Alba Reche está viviendo el sueño de su vida. Lleva 2 años estudiando Bellas Artes en Roma, con una beca. Allí, trabaja en una cafetería para ganar un poco de dinero además forma parte de un grupo de canto junto a sus amigos. Actúa en el grupo de ca...
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NarraAlba
Abrí los ojos sintiéndome confusa. Cuando conseguí centrar bien la vista miré a mí alrededor. Estaba en el recibidor de la casa de los Lacunza. Me levanté tambaleando cuando oí un grito de dolor. Reconocería esa voz en cualquier sitio.
-¡NAT!- Grité mientras subía las escaleras hacia donde procedía la voz.- ¡MI AMOR, SOY YO! ¡POR FAVOR MI VIDA HÁBLAME!- Dije al darme cuenta de que el grito había cesado.- ¡NAT!
-¡ALBI!- Gritó mi novia. Sabía que estaba llorando. Corrí como nunca en mi vida en dirección al pasillo. Cuando llegué al principio de este, vi a Nat salir de una habitación.- ¡ALBI!- Gritó. Estaba fatal, tenía moretones y sangre tanto seca como reciente por el cuerpo. Intentó acercarse a mí con pasos torpes cuando sus padres salieron del cuarto. La agarraron con fuerza para devolverla dentro.
-¡NO NAT! ¡SOLTADLA JODER!- Les grité con rabia mientras la lágrimas caían por mi rostro.
-¡ALBI!- Me dijo llorando con fuerza, me mataba verla y oírla así.- ¡NO DEJES QUÉ ME LLEVEN! ¡TE NECESITO! ¡NO ME DEJES, MI AMOR!- Me suplicó mientras la metían en su habitación.
-¡NAT, NAT, NAT!- Le grité con fuerza. Intenté correr hacia la puerta pero cuanto más corría más se alejaba la puerta. Estaba desesperada, los gritos de dolor y terror de mi novia inundaban el pasillo. No podía dejarla allí tenía que llegar hasta ella. De pronto, las paredes empezaron a desaparecer.- ¡NO POR FAVOR NAT! ¡NECESITO VERTE!
Me levanté con sudores fríos por la espalda. Las lágrimas caían sin control por mis pómulos. Me incorporé en la cama y me pasé las manos por el pelo. Me giré con esperanza de verla dormida a mi lado. No había nadie, mi chica no estaba.
-Nat...- Susurré con un hilo de voz. Encogí mis piernas a la altura de mi pecho y lloré con fuerza. Rodeé mis piernas con los brazos y agarré con fuerza la camiseta de mi novia.- Te echo muchísimo de menos, mi amor.- Dije llorando con más fuerza. Hacía una semana que me la habían arrebatado. Una semana desde que sueño con ella. Una semana que me paso llorando todo el día. Una semana desde que no sé nada de ella.
