Capítulo 2

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  -M~

Era sorprendente el cambio que había de los establecimientos de alta y media sociedad que los de la baja sociedad. Claramente estaban un poco menos luminoso y llamativo, y tal vez carecían un poco de pintura o reparaciones pero aquellos lugares parecían estar en completa limpieza, o en lo que los ciudadanos podían hacer para mantener las calles limpias.

Era interesante lo que encontraba aquí, como ropa hecha a mano muy hermosa, a sí mismo joyería. Las zapaterías eran increíbles, y no por cómo estaba edificado el edificio ni por el precio que daban, si no porque los zapatos eran hechos a mano y estaban muy bien trabajados, tanto que parecían que eran exportados de otro país. 

Me aventuré a conocer más a fondo aquellas calles marginales de las que luego mi madre solía hablar en la mesa o la escuchaba al pasar por su habitación.

Las casas eran mucho más pequeñas que el resto del pueblo, estaban mal edificadas y se podía ver que llevaban tiempo sin proporcionarle pintura nueva. También el olor había cambiado drásticamente.

Me detuve al escuchar algo cayendo sobre metal.

>>Puede ser algún borracho saliendo de la cantina, y por su estado de ebriedad calló sobre ese algo...<<

-¡Vamos Haddock!

Alejé ese pensamiento al escuchar una voz gruesa viniendo del próximo callejón. Sonaba molesto.

>>No es tu problema<<

Sin duda hice caso omiso a mis pensamientos nuevamente y me acerqué sigilosamente hacia aquel callejón de donde provenía aquella voz y el sonido de algo estrellarse nuevamente.

-¿Te rindes?- nuevamente la voz que había escuchado habló, con más
dureza en su voz.

-Podría... hacer esto... todo el día- contestó otra voz entre jadeos, era un poco menos grave que la del primero.

Y estaba ya lo suficientemente cerca para escuchar un duro golpe que si no me equivoco pudo haber sido en la mandíbula.

El chico soltaba gemidos de dolor aunque intentara ocultarlos. Me asomé y me quedé sorprendida al ver que no solo eran los dos chicos que había escuchado hablar, si no que había dos chicos más. Eran tres contra uno, una pelea muy injusta.

Veía como golpeaban al chico que creo tenía el cabello castaño. Comencé a salir para poder hacer algo cuando él
me miró. Sentí como el tiempo se detuvo y nuestras miradas se cruzaron. Nunca había visto un verde tan hermoso y magnífico en unos ojos. Parecieron años para mí al mirarnos cuando un golpe cerca del ojo hace que aparte la vista, derribándolo por completo.

Tenía que reaccionar, tenía que haber reaccionado pero no lo logré. El tiempo ahora iba a una velocidad increíble.

>>¡Vamos Mérida!
¿¡Qué esperas!?
¡Ahora ayúdalo!<<

Y cuando abrí mi boca para ayudarlo el chico más chaparro del grupo habló. Era el mismo que hace unos instantes.

-¡Espero mi paga pronto idiota! Y tendrá que ser doble... Oh tu papi se queda sin trabajo.

Los tres chicos se giraron al mismo tiempo que yo para evitar ser vista, aunque tenía unas inmensas ganas de propinarles unos buenos golpes a aquellos chicos, y a mí misma también.

Me coloqué mi capa azul marino sobre mi cabeza para cubrirme y pasar desapercibida cosa que funcionó. Pude ver más la complexión de los abusivos, eran de la clase media-alta si le podía llamar así, el principal al parecer el líder era como lo había visto anteriormente bajo en estatura y subido de peso. El que estaba a su derecha era mucho más alto que el, su cabello era largo y rubio, atado en trenzas extrañas, y obviamente era mucho más delgado que su líder. Y por último el del lado izquierdo era alto pero también tenía problemas con su peso, algo un poco mayor al jefe.

Desvié mi atención de ellos para volver a aquel callejón. Ahí se encontraba el chico de lindos ojos verdes aún tirado de bajo de los botes de basura, intentando quitárselos de encima para levantarse. Me apresuré a quitarlos de encima suyo sin hacer contacto visual y sin emitir algún sonido o palabra. Estaba demasiado avergonzada por no poder ayudarlo minutos atrás.
Extendí mi mano derecha para que la tomara y se apoyará para poder levantarse. Vaciló por unos segundos y  terminó aceptando mi ayuda.

Al levantarse pude ver que era un poco más alta que él, y por unos instantes pude ver su rostro más detalladamente: tenía una nariz en forma de gota y varias pecas al rededor de sus pómulos los cuales estaban dañados por los golpes que le dieron, al igual que su cien, la cual chorreaba un hilo de sangre. Su mandíbula estaba morada e hinchada.

-Gracias- dijo el chico con la voz ronca, bajé la mirada y me aparté un poco de él.

¿Qué se supone que debería decir ahora? ¿Porque me estaba agradeciendo? No había ayudado en nada.

-D-De nada- tartamudeé.

Se formó un silencio incómodo. Ninguno de los dos sabía qué decir, ó al menos yo no sabía qué decir o hacer.

Escuché pisadas y levanté la vista nuevamente. El chico estaba avanzando para salir del callejón cojeando un poco.

-¿Quieres que te ayude?- pregunté y el paró y se giró segundos después, me otorgó una sonrisa.

-No gracias, puedo solo- inclinó un poco su cabeza para mirarme el rostro. Yo solo lo cubrí más, tal vez ya sabia quien era yo.

El chico al ver que no quería volver a mostrar mi rostro soltó una pequeña risa, soltó un suspiro para volver a su posición original para seguir con su caminata hacia no sé dónde.

-Espera- lo detuve nuevamente- Lo necesitarás- me coloqué delante de él, estirando mi brazo izquierdo con un pañuelo blanco. El chico lo miró con asombro pero no me miró. Lentamente tomó el pañuelo.

-Gracias- dijo en voz baja. Asentí y me hice a un lado para dejarle el paso libre.

Mericcup:¿Me amas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora