Lo Mejor De Mi Vida ©

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Diego...

Le insisto a Roberta que se quede pero no puedo convencerla, así que nos alistamos lo más rápido que podemos. Alma se queda con los niños y nosotros salimos con la llama de la esperanza más viva que nunca, es  que a nuestra Karol no se la pudo haber tragado la tierra y ella tiene que regresar a su hogar, porque la amamos, porque es un pedazo importante de nuestra vida y felicidad.

Nos encontramos con el detective en el lugar indicado, a unas quince cuadras de distancia de ese parque. Tomo a Roberta de la mano por la ansiedad que me asecha en el momento, la miro y ella no está distante de este sentimiento.

Detective: Es aquí - Tan pronto dice eso Roberta y yo bajamos de inmediato del auto.

El sitio está en ruinas, es un edificio de unos siete pisos que por su estado ha de estar abandonado desde hace mucho tiempo.

Diego: ¡Entremos!- le digo al detective- mi amor tú quédate aquí por si encontramos algún peligro adentro- le pido mirándola, pero ella niega.

Roberta: Yo voy a entrar Diego- dice muy decidida y no vamos a discutir esto ahora.

Golpeo con una patada esa puerta y logro abrirla. Voy yo primero, el lugar tiene mucho polvo y está muy oscuro. Está lleno de escombros lo que hace que sea más difícil el avanzar. Además el sitio es muy grande.

Detective: Pienso que para agilizar lo mejor será separarnos.

Asentimos y cada uno se fue por su lugar, le recalco a Roberta innumerables veces de que si ve algo extraño grite que yo estaré para ella.

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Roberta...

Camino por este lugar mientras llamo a Karol, si mi hija está aquí no desistiré hasta revisar cada rincón. Todavía me siento muy culpable de lo que le pueda pasar.

Roberta: Karol, mi amor, hija- avanzo despacio.

Un ruido del final del pasillo por el que voy llama mi atención. Camino más rápido al escucharlo de nuevo.

Mi respiración se acelera y la sangre se acumula toda en mi cabeza al verla. Es esa mujer que me arrebató a mi hija, es esa mujer y no puedo perderla de vista. A pesar de la oscuridad y de sus ropas sucias y oscuras sus ojos se encuentran con los míos, ella trata de huir, pero yo la sigo.

Corro por la oscuridad y la pierdo de vista, la sigo buscando con los ojos hasta  que me sujetan del cabello y siento una respiración en mi nuca.

Belén: Si gritas te mueres -Siento el frío de un cuchillo en mi garganta y esa voz, esa voz se me hace conocida pero no puedo descifrar de quien se trata.

Asiento y estiro mis brazos al frente dándole a entender que me estoy rindiendo, pero solo es para ganar confianza porque no voy a ceder ante nada. Mi respiración se controla y cuando la veo confiada golpeo fuerte con mi codo su abdomen y me volteo rápidamente sin dejarle posibilidades de reaccionar. Soy yo quien ahora tiene el control, le arrebato su arma y la acorralo contra el piso posicionándome sobre ella sin dejarle cabida a movimientos.

Cuando la miro detalladamente la rabia se apodera de mí al reconocerla, es esa maldita perra que se encargo de sembrar tanto dolor en mi familia, no había tenido la oportunidad de tenerla de frente para darle su merecido por meterse con lo más valioso que tengo en la vida, con mis hijos.

Respiro por la herida y la sujeto del cabello con tanta fuerza que no me importa dejarla calva, ella se queja, pero no me importa.