21. Aprender a ignorar

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Cuando las clases terminaron Mich me acompañó a recoger a Paola de la secundaria. Estábamos a unos minutos de que dieran el timbre que indicaba la salida cuando un grupo de niñas que salían de la secundaria de unas cuadras atrás me miraron sorprendidas pero enojadas a la vez.

«¿Es que acaso nunca dejarán de verme así?»

—Creo que te reconocieron. —comentó Mich cuando las niñas se alejaron, le dediqué una mirada fulminante a mi amiga y tapé mi rostro con ambas manos.

—Ni siquiera somos algo oficial y ya me están odiando. —me quejé y justo en ese momento el timbre sonó, levanté la mirada para ver si Paola venía y efectivamente se dirigía hacia mí con un claro gesto de irritación.

—Será mejor que nos vayamos de una buena vez, Emma. —dijo jalándome del brazo y llevándome a rastras hacia el auto de Michelle.

—Oye, tranquilízate. —le pidió mi amiga cuando estuvimos paradas junto al auto. —¿Qué te ocurre? —mi hermana soltó un suspiro y miró detrás de ella preocupada.

—Las chicas de mi salón no dejaban de acosarme por las estúpidas fotos que le tomaron a Emma con Alonso en el aeropuerto. Y por si fuera poco querían que les contara cómo fue que conseguí los boletos en primera fila y el M&G. —decía rápidamente mientras movía las manos frenéticamente.

Estaba furiosa.

—Debemos irnos. —pronuncié abriendo la puerta del copiloto, mi hermana y Michelle obedecieron y las tres subimos al auto.

—Y no se cansaban de preguntarme qué fue lo que sucedió durante el M&G, porque parece que alguien grabó lo que Alonso te dijo y ahora anda circulando en todo Facebook, Twitter e Instagram. —continuaba hablando Paola. —Emma, créeme que amo que quieras salir con Alonso y que él lo quiera también. ¡Pero aún no son nada y esto ya me está irritando! —miré a mi hermana por el espejo retrovisor y vi como se dejaba caer en el respaldo del auto.

—No quiero herir a Alonso de nuevo. —le dije y ella suavizó la mirada.

—No te estoy pidiendo que lo dejes, Emma. —dijo tocando mi hombro. —Solo estoy un poco frustrada por esto. No sabía que había fans tan intensas. —emitió una débil risa que me hizo sonreír.

—Deberán tratar de sobrellevar todo esto. —intervino Michelle estacionando el auto frente a nuestra casa. —Es sólo el inicio, chicas. Paola deberá aprender a ignorar a todas esas chicas y tú, Emma, deberás aprender a ignorar a todas las fanáticas intensas de tu chico.

—No es mi chico. —le recordé y ella sonrió.

—Aún. —pronunció provocando que me sonrojara un poco. —Así que, aprendan. Y no las estoy corriendo de mi precioso auto pero llevo un poco de prisa, tengo unos pendientes que atender antes de que llegue mi madre a casa. —rodó los ojos y Paola y yo bajamos de su auto.

—Gracias, Mich. —le agradecí cerrando la puerta del auto, ella me guiñó un ojo y se fue.

(...)

Por la noche, mientras terminaba las tareas, recibí una llamada de Alonso que no dudé en contestar.

—Hola. —dije cuando atendí la llamada.

—Hola, Emma. ¿Cómo estás? —preguntó claramente preocupado, seguramente ya vio el video que Paola me dijo.

—Siéndote sincera... —dije parándome de la silla de mi escritorio para acostarme en la cama mirando el techo. —Nerviosa.

—¿Nerviosa? Creí que estarías, no sé, ¿enojada? —lo escuché soltar un suspiro. —Creo que jamás te dejarán tranquila. Comprendo si no quieres verme o volver a hablarme. Tal vez te sientas abrumada con todo esto que te está sucediendo por mi culpa y lo lamento muchísimo.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora