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- Lo vi.

- Que...?

- El collar que le diste a Rusia. Porque se lo diste? Era de tu verdadero padre. Nunca te lo quitas.

México suspiró, la verdad es que ni el sabia porque se lo había dado, solo que se sentía como lo correcto, como si Rusia y el estuvieran destinados a ser algo más que conocidos. Quedo un rato en silencio hasta que María se le ocurrió una idea disparatada y agrandó sus ojos.

-No me digas que te gusta? Porque si es así, lo sabia! - rió María con una mirada traviesa haciendo una pequeña danza de victoria.

El pequeño tricolor solo se sonrojo de vergüenza, - Que no me gusta! Que uno ya no puede tener amigos!

-Uy si claro, amigos. 

- Bueno, y tu que me dices de URSS ? Hablabas muy animada con él, acaso te gusta? Ah verdad?

María se puso como un tomate y empezó a golpear a México en su espalda, - México! Que cosas dices?! URSS y yo? Ajá, en tus sueños!

- MARIA Y URSS, AMBOS SENTADOS BAJO UN ARBOL, B-E-S-A-N-D-O-S-E!-, exclamó México a los cuatro vientos.María grito avergonzada y puso sus manos en la boca de México, sus mejillas ardiendo,

- BIEN, YO NO CHINGO, TU NO CHINGAS, JALAS?

-Jalo.

Con eso ambos calmaron la conversación y caminaron hasta llegar a la casa donde se encontraron al amable jardinero Don Julio, un hombre ya de la tercera edad pero siempre con una sonrisa. México y María lo saludaron e intentaron disimular la herida del amante del picante pero pues Don Julio no había nacido ayer.

- Pero que le pasó mijo? Y esas greñas que traen puestas? No me digan que fueron al pueblo otra vez? Esta vez es un pie, la otra de seguro ni regresa enterito. 

- Ay! Don Julio! Se preocupa demasiado, estoy bien, solo me torcí un poco el tobillo. Nada que la pomada de la Campana no solucione.

Don Julio solo soltó una carcajada ante tal respuesta. Como México amaba a este ancianito, siempre le hacia el paro y lo calmaba todas aquellas veces que lo encontraba en un rincón escondido después de una discusión con España. Tal vez por eso México amaba la jardinería y ayudaba de vez en cuando a Don Julio a cuidar del jardín. Iba a seguirle la plática hasta que cierta voz autoritaria interrumpió sus conversación.

- Nueva España. Necesito habl...y esas ropas? No te he dicho que vistas lo que te doy? Y se puede saber porque estas cojeando?

La  presencia de España era imponente y por un momento México se quedo tenso sin saber que responder pues aun no tenia pensada una excusa. "Verga", pensó y trató de sacarse una respuesta adecuada, pero nada. Estuvo a punto de cagarla en grande pero un voz interrumpió.

- Señor España, el joven Nueva España se había ofrecido a ayudarme a cargar los sacos de tierra y por accidente se torció el pie en el proceso. Las ropas que traen era para que no arruinaran las buenas que tienen. Le prometo que no volverá a pasar.

 España les dedicó una mirada de sospecha pero la explicación era válida y no pudo con ello.

- Vale, que no vuelva a pasar. El trabajo es para los esclavos, no para los de la familia España. Nueva España, refrescate y encuentrame en la sala que necesitamos hablar de un tema bastante importante. No tientes mi paciencia.

Al irse todos soltaron porfin se relajaron. María se encontraba preocupada, tenía un mal presentimiento de esto. Tal vez el Señor España aceptó la propuesta de Portugal. "Que Dios no lo permita" rogó en su mente pues temía por la felicidad de su amo. Justo cuando las cosas iban bien.

Mexico agradeció a Don Julio por hacerle el paro y prometió compensarselo en otra ocasión.

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Sus paso resonaban en la casi solitaria sala cuando México se presentó ante España vestido acordemente. Tomó asiento con su corazón latiendo a mil por hora. Era raro que España quisiera hablar con él, normalmente solo le daba órdenes sin explicaciones. Esto debía ser de suma importancia.

- Cómo verás, eres mi colonia Nueva España, y aún si me place presumirte como una gran conquista, como mi victoria, me he dado cuenta de que me puedes servir para mucho más.

Una sonrisa malisiosa reinaba el rostro de España y México hacia el mayor de los esfuerzos por no partirle la cara ahí mismo. Sus nudillos se tensaron pero siguió en silencio dejado que España continuara hablando.

- Ya ha pasado un tiempo desde que te conquiste, desde que te salve de las feroces garras de esos salvajes. Te eduque y te di una vida llena de lujo a mi lado. No he podido mas que notar que el tiempo ha favorecido tu belleza. - comentó ya parado colocando su mano sobre el delgado hombro de México.

- Cada día brillas más en juventud, he hecho un buen trabajo puliendote. Así que, es hora de regresarme ese favor.

- De qué demonios estas hablando? - preguntó México molesto retirándose del agarre español. España le dejó hacer ese pequeño puchero, al final, no le serviría de nada. Así que mirándose fijamente España soltó la bomba.

- Vas a casarte.



Y si no quiero olvidarte? ~RusMexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora