23. Primer día

980 86 7
                                    

Cuando llegamos al aeropuerto eran cerca de las ocho de la mañana. Alonso y yo vestíamos un atuendo que no llamara la atención intentando pasar desapercibidos y no causar un escándalo más.

Los chicos me abrazaron y cargaron cuando me vieron llegar junto a Alonso quien les pidió amablemente que me pusieran en el piso. Le agradecí con una sonrisa pero no me molestó que lo hicieran.

Cuando llamaron nuestro vuelo e hicimos el chequeo necesario nos dirigimos a abordar el avión. Nuestros lugares eran algo privados lo cual agradecía ya que existía la posibilidad de que alguien nos viera juntos. Alonso se sentó junto a mí y me entregó una almohada para el viaje.

—La necesitarás, serán diez largas horas. —abrí los ojos sorprendida, Alonso me regaló una linda sonrisa y volteó a ver a Jos quien le estaba jalando el cabello desde atrás. —¡Oye, compórtate! —de fondo se escuchó la risa de Jos y la de Freddy haciéndome reír de igual manera.

Bien, después de todo creo que el viaje no será aburrido.

(...)

El avión estaba aterrizando y yo me encontraba totalmente nerviosa. Es mi primera vez fuera de mi país y, más que nada, estaba ansiosa por comenzar a curiosear en todos lados.

Sentí la mirada de Alonso junto a mi, lo miré y él me sonrió dulcemente.

—Te va a encantar, ya lo verás. —dijo poniendo su mano sobre la mía.

—No sé ustedes pero yo me muero de hambre, ¿podemos comer algo en el aeropuerto? —cuestionó Freddy desde atrás atravesando su mano entre Alonso y yo.

—Por supuesto que sí, pero quita tu mano. —respondió Alonso dándole un manotazo.

Los seis comenzamos a bajar del avión y nos dirigimos a recoger nuestro equipaje, en todo momento los chicos no paraban de hacerse bromas entre sí ni de molestar a Alonso especialmente.

Cuando todos tuvimos nuestro equipaje correspondiente nos acercamos a un lugar para poder rentar un auto y no gastar en taxis o cualquier otro medio de transporte que se usara aquí en Francia. Debo admitir que desde el momento en el que baje del avión percibí ese pequeño aroma que me anunciaba que ya no me encontraba en mi país, era difícil de explicar pero sin duda alguna se sentía la enorme diferencia. Además de que el frío era terrible por acá, y ni hablar del cambio de horario. Según los relojes locales eran cerca de las tres de la mañana y yo aún no tenía sueño.

Cuando el auto estuvo listo nos dirigimos al hotel en el que nos hospedaríamos, miraba por la ventana fascinada. A pesar de la hora aún habían muchas personas caminando y comiendo en diferentes restaurantes. En mi país estaría completamente solitario debido a la falta de seguridad, pero al parecer aquí la pasan bien en todo momento.

—Tengo hambreeeee. —continuaba quejándose Freddy en la parte trasera, yo iba de copiloto y Bryan de piloto.

—Es tarde, deberás comer alguna de esas barritas que empacaste. —le dijo Jos mirándolo por el retrovisor.

—¡Pero tengo hambre! Miren, aún hay restaurantes abiertos, supongo que podemos pasar y comer algo rápido. —miré de reojo a Jos quien rodó los ojos.

—¿Qué dices? ¿Quieres comer? —cuestionó dirigiéndose a mi, inmediatamente abrí los ojos sorprendida y volteé a mirar a Freddy quien asentía con la cabeza.

—Supongo, tengo un poco de hambre. —admití avergonzada, volví a mirar a Freddy quien ahora levantaba ambos pulgares en mi dirección.

Bryan sonrió y cambió la ruta para llevarnos a comer algo, escuchaba a Freddy quien no dejaba de parlotear sobre su hambre y la inmensa variedad de comida que debe existir aquí. En varias ocasiones Alonso se acercaba a mi y me preguntaba si me estaba gustando el viaje; aunque apenas acabamos de llegar siento que será el mejor viaje que haga en mi vida.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora