El complejo camino por delante 3

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El quinto mes fue silencioso. Loki pensó en las consecuencias, ¿qué tipo de castigo le darían a alguien que atentó contra su vida? La respuesta era obvia. 
—¡¿Cómo se les ocurre?! —exclamó Thor. 
—No creo que el joven Thor esté en posición de opinar —dijo uno de los consejeros. 
—¡Son mi hermano y mi hijo los que están poniendo en riesgo! —exclamó. 
—Thor —dijo su madre, mirándolo con el ceño fruncido—. Sé que quitarle su magia es un acto imprudente...
—¡Entonces no lo hagan! —gruñó el rubio. 
—¿Qué pasará cuando no estés ahí? —dijo Odín—. Dime, ¿serás capaz de cargar con su muerte?
—¿Qué...?
—Puede morir, puede rajar su vientre en cualquier momento. ¿Deseas ser el que impidió que lo salvaran? 
—Si le quitan su magia estará más débil que antes, también podría morir —susurró el rubio—. Solo deseo su bienestar, quiero protegerlo...
—Entonces confía en nosotros —dijo Frigga.
Y la decisión se tomó. 

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El silencio se volvió costumbre en aquella habitación. No deseaba hablar, disfrutaba su tiempo leyendo, Incluso cuando Thor lo visitaba. 
—Yo me opuse —dijo el rubio, con los ojos vidriosos—. No fui el responsable, te lo juro.
Loki miró a Thor, sin emoción alguna. Bajó su libro al suelo, para luego tomar el rostro de Thor. 
—Me das asco —dijo—. Mírate, reducido al sentimentalismo. 
—¿Crees que no lo sé? Estoy velando por tu vida, por la de nuestro hijo.
—¡Deja de repetir esa mierda! —exclamó molesto, causando que Thor retrocediera—. No es tú hijo y jamás lo será.
—¿Prefieres que sea un bastardo? ¡¿Prefieres que el mundo se entere que el heredero al trono es hijo de cualquiera?!
—Al menos de esa forma no tendría que verte así —respondió—, miserable y patético. 
—Mide tus palabras, no fui yo el que abrió las piernas. 
Loki se sintió humillado, como si le llamaran puta. Estuvo al borde de las lagrimas y sin embargo las contuvo. El orgullo era más fuerte que su pena.
—¿Ahora resulta que tus palabras tienen peso? —dijo, esbozando una sonrisa falsa—. Vete a la tierra, ve con Jane Foster o cualquier mujer. No estoy interesado en esto, en tu gran deseo de bondad donde crees hacerme un favor.
—Loki, perdón, quizás deberíamos...
—¿Eres sordo? Vete de aquí o gritaré —intentó levantarse—, le diré a los asgardianos que este hijo es resultados de una violación. 
—¿Qué mierda estás diciendo...? —dijo molesto. 
—Lo que escuchaste. Gritaré por piedad y mentiré como solo yo puedo. De esa forma sabrán que no quise abrirme de piernas —frunció el ceño—, pero aún así me obligaron. 
—Estás enfermo. 
Thor no volvió a visitarlo.

