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Ananda por fin se da cuenta que no es más que otro típico estereotipo de chica mala, es decir un cliché.

Quiero decirles mi descontento con el nombre de este capítulo, primero.

Es una mierda de nombre, en fin...

—¿Cómo que un cliché? —Interrogué al pelinegro.

—No te hagas, eres la típica chica que odia todo y a todos porque cree que no están a su alcance. —Respondió tranquilo, aunque podría jurar que en sus palabras había una pizca de sátira.

En ese momento sentía unas ganas de arrancarle la cabeza o probablemente una tortilla con dos huevos y una salchicha, cualquier plato que conllevara como ingrediente principal arrancarle una parte del cuerpo.

—Yo no soy un cliché. —Afirmé molesta— Tú eres uno.

—Eres un libro abierto para niños, un cliché básico y aburrido, ¡puedo describir tú personalidad en dos segundos!

Me cruce de brazos frente a él. —Intentalo.

—Eres una chica ruda, problemas de actitud, envidiosa y con muy baja autoestima, intentas humillar insultar para poder llamar la atención debido a que no te sientes lo suficientemente interesante como para que alguien se fije en ti.

—Tardaste más de dos segundos, ¡já!

Ananda 1 — Clon malevolo de mi hermano 0

—Sea como sea, tengo razón, eres un típico cliché aburrido y sin gracia.

—¡Mientes! —Vociferé ya molesta— No soy un cliché.

—¿Tu puedes afirmar que soy gay pero yo no puedo decirte que eres un típico cliché andante? —Preguntó el chico dando un gran trago a su bebida— Déjame adivinar, odias el amor porqué nadie se ha enamorado de tí.

Mantuve el silencio, no tenía nada que decir. No quería hundirme más de los que estaba, y sabía que si abría la boca estallaría en lágrimas.

—¡Já! Oliver 1 - Clichanda 0. —Bromeó con ganas el chico.

—No es mi culpa no ser suficiente para nadie. —Solté dichas palabras y salí de aquel establecimiento tan rápido como pude.

Quería irme a casa, quería dejar toda esta maldita locura y volver a mí pequeña morada. Pero toda era cierto, tenía miedo, me sentía insegura, sentía envidia.
Extrañaba a mi mamá.
Extrañaba a mi abuela.
Extrañaba a mi hermana.
Extrañaba al verdadero Justin.
Extrañaba a Zack.

Me senté en la cera, la calle estaba desolada, todos estaban dentro del Green o probablemente en sus casas. Yo observaba con melancolía como todo había cambiado, como la soledad y el frío se apoderaban de mi cuerpo y como las lágrimas se hacían presentes.

—Salir llorando de un bar para hacerme sentir culpable no es justo, yo también tengo sentimientos. —Escuché la gruesa voz del pelinegro junto a mí, al mismo instante su perfume retumbó en mis fosas nasales dando a entender que estábamos en cercanía.

—Tienes un romance frente a tí, aprovechalo. —Respondí sin ganas con la cabeza aún hundida entre mis rodillas.

—No todo es tan fácil, —Replicó el joven— ¿quién te hizo tanto daño? 

—Me enamore de una persona equivada.

Entonces entiendes mi situación, ¿no?

—La diferencia es que a ti no te mintieron, en tú casi ambos se aman, —Respondí observándolo esta vez fijamente a los ojos— y deberías aprovecharlo.

—Entonces fue una infidelidad —Habló el pelinegro— Es lo más cliché de la historia ¿No crees?

No pude contener la risa— Me convertí en lo que tanto criticaba.

—Es más normal de lo que crees, muchas veces no toleramos algo porque se parece a nosotros.

El clon de mi hermano era más inteligente que mi hermano real, mi vida se había vuelto un lío, un clon de mi hermano estaba dándome consejos en las afueras de un bar ficticio mientras que a nuestras espaldas probablemente algún personaje imaginario consumía alguna sustancia no muy legal.

—Ananda, no tienes que destruir a otras personas para sentirte mejor contigo misma. —Afirmó Oliver— deja de odiar todo, y eso te incluye.

—Supongo que es la mejor opción.

Oliver sonrió amablemente. —Es tu única opción.

—Gracias Justin.

El chico arqueó sus cejas— ¿Justin?

—Me confundí. —Respondí con prisas levantándome del suelo— Debo entrar al bar.

—Ananda, una última cosa.

Giré para poder observarlo y darle a entender que lo estaba escuchando.

—Deja de entrometerte en la vida de los demás. —Ordenó el chico haciendo que le hiciera una seña con el dedo del medio y posteriormente gritarle:

—¡Jamás!


ATRAPADA EN UN CLICHÉ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora