Capítulo 20

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Triste, tomé un vestido negro y solo pensé en Joey.

Eva me vio desde la puerta y se me acercó...

_ ¿Qué haces hija? – preguntó con tristeza.

_ Me colocaré este vestido

_ No, no lo hagas – me dieron ganas de llorar.

_ Pero Joey murió

_ Sí, pero no es bueno en una mujer, que está esperando, que use ropa negra...

_... – se me escurrieron las lágrimas por mis mejillas y Eva con ternura acarició mi rostro.

_ No sé si lo sabías, pero el blanco también es señal de luto – la miré con mucha, mucha tristeza.

_ Lo extraño tanto, señora

_ Lo sé hija, yo también lo extraño. Ambas estamos compartiendo el mismo dolor, pero ahora tú debes estar tranquila. Debes hacerlo por mi nieto, del que mi hijo ya amaría, y del que estaría muy feliz – se me apretó el corazón.

_... Mi Joey... - ella secó mis lágrimas.

_ Yo estaré contigo siempre, hija. No los abandonaré nunca a ambos

_ Gracias señora...

Vestida de blanco, en señal de su luto, Eva me tomó de la mano, yo la tomé con cariño de su brazo y así caminamos, lento y tranquilas por el pasillo, debido a mí ya notorio embarazo. Recordé entrañablemente a mi amado Joey.

Las rosas se habían marchitado en el jardín. Ya nada era lo mismo sin su presencia y eso cada día me tenía peor. Era una tristeza de la que nunca me repondría.

Había perdido las ganas por ir a la florería. Aquel lugar me traía muchos recuerdos suyos.

Don Enrique, el dueño, lo comprendió y decidí quedarme en nuestra casa, solo esperando la llegada de nuestro amado hijo.

Recostado herido, e inconsciente, un extraño sujeto, mayor, le colocó un paño húmedo en su frente, por la fuerte fiebre que lo apresaba. Agonizante, aquel sujeto lo miró, y él delirante, se quejaba de dolor.

De pronto, comenzó a llamar a una mujer y el sujeto lo miró atento.

_ Stephanie, Stephanie, niña mía...

Preocupado, el sujeto le tocó su frente y la fiebre no le bajaba, lo que más le preocupó.

_ Este hombre no se salvará...

Había tenido mucha suerte que aquel, humilde, tipo lo rescatará del mar. Él había sido el único sobreviviente de aquella tragedia aérea, pero estaba muy herido, casi moribundo.

Aquel buen hombre no sabía quién era Joey. Solo lo rescató y ahora rogaba porque se salvará. Estaba haciendo todo lo posible para que viviera.

Le puso un vendaje en uno de sus brazos y rasgó parte de su camisa para detener la hemorragia de su pierna.

Joey delirante, el sujeto fue a prepararle una hierva y él comenzó a llamarme con desesperación y amor.

_... Cariño, Stephanie...

El sujeto lo miró...

_ Esa mujer deber de ser alguien muy importante para este hombre...

Eva tenía hora con su médico y yo sin fuerzas, ni ánimos para acompañarla, preferí quedarme descansando.

Recostada en el asiento colgante, de nuestro jardín trasero, miré pasar un avión por aquel lejano cielo, cuando sentí una patadita de nuestro bebe. Me miré mi ya crecido vientre y me lo acaricié pensando en él. Lo extrañé con todo mi amor.

Rodrigo me miró deslumbrado, frente a mí ya avanzado embarazo, y se me acercó acechante.

Yo a punto de llorar, vi a Rodrigo y sentí desconfianza y la vez disgusto.

Aún no aprobaba el que Eva le haya dado las copias, de llaves de mi casa, en caso si las dos necesitábamos algo, o estuviéramos en problemas...

_ Hola Stephanie

_ Rodrigo ¿Qué es lo que estás haciendo aquí?

_ Perdón por venir así sin avisar. Eva, me pidió que viniera a verte, mientras ella está en el doctor

_ ...

Lo miré sin ánimos y me levanté del asiento colgante. Él me miró fijamente y sin contenerse más, me dijo:

_ Te ves muy bella así en tu espera – lo miré abruptamente y con pesar, extrañé aún más a mi esposo.

Desvié la mirada con tristeza.

_...

_ ¿Qué puedo hacer para que sonrías de nuevo, Stephanie?

_... Nada, no puedes hacer nada...

_ Esta casa solo te está deprimiendo. Lo que necesitas es un poco de distracción – fruncí el ceño.

_ ¿Distracción?

_ Así es. Vamos, te invito al cine a ver una película

_ No, no lo creo Rodrigo. De verdad agradezco tus intenciones, pero comprende que nada me hará reír o sonreír. Mi esposo no está ¿Cómo no te das cuenta de eso?

_ Lo sé, pero vamos. No puedes encerrarte por siempre en estas cuatro paredes

_...

_ ¿Y si te invito a comer un helado? Sé que a las mujeres en tu estado tienen antojos y todas esas cosas – lo miré en seco.

_ Rodrigo ¿Qué es lo que pretendes? – me miró fijo.

_ Solo quiero hacerte feliz, Stephanie. Quiero que salgas de esta casa y que vuelvas a sonreír

_...

Sin esperármelo, Rodrigo se me acercó más y tocó con suavidad mi mejilla. Yo lo miré perpleja.

_ Déjame ayudarte, Stephanie. Conmigo no volverás a tener sufrimientos...

Me miró de la misma dulce manera que solía mirarme, siempre, Joey, lo que me hizo ponerme nerviosa, y pasmada por aquello, Eva nos sorprendió.

_ ¿Qué está pasando aquí? – me alejé con desconfianza de él y me acerqué a ella. Me sentí culpable por ese inesperado acercamiento, de parte de él hacia mí.

_... – nerviosa, Eva lo advirtió y miró en seco a Rodrigo.

_ No sabía que vendrías hoy Rodrigo – él se puso nervioso e incómodo.

_... Si, bueno, disculpen mi incumbencia por venir así, sin avisarles...

_ Pero ya te estabas yendo ¿Verdad? – pregunto Eva, no del todo convencida de la respuesta de Rodrigo, lo que a él más le incomodó y yo miré a Eva aún nerviosa.

_... Si, así es...

Sin poder decir nada más, Rodrigo se marchó y yo culpable, volví a mirar a Eva y temí que ella pensará lo peor.

_ Eva, por favor, no es lo que usted...

_ Tranquila hija. Yo te creo – se me llenaron los ojos de lágrimas.

_ Fue tan real...En el momento que Rodrigo me acarició la mejilla, me miró al igual que lo hacía Joey...

_ Ven aquí...

Me dijo ella y me abrazó fuerte. Yo ya no pude más y lloré con gemidos...

No dejaba de toser; la fiebre no le bajaba del todo y aquel buen hombre, le enderezó la cabeza con cuidado y le dio a beber de la hierba, que le había preparado.

Joey aún débil, no dejaba de delirar y de murmurar en sueños...

_ Mi amor. Niña mía...

_ Sigue llamando a esa mujer. Dios, espero que aguante, o si no, no volverá verla...

Fuera de nuestro cielo { Fanfic Joey Tempest } (Reeditada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora