Capítulo 1

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"Una leyenda dice que el sol y la luna siempre han estado enamorados, pero nunca podrían estar juntos ya que la luna se levanta justo al atardecer y el sol justo al amanecer. Los eclipses ocurrían cuando el Sol y la Luna, quienes eran pareja, necesitaban... bueno, un momento a solas en la oscuridad. Por lo tanto, esto es una prueba de que no existe el amor imposible."

-Patrañas. -

Exclamó Miguel al escuchar aquella estupidez que los humanos ingenuos escribían. Malditos hormonales ridículos.

-Marco, ¿De dónde sacaste esas cosas estúpidas? deja de hacerme perder el tiempo, tengo trabajo. El eclipse lunar está cerca y tú lo sabes, deberías ir a hablar con el dios del sol japonés en vez de andar buscando ridiculeces de humanos enamorados.-

El dios de la luna azteca solo pudo comenzar a reír, pues sabía más que bien que a su hermano le molestan ese tipo de cosas, pues hablaban de cierta forma del incesto que no había entre ellos, pero bueno, de igual forma lo molestaba, pues sabía bien cómo es que veía al "lindo" dios japonés de la luna, cosa que no debería de hacer y era buen motivo para molestar. ¿Por qué? Porque es Marco.

-Vamos Miguel, no te enojes, sabes que los humanos inventan ese tipo de cosas para ligar y esas cosas, lo que tu ni te atreves~ -

Dijo molestando a su hermano mayor, bueno, mayor en poder, claro que aún estaba algo sentido de que lo eligieron como dios del sol y no a él, solo por ser el modelo 2.0 y más "bonito", o así era desde el punto de vista de Marco.
Ambos dioses entraron a la amplia sala de juntas, en donde se encontraban las 2 divisiones, Aztecas y Japoneses, sin embargo, no habría mucha comunicación entre ellos, si no, hay tabla.

La junta comenzó y los dioses ya en sus lugares comenzaron a discutir sobre la hora, el punto exacto en el que será el eclipse y esas cosas, los dioses aztecas decían que lo necesitaban en cierto punto para que se pueda apreciar bien en las pirámides, con exactitud para los mayas, pues querían algunos sacrificios.

Los dioses japoneses solo necesitaban en otro, sin mencionar que se les seguía haciendo desagradable la idea de los sacrificios.

Tal reunión llevó más de lo esperado pero al final se llegó a un acuerdo, cuando las 4 deidades habían salido del lugar, una de ellas se acercó a quien no le había despegado la mirada durante todo el tiempo que estuvieron sentados todos en una mesa "hablando".

— Disculpa...—

Se acercó Miguel con cierta pena a la divinidad de la luna japonesa, con una mano en la espalda.

—¿Con qué puedo ayudarte?—

Hiro sabía bien que no se tenían permitido hablar fuera de las juntas más que para alguna duda o ese tipo de cosas, pero no por mucho tiempo. El ya se quería ir a su casa a tomar una ducha de aguas termales.

—Yo eh... solo quería darte esto.—

Al mostrar lo que traía en la espalda, el mexicano le acercó una persona que se había usado como sacrificio anteriormente. Obviamente el japonés se había asustado, incluso retrocedió un poco.

Miró la persona muerta, después la cara roja de Miguel.

—No me hables.—

Después de su fallido intento de ligue, el moreno solo vió al otro irse a paso algo acelerado al japonés, que de inmediato se reunió con su hermano, no sin antes lanzarle miradas de disgusto a nuestro querido Miguel.

Pero lo que este no se esperaba era que al voltear estaría su hermano con una sonrisa traviesa. Ya lo iban a fastidiar.

— Te rechazó la China.—

Y así comenzaba su largo día con su hermano. Se hubiese esperado a después, pero no siempre hay eclipses ni cambios de horarios.

— Tu cállate, ve a cuidar a tu conejo.—

Le tiró a la cara al hombre sacrificado que iba a ser una perfecta estrategia de ligue pero ya sabemos cómo terminó.

Se podía ver la frustración en la cara de Miguel, no solo por el rechazo, si no que también sabía como lo estaría jodiendo su hermano mientras atendía sus responsabilidades como Dios.

— No te enojes conmigo, durante el eclipse lo vas a ver y tendrás otro chance de ligarlo. Atrévete-te-te dale un atole. —

El de menor rango comenzó a hacer un bailecito algo extraño, dándole algunos golpecitos con su cadera a la de su hermano para joderlo mientras cantaba.

—No seas culei y dale dos tamales, deja de rajarte, que luego no va a perdonarte por ir y agüitarte—

Una carcajada salió de la boca del dios de la luna azteca al ver la cara de su hermano. Roja y de pendejo.

— Deja de cantar y vamos a trabajar.—

De lo avergonzado que estaba ya no sabía qué más decir, su hermano le daba pena ajena.
Al regresar al templo solo vieron que había un desastre. Dejaron a Dante suelto y con ofrendas comestibles al alcance. Ahora tenían que levantar el desastre de su xoloitzcuintle.

Tlajtlakoli Shinsenai -Pecado divino- [Higuel]Where stories live. Discover now