6. Rie con ella

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Gaston

Saliendo del colegio me dirigí a mi casa en compañía de Nina, pero antes habiamos llegado a su casa para que se cambiara el uniforme. Tenía planeado que comieramos juntos y más tarde que saliéramos a pasear un rato o cualquier plan que ella quisiera hacer. A mi con que fuera a su lado, cualquier cosa me parecía bien.

—¿Y esta linda muchachita quien es? - Adela, la dulce señora que trabaja en casa desde que tengo memoria, pregunta en cuanto nos ve entrar a la cocina. La semana pasada que Nina estuvo aqui en casa, ella se encontraba fuera con sus nietos -

—Hola, Adela - la saludo con una sonrisa - ella es Nina, mi novia, Nina ella es Adela.

—Mucho gusto - con timidez extiende su mano para saludar a la señora parlanchina que tenemos enfrente -

—El gusto es mio, cariño - toma sus manos dándole un dulce apretón - Gaston tenía razón cuando dijo que eres muy bonita.

—Gracias.

—Ya era hora de que me presentaras una novia, Gaston. Ya hasta estaba pensando otra cosa.

Nina se ríe. Miro a Adela que sonríe con burla.

—Muy graciosa - suelto con sarcasmo -

—Vengan, llegaron justo a tiempo, prepare unas ricas albóndigas con arroz y además estoy horneando unas galletas. ¿No eres alérgica a las nueces? - Nina niega -

Eche para atrás una de las sillas de la barra para que Nina se sentará, bese su mejilla antes de yo sentarme en la otra a su lado. Adela no dejo de platicarnos sobre una de las tantas historias de sus años de juventud — palabras de ella —, nos habló sobre sus nietos que son dos pequeños tornados que no se quedan quietos y también nos platico sobre como conoció a su esposo, que en paz descanse — historia que yo ya conocía, pero Nina no —, hasta que nos preguntó cómo nos habíamos conocido nosotros.

—En el colegio, solo que nunca habíamos hablado hasta que nos toco trabajar juntos en el taller de fotografia donde ambos entramos.

—Claro habíamos hablado antes - Nina me mira con el signo de interrogación en la frente - cuando chocamos en los casilleros y tu libro cayó al suelo, aunque no sé si cuenta cuando en realidad solo hable yo, ya que alguien salió huyendo.

—Estaba muerta de lo nervios, no sabía que decir.

—Bendito taller de fotógrafia - miro a Adela que nos escucha con atención - y todavía no sabes lo que me costo que se desembolviera con confianza conmigo.

Me costaron largas semanas que me parecieron eternas, para que por fin Nina no huyera de mi cuando quería acercarme a ella. Fueron largos días que me fueron pesando cada vez más cuando me di cuenta de lo que sentía por ella, pues me torturaba que me sacara la vuelta siempre que buscaba hablarle porque yo lo que mas quería era su atención. Quería estar cerca, quería hablarle, que me mirara como yo lo hacía con ella y Nina lo único que hacía era sacarme la vuelta.

—¿Puedo? - deje de prestarle atención a mi cuaderno donde estaba terminando unos ejercicios de calculo, para mirar a Nina que apunta hacia algo encima del estante donde mamá llena de libros, fotografías, plantas pequeñas y figuritas de cerámica. Asentí - veamos... pero si eres tú.

Un álbum lleno de puras fotos mías. Y bueno, podemos decir que algunas no son para nada decentes. ¿Por qué a los padres les encanta tomarnos fotografías vergonzosas y guardarlas?

Llego un punto en el que Nina se sentó a mi lado sobre el sillón y juntos comenzamos a ver mis fotos — algunas me dieron vergüenza, si —

—Te ves tan tierno - dice tocando una donde no debo de tener más de cinco años, llevo puesto un trajecito color azul y miro con el ceño fruncido hacia la cámara - si que has cambiado, yo solo crecí de estatura. ¡Oh, esta!

Yo llorando a moco tendido con el rostro rojo.

Son varias, toda una secuencia de cuatro fotografías del mismo momento donde estoy llorando como loco. La escucho reír y me es imposible no hacerlo con ella.






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