XXIV

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El sudor almacenado entre medio de sus párpados eran sólo una demostración de lo mucho que estaba sintiendo, así como el sonrojo de esas puras mejillas de piel pálida y cabello húmedo casi tapando por completo su frente con bailes elegantes. Sus rodillas en el suelo eran el único soporte, su estabilidad necesaria para no caer desmayado ante todas esas cosas que retorcían sus entrañas y dejaban marcas pecaminosas dentro de sus propios sesos. Jungkook suspiró, detallando con locura ese pecho delgado y delicado que tenía Taehyung. Como si con la mirada pudiera recorrer caminos que jamás habría imaginado, sabía que esa sensación insana de querer tenerlo era mortal. Al ver esos pezones erectos, sus costillas tratando de mantener un equilibrio constante para que los pulmones no fallen. Su cabeza comenzaba a doler ante tanta perfección, y su cerebro armaba demasiadas conjeturas. No sabía que diablos hacer en esos momentos, tampoco entendía esa necesidad de querer infiltrarse debajo de la bronceada piel.

Su necesidad de verlo desnudo.

Tragó saliva casi apenado, con las yemas de los dedos rozando el aire que rodeaba a Taehyung. Y para colmo este sólo podía actuar de la manera más cuerda, resistiendo la maldita tentación de que su ángel lo toque. De que por fin pase la palma sagrada por sobre su piel para saciar la sed de Jungkook. Sintió el gusto metálico de sus propios labios al ser mordidos con tanta intensidad, un brote carmesí se vio rozando sus propios dientes. Y el pelinegro sólo podía pasar su bella mirada por ese semblante que tanto lo estaba confundiendo.

La chimenea daba demasiado calor.

¿O eran ellos mismos los que emanaban ese vapor?

—No entiendo que me pasa... Pero quiero tocarte... —Dijo tratando de acercar su mano al pecho del menor, que se dejaba hacer con el autocontrol que podría tener. Entonces Taehyung se acercó hasta la orilla de la cama, quedando con sus piernas a cada lado del torso trabajado del contrario, casi encerrándolo entre su propia miseria. Sus miradas nuevamente se encontraron con leves toques románticos, de colores dorados y destellantes ellos vibraban con las fuerzas del fuego. Y eran testigos de como sus labios temblaban, de como el mismo deseo recorría caminos desesperados.

Jungkook tragó saliva antes de acercar sus dedos a la piel que parecía quemarlo, recorriendo de arriba a abajo como si fuese un bello cristal a punto de partirse en millones de pedazos. El tacto celestial lo cegó por varios momentos, notando que dentro de su propio vientre crecían las angustias del verano, los lamentos de dos cuerpos que pensaban todo el tiempo en el contrario. Taehyung, con los labios pecadores desesperados entre abiertos, lanzó un leve jadeo cargado de sensaciones jamás experimentadas. Como si los ríos de su consciencia se apaguen y comience la sequía dentro de su mente, aquella que le decía con todas sus fuerzas que tome a Jungkook y hagan lo impensable. Lo prohibido y lo tentador.

Pero su poder de autocontrol fue más fuerte, por lo que colocó cada mano a los costados de su cuerpo para crear un soporte contra la cama. Tratando así también de no tocar con sus deseosas extremidades todo lo que tanto añoraba. De igual forma Jungkook no era de gran ayuda, porque sus leves contactos comenzaron a hacerse más bruscos y con ambas manos. Palpando, contando con su propia mente las veces que podría abrazarlo hasta el cansancio. Porque necesitaba que sean mucho más, sólo una persona.

Y no sabía cómo.

Tragó saliva para luego pasar la lengua por sobre su boca, dejándola más reluciente para el bicolor. Fue testigo de como ese ojo celeste brillante subía y bajaba por el porte entero, degustando, saboreando esos momentos tan fervientes que de repente comenzaron a revivir su corazón marchito. Y a pesar de que su cabeza gritaba en idiomas incomprensibles que no lo haga, que era un maldito suicidio para ambos hombres que se observaban de la manera más pura y más sucia, encerró el cuello del mayor entre sus dedos juguetones. Con rostro nervioso e impasible, las yemas palparon ese dulce cabello húmedo negro que había sido protagonista de sus sueños más profundos y pensamientos sin sentido. Notó como su propia sangre se acoplaba en las mejillas, de seguro estaba tan sonrojado como el mismo Jungkook y tenía razón. Ambos poseían esos pómulos rubí parecidos a los ocasos de otoño y montañas rusas malditas.

Heterochromia • ADAPTACIÓN • JJK + KTHWhere stories live. Discover now