Razón #26 - El Beso de Judas

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El ruido de los utensilios de cocina, el ajetreado movimiento de los trabajadores y las amenas conversaciones entre los variados clientes que arribaban al interior de la cafetería para pasar un relajado domingo iban en aumento pese a mantenerse alejado de todos ellos.

Apoyó su agotado cuerpo en una de las bancas que había en el área designada al personal, aprovechando unos cuantos minutos de su tiempo para retomar las energías que le abandonaban con gran facilidad. Cogió uno de los paños húmedos que tanto Marck como Jong se encargaban de tenerle siempre a disposición, sintiendo una apacible sensación de bienestar al contacto con la fría prenda sobre su acalorada y tirante piel.

—Seré fuerte —mencionó con una doliente sonrisa hacía el pequeño trocito de cera morada que pendía del lazo que mantenía rodeando con firmeza su muñeca derecha en forma de pulsera.

Ella le había infundido su fuerza inagotable aún en la distancia hace muchos años y de nuevo se aferraría a esa idea para salir adelante, tal y como lo había hecho en todos los periodos de su vida, él lucharía hasta el final.

—Es una promesa —dijo antes de que el golpeteo de la puerta de empleados anunciara la llegada de visitas anexas o no referentes a su trabajo. Y en efecto, dos siluetas se desplazaron al interior de la zona de descanso.

Se apoyó en la base de sus antebrazos para tener una mejor vista de los recién aparecidos, identificando las enormes proporciones de Marck, quien con el semblante endurecido servía de guía para la forma diminuta que venía aproximándose a sus espaldas. Era Matt.

—Aquí lo tienes, ahora les dejaré a solas — anunció el ojiverde malhumorado, dándole un rápido vistazo para corroborar su condición—. Si me necesitas estaré en la barra —se despidió de Jason retomando su camino de vuelva a sus labores.

—Hermano, ¿estás bien? —no demoró en cuestionar Matt cuando Marck cerrara la puerta para brindarles algo de privacidad.

Intentó rozar una de sus pálidas mejillas para comprobar que su desmejorada apariencia física no fuese tan severa como daba a primera impresión, siendo rechazado de inmediato por Jason al ponerse de pie para extender las distancias que les separaban.

—¿Qué haces aquí, Matt? —atacó Jason al joven sin un matiz de emoción fijo mientras se trasladaba hacía la fila de casilleros observándole callado.

Fueron largos minutos lo que le tomó a Matt reponerse, sintiendo un gélido escalofrío recorrerle la espina dorsal al contemplar los sentimientos que se reflejaban en los profundos ojos de su querido hermano menor.

Un acumulo de posibilidades viajaron a una estrepitosa velocidad en su mente en busca de una sola conjetura que uniera las piezas de aquel rompecabezas, haciendo que el espantoso presentimiento que latía se albergara en sus entrañas provocando que el piso bajo sus pies se estremeciera. La sensación de decepción, tristeza y amargura eran tan intensas que le costaba enfocarse en otra cosa que no fuese Jason y el maltrecho pedazo de papel amarillento que descubría desde el bolsillo trasero de su pantalón. Un tirón por parte de su acompañante bastó para hacerle llegar la amorfa conformación a sus pies, descendiendo la cabeza hasta capturar las cuatro contundentes palabras que venían escritas en aquella hoja maltratada.

Un inimaginable miedo bordeó sus venas hasta hacerle temblar sobresaltándose al sentir el suave tacto de Jason al remover la lacerante lágrima que había liberado al saberse descubierto. Le mantuvo con firmeza la mirada herida que el chico le devolvía, mordiendo sus labios con tal ímpetu que el sabor ferroso inundó su paladar como un recordatorio permanente del imperdonable pecado cometido contra su propia sangre.

47 Razones para Amarte (Libro 1 Saga Razones) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora