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—¿Y? ¿Qué te dijo? —pregunta desesperado Martinez apenas su compañero de cancha contesta

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—¿Y? ¿Qué te dijo? —pregunta desesperado Martinez apenas su compañero de cancha contesta.

—Basicamente que no te quiere ni ver. —responde Juan restregándose los ojos ya que apenas despertaba. —Brunella está re mal, no sé Lautaro, creo que lo mejor va a ser que te alejes, que dejes de insistir.

—¿¡Por qué!? Juan en un mes me tengo que ir a Italia, no voy a dejarla y menos me voy a ir estando peleado con ella.

—¿Brunella sabe?

—¿Qué cosa? —pregunta confundido Martinez.

—Que te vas al Inter Lautaro. —dice Museo ya frustrado y escucha un silencio del otro lado de la línea. —Hablamos en el club.

Cuelga y tira el celular sobre la cama pensando en qué hacer.
Sentía que le tenía que contar a Lautaro lo que su novia le había dicho, que ahora estaba embarazada y no sabía qué hacer, era difícil, para todos. Se había metido en un problema y no sabía como salir.


Otra vez una llamada de su celular lo despertaba pero esta vez no era Lautaro, si no, nada mas y nada menos que la novia de Martinez.

—¿Hola? —dice confundido mientras colocaba el celular en su oreja.

—¿Juan? ¿Te desperté? —pregunta ella preocupada.

—No no, ¿que pasó?

—¿Juan estás ocupado? —escucha la voz medio entrecortada de Brunella y es cuando empieza a preocuparse.

—No, ¿que pasa, Brune? —pregunta otra vez y escucha un leve llanto al otro lado de la línea que lo pone alerta, preguntado lo mismo otra vez.

—¿Podes venir a mi departamento? —pide entre sollozos y él, sin pensarlo dos veces, se levanta de su cama para cambiarse y empezar a manejar hasta el departamento que compartía Brunella con Martinez.

Al llegar la morocha abre la puerta y el nota como aún tiene los ojos rojos y algunas lágrimas que delataban sus mejillas mojadas.

—¿Que pasó? —pregunta sentándose en él sillón junto a la chica.

—Vine a buscar mi ropa porque, viste que estoy en casa de mi mamá y... Lautaro no estaba así que simplemente iba a buscar mis cosas e irme —cuenta entrecortadamente y algunas lágrimas caen. —Pero vino, y estaba con ella, nunca me había sentido así, ¡la traía a mi casa mientras yo lloraba por él con mi mamá!

Lo único que puede hacer es llorar y el, impulsivamente se acerca a abrazarla.

Conteniéndola una vez más.









culpables | lautaro martínez. Où les histoires vivent. Découvrez maintenant