# Capítulo 26 #

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Tumbada en la cama mirando el techo de mi habitación pienso en como he pasado de estar a punto de decirle a Carla que estoy enamorada de ella a no querer verla nunca más. Quiero dejar de pensar en ella, que desaparezca de mi mente y volver a ser la Paula de antes, esa chica que no se enamora, esa chica que a su manera era feliz.

Ya está, está decido. No voy a volver a acércame a Carla. Ni amigas, ni nada y si por ende no puedo acercarme a Dani o Sara pues tampoco lo haré. No quiero nada alrededor que me recuerde a ella y creo que tengo suficiente con que ahora trabajo con su hermano. De hecho, si no me levanto pronto de la cama llegaré tarde a trabajar. Genial... Uff, me muero de ganas.

Me levanto a regañadientes de la cama y me miro en el espejo de mi habitación. Tengo la cara y los ojos rojos, el poco maquillaje que llevaba hecho un desastre y partes de mi pelo mojado por culpa de las malditas lágrimas. Es que ya me jode hasta llorar por ella. Entro al baño para arreglarme rápido y dirigirme a trabajar.

Entro al local y observo que la luz del almacén está encendida. Dejo mis cosas detrás del mostrador y me acerco para ayudar a David.

—No, nononono —escucho decir a David justo antes de que se oiga como algo cae contra el suelo haciendo un gran estruendo.

Me apresuro y entro en el almacén. Veo a David con sus manos en la cabeza, agachado, mirando la caja de una de las videoconsolas más caras que hay.

— ¿Eso ha sido lo que se ha caído? —le pregunto preocupada.

David asiente mientras recoge la caja.

—Recemos para que no le haya pasado nada... —me dice.

—Bueno suelen venir bien protegidas para que no les pase nada si reciben un golpe ¿no? —digo intentando tranquilizarlo.

—Ven ayúdame... Coge esa pantalla que hay detrás de mí y sácalo fuera porfa —me pide serio.

Yo obedezco, paso por su lado y cojo la pantalla, después sigo a David. Quien sale del almacén con la caja que se había caído entre sus manos, suelta la caja a una de las mesas centrales que había y yo hago lo mismo con la pantalla.

—Creo que aquí es una buena posición para poner algunas consolas por si la gente quiere jugar un poco antes de comprarlas ¿no? —me pregunta, aunque le noto algo preocupado por la caja todavía.

—Sí, pero en vez de ponerlas todas en la mesa del centro, podríamos distribuirlas en las tres mesas para abarrotar la zona central y dificultar el paso — le sugiero y él sonríe satisfecho con mi idea — ¿Pero cómo vamos a enchufar todas las consolas si no hay enchufes?

—Ah no te preocupes por eso, estas mesas tienen por debajo fuentes de alimentación para poder poner las consolas —me explica agachándose.

Al agacharme para mirar debajo de la mesa, nuestras caras quedan muy cerca y la imagen de Carla me viene a la mente. Me levanto nerviosa y comienzo a ordenar los cables de la pantalla que había puesto antes en la mesa para intentar sacarme a esa rubia de mi cabeza.

David se levanta y empieza a sacar la consola que se le había caído de la caja. Una vez que lo tenemos todo enchufado decidimos comprobar que la consola funcione bien y que no ha sufrido ningún percance al caerse. Al ver que todo parece estar correcto los dos sonreímos y volvemos al almacén a por la siguiente consola.

Para la hora del cierre hemos terminado de decorar y colocar todo. Está todo listo para la inauguración de mañana.

—Mañana es nuestro gran día —bromea David.

—Por la mañana estarás tú solo. Espero que estés preparado para afrontarlo —le digo.

—No te preocupes... lo haré lo mejor que pueda. Además, me he estado estudiando la guía que me dieron para saber el protocolo y como se tienen que tratar a los clientes para ofrecerles ayuda y demás cosas burocráticas que me tocarán hacer —me informa convencido de sus capacidades y me relaja verle más seguro de sí mismo que el primer día.

La promesa de Paula || Historia LGBT ||Where stories live. Discover now