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Para el séptimo mes Loki estaba más sensible. Él siempre fue el tipo de persona al que le costaba admitir sus momentos de debilidad, al que le costaba admitir sus errores. Extrañaba a Thor, extrañaba que se paseara por los pasillos o entrara sin avisar mientras se cambiaba de ropa. Él sabía que fue grosero, que lo había ignorado y tratado mal, pero quería disculparse.
—Permiso... —dijo una voz familiar.
La guerrera estaba desarmada, Loki no solía verla de esa forma, con vestuario ligero y dispuesta a hablar. Fijó su mirada en su vientre e hizo un gesto de sorpresa, se le notaba incomoda, esforzándose en ser amable. 
—No te culpo si te parece repugnante —dijo, cubriéndose con las frazadas—. Estoy seguro que tu presencia involucra a un rubio incompetente, de otra forma no me lo explico. 
—Es verdad —dijo, sentándose en un pequeño sillón—, Thor ha estado deprimido este ultimo tiempo, e insiste en que se debe a la preocupación por ti.
—Asumiré que no le crees.
—Acertaste, mi teoría es que ustedes pelearon. 
Loki frunció el ceño, volteándose para ignorar a Sif. 
—Lo amenacé para que se fuera —dijo, mientras intentaba contener sus lagrimas— y no creí que me haría caso...
—¿Qué le dijiste? —dijo Sif, frunciendo el ceño—. ¿Hace cuanto no viene? 
—¿Qué te importa?  —dijo Loki, cruzando sus brazos. 
Sif se quedó quieta, intentando analizar a Loki. Estaba segura que llevaban mucho sin dirigirse la palabra, parecían un matrimonio viejo y testarudo. 
—Puedo llamarlo si quieres, pero necesito confiar en su reconciliación. 
—¿Por qué te esmeras en esto? Yo sé que te caigo mal, no necesitas fingir que te importo.
—Cree lo que quieras —dijo sonriendo—. ¿Lo llamo o no?
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Thor se dirigió a la habitación de Loki, completamente nervioso. Llevaba mucho sin verlo y no estaba seguro sobre qué hablar. 
—Llegaste rápido —dijo Loki, mirando a Thor con una sonrisa. 
—Estaba cerca... —mintió—. ¿Cómo estás? 
—Perdón —dijo, completamente serio. 
—¿Qué...? 
—Eres el único que me soporta, el que ha sacrificado tanto y aún así... —dijo, comenzando a llorar—, aún así te trato mal.
Thor caminó hasta él, abrazándolo con ganas y besando su frente.  
—No eres el único que debe disculparse, mi comentario fue irrespetuoso —dijo, besando la mejilla de Loki—. Lo siento, sabes que no me iré de verdad, no podría.
—Thor... —susurró, para acercar sus labios a los del rubio. 
Loki inició la insinuación, mostrando interés en el más alto, mientras Thor permanecía inmóvil ante la propuesta. No estaba seguro si era lo correcto, pero deseaba con su vida probar un poco de Loki. 
—No esperaré por siempre —susurró Loki, esbozando una sonrisa.
Thor lo besó, colocando su mano en su cintura. Fue dulce y tranquilizador, probablemente lo que necesitaban hace tiempo. Loki usó su lengua, siendo mucho más salvaje, intentando que Thor notara sus deseos. Cuando se separaron Thor lo observó con detalle, era obvio lo excitado que estaba. 
—No lo haremos, no en tu condición —dijo Thor. 
—¿Por favor? —rogó Loki. 
—Sabes lo que podría pasar, ¿no? 
—Si... —dijo, acariciando su vientre—. Lo entiendo. 
—Falta poco, Loki —dijo Thor, volviendo a besar su frente.
—Seremos padres —dijo, esbozando una sonrisa—. ¿Escuchaste?, te estaremos esperando. 
—¿Desde cuando eres tan tierno? —preguntó Thor, con felicidad. 
—La paternidad te cambia, supongo. 

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En el noveno mes fue programada una cesárea , la misma que habían conversado tiempo atrás con Frigga. La criatura tendría que nacer prematura, de otra forma Loki no lo soportaría. Su vientre era más grande que el de un embarazo normal, dificultando la movilidad del jotun. 
—¿Dónde está Thor? —preguntó, mientras estaba en la camilla. 
—Está afuera, ¿deseas que entre? —dijo Frigga. 
—No... no lo dejen entrar —dijo adormilado, por el efecto de la anestesia—. Me pondrá nervioso... 
Loki se sumergió en el sueño más rápido de lo que esperaban, las sanadoras le informaron a Frigga que debía irse. Desde ese punto las cosas dependían de ellas. 
Operar a un jotun no era fácil, todo en esa operación era experimental. Tuvieron que estudiar mucho y hacer recreaciones de la operación durante esos meses. Lo que si les parecía extraño era el adn del niño, porque no parecía tener esencia aesir, al menos no desde las pruebas anteriores. 
—¿El paciente está estable? —preguntó una de ellas—. Voy a iniciar. 
 Cortaron con delicadeza, intentando que el pulso de Loki no cayera de golpe. La parte más chocante fue la de empujar los órganos hacia arriba, para de esa forma dar espacio a la extracción del bebé. 
—Su pulso está bajando... —dijo la asistente—, aceleren el proceso. 
La sanadora sacó al niño con cuidado, cortando el cordón umbilical con magia. De pronto Loki dejó de tener pulso, causando pánico entre las mujeres. 
—Entró en paro, necesitamos carga eléctrica. ¡¿Pueden ayudarme acá?!  —gritó—. ¡Carga eléctrica, por el amor de Odín!
—Lena... —dijo la mujer con el bebé—. No está llorando... 

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Loki despertó después de unas horas, mareado y con el abdomen adolorido. No estaba seguro de lo que ocurría, pero pudo notar cuan descinchado se encontraba. Miró a su lado, donde Frigga lloraba desconsoladamente junto a Thor, quien parecía mantener la calma. 
—¿Por qué lloras? —preguntó Loki, causando que Frigga pausara su tristeza—. ¿Qué pasó? ¿Cómo está la criatura? 
Thor acarició el rostro de Loki, intentando esconder su pena. 
—Madre, ¿puedes dejarnos solos? —preguntó Thor y Frigga salió de la pieza. 
La tormenta en Asgard anunciaba la perdida, le decía a Loki las malas noticias sin necesidad de palabras.
—Entonces no sobrevivió... —dijo, mirando a la nada—. No lo entiendo, me dijeron que estaría bien.
—Fue mi culpa —dijo entre lagrimas—. Las sanadoras dijeron que al ser una mezcla entre aesir y jotun podría salvarse, porque los aesir tienen características poderosas —Thor apretó la mano del pelinegro—, pero no tenía mis genes. 
—Pero... —susurró Loki. 
—No sé con quién te involucraste, pero no hubieron buenos resultados —dijo, limpiando sus lagrimas—, se congelaron sus pulmones.
—No termino de entender, ellas son sanadoras, debieron saber que mentíamos... Debieron salvarlo, estuvieron haciendo pruebas durante meses.
—Son cosas que ocurren...
—¡No! —exclamó, con el ceño fruncido—. ¡No son cosas que ocurren! 
—Loki... 
—Dijeron que era mi castigo y yo supliqué para que no lo fuera. Intenté matarme para no tenerlo. Pasé todos esos meses esperando morir, esperando que me pasara algo para que no naciera —dijo llorando—. Y justo cuando sentí que podía... —comenzó a tiritar—. Thor, justo cuando de verdad quise...
—Lo sé —dijo, abrazándolo fuerte. 
—Me lo quitaron, Thor... —susurró, aferrándose al rubio—. Ya no seré padre...

