Capítulo X

1.7M 132K 549K
                                    

X - Roces

Las clases se me hacen eternas. Mis compañeros insoportables. Mi trabajo increíblemente pesado. Incluso Liam —el bueno de Liam— termina con los nervios a flor de piel por mi actitud de mierda.

—Brookie —me dice cuando tenemos un momento tranquilo—, no sé qué te pasa, pero cálmate. Casi le tiras la bebida a la cara a ese pobre hombre.

Quiero decirle que se joda al pobre hombre, pero no me queda otra que acercarme y disculparme porque, por si esto no fuera suficiente, mi jefa está aquí. No deja de criticar todo lo que hago. Todo. Y de lo único que tengo ganas es de escupirle en el vaso cada vez que me pide que le lleve un poco de agua porque, al parecer, estoy muy quieta y no me paga para eso.

Pero sé perfectamente a qué viene mi enfado. Creo que no es muy difícil adivinarlo. Después de lo de esa noche, no volvió a contactar conmigo. Y han pasado cuatro días. Cuatro largos días en los que he estado preguntándome continuamente si hice lo que se suponía que debía hacer.

Y también me pregunto quién demonios es Cassie, sí. No voy a mentirte.

Keira me pregunta varias veces si estoy bien, a lo que solo puedo decirle que me ha venido la regla, me duele el estómago y por eso estoy de mal humor. No creo que se lo crea pero, honestamente, me da igual. Siempre y cuando me deje en paz.

Hago el recuento de la caja mientras mi jefa me mira por encima de sus gafas. Todo está bien. Casi se lo tiro a la cara cuando me pide que lo vuelva a contar. ¿No le acabo de decir que está todo bien? Ugh. Asquerosa.

—Hoy no ha sido tu mejor día, Brooke —me dice mientras lo hago.

¿Puedo recalcar que ya no estoy en mi turno y, por lo tanto, puedo mandarte a la mierda, pero sigo aquí como una imbécil?

—Lo sé —mascullo, intentando no distraerme.

—Espero que el próximo día estés más concentrada o tendré que considerar bajarte el sueldo durante este mes. No te gustaría que eso pasara, ¿verdad, Brooke?

La miro con ganas de matarla, pero me limito a asentir con la cabeza.

—Es lo justo —digo en voz frívola.

—¿Por qué me miras a mí? Ahora, tendrás que volver a empezar.

Miro a Liam y Keira en busca de ayuda, pero la señora Wells hace lo mismo.

—Cielitos, podéis marcharos —les dice dulcemente—. Yo me quedo con Brooke para que haga bien su trabajo. Vosotros ya habéis terminado.

Keira niega con la cabeza, pero se marcha. Liam me pide disculpas con los ojos y también se va. Hoy tenía una cita. Todo el mundo tiene citas menos yo.

La señora Wells me sonríe.

—Vamos —señala la caja—. No se va a contar solo.

Claro, vieja bruja.

—Claro, señora Wells.

Terminamos poco después, cuando se da por satisfecha. Cierro el bar bajo su atenta y estúpida mirada. Cuando termino, ella extiende la palma de la mano y me sonríe como si fuera tonta.

—Las llaves, Brooke.

—Siempre me las quedo —frunzo el ceño, confusa.

—Ya te he dicho que hoy no has tenido tu mejor día, cielito. Si no puedo confiar en que llevarás bien una cerveza a un cliente, ¿cómo voy a confiar en que guardes mis llaves?

La última notaWhere stories live. Discover now