Capítulo dos.

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Llegaron al aeropuerto, justo a tiempo para partir a las tierras de su tutor.
Todos tomaron sus cosas para ir a donde se encontraba su vuelo.
Cabe mencionar que se toparon con sus otros hermanos, ya que son demasiados para una sola camioneta.

Al abordar todos quedaron en parejas, pobre de aquel que tocó con México.

Ese fue Bolivia.

Pero Bolivia no pensaba así de su hermano, le tenía paciencia y hasta le sacaba un poco de conversación.

—¿Qué hiciste hoy? - Preguntó mientras sacaba un libro de su mochila.

—Comí una manzana.

—Comiste una manzana, ¿y después?

—Me alisté a tiempo, solo que ustedes llegaron tarde.

—Bolivia, ¿podrías de dejar de hablar con ese subnormal? Su voz hace que mi migraña aumente. - Dijo Chile enfadado.

México parecía no reaccionar, pero es normal. Solo se quedó callado y miró a todos lados mientras jugaba tembloroso con sus manos. Bolivia bufó y se centró en su libro.

"Autismo".

Así se titulaba su libro. Le interesaba como tratar a México porque él si le quiere.
Trataba de no mirarlo a los ojos para no ponerlo nervioso; es normal que ellos quieran evitar tener contacto con la sociedad, prefieren estar solos.

Todo el primer capítulo de su libro se basa en eso; el aspecto social. Bolivia pronto vería en vivo como México se "relacionaba" con los demás países.

—Quiero una manzana. USA se comió mi manzana esta mañana.

El tricolor con el escudo de aguila se mostró algo ansioso por una manzana. Iba a levantarse de su asiento, pero el boliviano no se lo permitió.

—Tranquilo, deja voy por tu manzana.

Le sonrió amable. Con calma llamó a la azafata para pedirle una manzana.
Todo iba bien hasta que unos pequeños temblores invadieron el avión.

Turbulencia.

Miró a donde se encontraba sentado el mexicano, observando como se alteraba y jadeaba más de lo normal.
Tomó su mano con suavidad, acariciandolas.

—México, todo está bien, aquí estoy.

Sabe él que los autistas no toleran el contacto físico, pero México solo se dejaba con su Padre y Bolivia.
Pronto se calmó cuando las turbulencias pararon.

—¿Estás bien?

—Sí. Son imperfectos naturales lo que causa q-que el avión vaya de es-. Fue interrumpido por uno de sus hermanos.

—¿De verdad? No sabía, estúpido. - Lanzó Ecuador de la nada. No habló en todo el vuelo por haberse quedado dormido, pero le irrita que digan cosas tan obvias.

—No los escuches. Eres inteligente. - La suave voz de su hermano boliviano le calmaba, aunque no parecía.

(...)

Ya llevaban buen tiempo en el avión, no faltaba mucho para que aterrizara. México se encontraba jugando con un rompecabezas que le compró su padre hace muchos años, y también ingiriendo su manzana.

Es como un niño pequeño, pero organizado y con crisis muy extrañas y extravagantes.

» Pasajeros. Bienvenidos a Madrid, España. «

Festejos de los suramericanos no pudieron faltar; gritando cosas sin sentido pero con alegría.
Más sin embargo eso molestaba al pequeño mexicano, tapándose los oídos para evitar a sus hermanos.

—Que marico.

—¿Dejarían de molestarlo solo por un rato? Perdón si su autoestima es dañada por alguien que no les ha hecho nada.

Las personas ajenas a ellos dieron unas risas suaves, burlándose de los contrarios que se encontraban con las mejillas coloradas.

ѧuţısmo || ⓡⓤⓢⓜⓔⓧ Where stories live. Discover now