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Se realizó un pequeño funeral, algo hermoso a lo que asistió todo Asgard. El coro cantó mientras sus cenizas subían al cielo, convirtiéndose en puntos tan luminosos como las estrellas.
Loki escuchaba el pésame de los asgardianos, cada uno de sus discursos sobre la perdida y el complejo camino que se le venía. No le importó ninguno, se mantuvo en un trance, sumergido en su propio duelo.
—Quiero que sepas algo —dijo Loki, mientras caminaban hasta su habitación—. Te amo mucho. 
—Lo sé, no es necesario que lo digas, lo has demostrado —dijo, apretando su mano. 
—No, si es necesario. Porque no sé que ocurrirá mañana. Necesito que entiendas esto, que deseo un futuro contigo. 
—Me estás asustando —dijo preocupado, abrazando al pelinegro. 
—Si no fuera por ti, ese funeral también sería mio... Gracias por estar allí y perdón por involucrarte en esto —dijo mientras respondía el abrazo—. Perdón por escapar, por dejarte de lado.
—Tienes que dejar de disculparte, no es normal en ti... —dijo sonriendo—. Nos costará avanzar.
—Siempre es así.
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El tiempo pasó más rápido de lo que ellos creían, pronto Thor subiría al trono y Loki se mantendría a su lado, como su fiel consejero. Su relación se volvió más intima, llegando a un punto en el que decidieron casarse, causando risas entre ellos mismos. Ya llevaban diez años desde los acontecimientos, viéndose  como personas más maduras y oficialmente reyes de Asgard. Fue allí, entre los viajes a otros reinos, que se encontraron con una niña, quien miraba los escombros de su casa.
—¿Qué ocurrió? —preguntó Loki a un aldeano. 
—Se durmieron con la leña encendida, el frío es muy fuerte durante esta época. Niña, ¿tienes a alguien más? ¿Alguien con quien quedarte? —preguntó el hombre—. De seguro no sabe hablar, hay huérfanos en todas partes, no le presten atención.
La niña no habló, se sentó en la tierra, mirando lo que alguna vez fue su hogar.  
—¿Qué edad tienes? —preguntó Loki, sentándose a su lado.
La niña lo miró, con los ojos cristalinos y el rostro manchado. Realizó un pequeño gesto con su mano, señalando que tenía cuatro. 
—Yo también perdí mucho hace algún tiempo, aunque estoy seguro que no podré entenderte... 
—¿Qué pasó? —preguntó Thor, acercándose a ambos—. Oh... ¿Está sola? 
—Si —dijo Loki, mirando a Thor—. Debes saber lo que tengo en mente y supongo apoyarás mi decisión. 
Thor tomó la mano de Loki.
—¿Cual es tú nombre? —preguntó Thor a la pequeña, para luego darle la mano. 
—Hela... —susurró. 
—Bien Hela, desde ahora vivirás en Asgard —le respondió Thor. 
Y la niña afirmó, caminando junto a los reyes.  

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Se encontraban mirando las estrellas, mientras sentían el viento en sus rostros. Loki trenzaba el cabello de su hija, quién ya tenía diez, mientras Thor se estiraba en el pasto. 
—¿Cual es el fin de las estrellas? —preguntó Hela—. Hoy la maestra nos explicó, pero no me terminó de convencer. 
—¿Deseas mis palabras? —dijo Loki. 
—Por favor. 
Thor cerró los ojos, esperando escuchar con calma. 
—Nos recuerdan que tan viejos o jóvenes somos, que tan miserables son nuestras vidas. 
—Que optimista —se burló Thor. 
—Las estrellas están muertas, son esferas luminosas que fallecieron hace miles de años, pero que aún así logramos admirar —dijo sonriendo—. Nos muestran la antigüedad del universo y le dan cierta belleza a la muerte. 
—¿Belleza? —pregunta Hela. 
Thor comenzó a tararear en voz baja, mientras Loki terminaba de amarrar el peinado de Hela.
—Nos enseñan que dentro de lo malo hay cosas positivas —dijo, mirando a Thor con cariño. 
—Oh... —susurró la niña asombrada, mientras Thor y Loki intercambiaban sonrisas—. Me gusta más tu explicación. 
Fin.

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