—
—¿desde cuándo te interesan los sentimientos de la gente?—
—No me interesa la gente.—hizo un vago gesto con la mano—. Me interesas tú... así que adelante, suéltalo.—
—¿tú... me aprecias?—lo miré seria.
—Cocinas delicioso así que...—
—No me refiero solo a la comida, me refiero a algo más amplio. A nivel emocional.—
—¿desde cuándo te importan estas cursilerías? Pensé que eras una chica ruda, no arruines la imagen que tengo de ti.—sonreí.
—Una chica ruda tiene derecho a sufrir crisis existenciales, mapache. Así que responde la pregunta.—
—Por supuesto que te aprecio, tonta. Te preocupas por nuestro bienestar, hasta cocinas para nosotros cosas deliciosas porque no te gustan las conservas.—
—No son tan saludables como las pintan...—
—Y son asquerosas, sí.—reí por lo bajo—. No sé porqué comenzaste a pensar estas tonterías pero... tú eres una persona muy preciada para nosotros... muy preciada para mi.—sonrió de lado, pero casi de inmediato borró su sonrisa y carraspeó—. Ahora sí, apúrate con la comida que tengo hambre.—
Abracé con fuerzas al mapache, alzándolo sin dificultad y meciéndolo de un lado a otro.
—Gracias, Rocket. Yo también los aprecio mucho a ustedes.—besé su frente antes de volver a dejarlo en el banquillo.
—Sí, no es nada... ni se te ocurra decirle a nadie de esto. En especial lo del abrazo y el... beso.—me señaló amenazante antes de retirarse.
Seguí cocinando con una inmensa sonrisa. Es lindo saber que una es querida...
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