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Ya llevaban siete años desde el debut y para Hoseok, Taehyung seguía siendo aquel niño que vio al entrar por primera vez a la residencia.

Siempre sonreía al recordar la forma incómoda, pero a la vez sumamente desvergonzada, en la que le miró cuando lo encontró en ropa interior. No fue la mejor presentación, pero sí fue el primer paso para perder el pudor.

Una semana después, ya estaban compartiendo el baño y en sólo un mes habían empezado a dormir juntos todos los días. En Corea, era sumamente normal, el baño de la residencia casi convertido en un baño público. También se había bañado con los demás miembros y no era gran cosa. Antes le daba ternura.

Ahora ya no podía mirar a Taehyung a los ojos durante mucho tiempo cuando pensaba en él de esa forma errónea, porque creía que si lo hacía, podría descubrir sus pensamientos con tanta facilidad como levantar una sábana.

Miró a Taehyung, con el cabello lacio cayendo hacia un lado de su rostro al tener la cabeza apoyada en el respaldo del sillón donde ambos se encontraban sentados en cada extremo, en la habitación de Taehyung, después del concierto en París. Habían hecho un vlive, en donde conversaron y se preguntaron cosas que hace semanas jamás se preguntaron porque estaban demasiado ocupados en sus quehaceres; sus pasatiempos, los ensayos, todas las grabaciones... tenían tanto que hacer; a veces ni siquiera se daba cuenta cuánto tiempo podía estar sin prestarle atención, pero siempre terminaba con su mirada en él, no importa qué hiciera. De todas formas, le gustaba tener un ojo sobre él. Le gustaba cuidarlo.

Hoseok amaba París, en especial porque Taehyung también lo hacía y ambos tenían el gusto por salir a pasear a los centros comerciales o incluso sacarse fotos al ver los hermosos paisajes. Los demás miembros no contaban, ni siquiera Jimin, quien sólo quiso quedarse a beber vino y divertirse con un juego de realidad virtual con Seokjin en el hotel. Jungkook estaba enfocado en inspirarse para escribir sus canciones y editar algunos vídeos, y los demás... a veces Hoseok también se perdía la vida de los demás tanto como ellos en la suya. Pero era normal, porque eso los hacía extrañarlos más y alegrarse cuando volvían a estar todos juntos.

Se relamió los labios, sintiendo el sabor del vino en su paladar. Sabía que no debía beber, no era bueno haciéndolo; pero París siempre despertaba su lado más nostálgico y sólo había tenido las ganas de beber en su habitación solo, viendo algunos vídeos de los fans, tal vez escribir lo que se le viniera a la mente -si es que ocurría antes de quedarse profundamente dormido-, pero después de haber terminado el vlive con Taehyung él le había dicho que podía pedir un vino blanco para que pudiesen compartir juntos después de todo lo que habían comido. Quería que realmente hablasen, sin cámaras ni comentarios de los fans que tuviesen que leer. Por eso aceptó, por eso minutos después habían abierto los dos vinos que habían llegado y después de risas, unos minutos de ver a Taehyung mostrándole sus avances en el violín y anécdotas divertidos que no sabían del otro.

Eran las tres de la mañana, en algún punto de la noche donde ambos estaban bastante mareados se quedaron mirando un punto invisible frente a ellos hasta que Taehyung se levantó, prendió la lámpara al lado del sillón y fue apagar la de la habitación después de preguntarle si le molestaba.

- No, hazlo -respondió.

En ese momento, estaba hipnotizado viendo como el contorno del cuerpo de Taehyung empequeñecido en el sillón, abrazando un cojín, se veía ante la luz amarilla y la oscuridad. Se veía pequeño, pero Hoseok sabía que no lo era. Se había convertido en todo un hombre y el alcohol sólo acentuaba más aquellos pensamientos naufragando en su mente.

Volvió a escuchar su pregunta, su voz murmurrando un << Hyung, ¿En qué estás pensando? >> que hizo eco en todo su cuerpo.

- Estoy pensando en ti -respondió, sincero y anestesiado, sus mejillas ardiendo.

the story never ends Hopev Where stories live. Discover now