50 sombras no tan oscuras (I)

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Alba esperaba paciente, sentada en el carísimo sillón de cuero de su ex con una copa en la mano. En realidad, más del cincuenta por ciento del mobiliario del chalet había pertenecido a su ex, pero esa no era la cuestión. Hacía algo más de cuarenta y cinco minutos que había llamado, de modo que no tardaría mucho en llegar.

Se levantó impaciente, deambulando por la amplia estancia tomando otro trago para calmar los nervios. Volvió a contemplar su figura en el espejo, recreándose: el salto de cama lencero de color negro le sentaba como un guante, y la bata de seda del mismo color, exactamente lo mismo. Estaba perfecta, y lo sabía.

No tenía demasiado claro por qué había hecho la llamada. Bueno, sí lo sabía. En el fondo, lo necesitaba. Ya había pasado tiempo suficiente desde el divorcio y no estaba dispuesta a seguir amargada, marchitándose entre las cuatro paredes del lujoso chalet a las afueras de Elche en el que seguía viviendo gracias a su magnífico abogado. Aun así, no sabía si la urgencia con la que había marcado el número hacía un rato era lo más indicado. 

El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos. Se miró una última vez, colocándose los mechones en el sitio correcto. Inspiró profundamente, soltando el aire justo antes de abrir la puerta.

-Hola nena.- Alba enarcó una ceja, confusa. Una chica de metro ochenta, cabello corto y oscuro y vestida de traje se apoyaba en el marco de la puerta

-Perdón pero, ¿quién es usted? -  No entendía nada. No era la persona a la que esperaba ver

-Llamó a Fuckboy Agency, ¿no? – la chica respondía con seguridad

-Sí pero yo pensaba…

-No leyó bien el anuncio entonces – sonrió.- No se preocupe, suele pasar

-Pero… - estaba tan contrariada que era incapaz de expresarse con claridad – yo esperaba a un chico…

-Señorita, le aseguro que lo más probable es que haya leído mal el anuncio. Se lo mostraré, si me lo permite – Alba asintió. La morena sacó el móvil, pareciendo buscar algo - ¿Lo ve? – señalaba la esquina inferior derecha de la pantalla – De mujeres para mujeres.– Volvió a guardarlo, fijándose Alba en el tatuaje que cubría su antebrazo izquierdo

-No se preocupe. Le prometo que suele pasar más de lo que me gustaría. Si quiere me voy. Eso sí, lamento decirle que va a tener que pagar el trayecto. Vive bastante lejos – seguía sin perder la sonrisa.-  La dueña de la casa meditó la opción durante unos segundos. Estaba claro que no era lo que esperaba, y se sentía avergonzada. ¿En qué maldito momento pensé que era buena idea llamar a un puto? Y encima aparece una tía. Que eso sí, es muy guapa y parece que está muy buena, pero no era lo que esperaba

-No, no hace falta que te vayas. Ya que has venido hasta aquí… - se echó a un lado, dejándola pasar - ¿Cómo te llamas?

-Puede llamarme Olivia – esbozó una sonrisa seductora.- Alba cerró tras de sí para guiarla a través del recibidor hasta el salón en el que antes se encontraba. En qué momento se me ocurriría a mí esto. Bueno, si no voy a follar al menos voy a tener a alguien con quien hablar.- Disculpe, pero no la imaginaba de ese tipo

-¿Perdón? ¿A qué tipo se refiere? – el tono de voz denotaba cierta sorpresa

-De las que contrata este tipo de…servicios – En realidad, quería haber dicho “de las que llaman a un puto porque está desesperada”, pero no le pareció lo suficientemente adecuado

-¿Y por qué no? – la respuesta no le había sentado demasiado bien. Mientras la tal Olivia permanecía de pie en el centro de la estancia, recogió la copa de la mesa para rellenarla

-Porque es usted demasiado guapa como para tener que recurrir a eso.- No solía dar ese tipo de respuestas a las clientas. De hecho, acostumbraba a limitarse a hacer su trabajo, pero se le había hecho imposible contenerse. Alba era muy guapa; desprendía magnetismo y seguridad, además del morbo que le brindaban sus 35 años, al menos a ojos de la chica

-Gracias – esbozó confusa – Aunque no sé si ese tipo de comentarios agradan a la clientela

-Créame, les encanta – afirmó triunfante, dejándose caer en el mueble-bar

-¿Una copa? – ofreció, levantando la suya

-Se lo agradezco, pero no. Prefiero estar sobria cuando trabajo, y especialmente cuanto contratan el servicio extendido

-Ah, ¿yo he pedido eso? – A esas alturas, Alba no estaba segura de nada de lo que había hecho. A saber cuántos errores más habría cometido por ir a la desesperada

-Cinco horas, ¿no es así? Es la información que me han pasado

-Eh…sí - Dios de mi vida, cinco horas. Y yo pensaba que iba a pasarlas revolcándome con un chulazo en la cama. Hay que joderse.- Y…¿qué más le han pasado?

-Usted pidió el servicio extendido con el pack Sin límites

-Sí, cierto - ¿Qué coño es el pack Sin límites? ¿Qué he pedido?

-Pues usted dirá – se desabrochó la chaqueta del Armani, debajo de la cual llevaba una camisa blanca bastante ceñida

-Tómese una copa, la va a necesitar

-Como guste.– Dio un par de pasos en dirección a la que sería su dueña durante las próximas horas, quedando inusualmente cerca de ella. Alargó la mano hacia la estantería que quedaba sobre su cabeza para coger un vaso, de modo que Alba quedaba a la altura de su pecho. Ésta notó su boca secarse al ver cómo los pezones de Olivia se marcaban en la tela de la camisa. La chica giró sobre sus brillantes zapatos italianos para alcanzar la botella de Jack Daniel’s que quedaba a su derecha

-Ya que vamos a pasar juntas las próximas cinco horas, creo que lo más conveniente es que nos tuteemos, Olivia – bebió de nuevo. Es que me paro a pensarlo y es to’ fuerte. Madre mía

-Perdone, pero no es algo que acostumbre a hacer

-Bueno, pues hoy lo vas a hacer – decidió

-Como quieras, Alba. Si así te pone más… - le guiño un ojo. Alba sintió su interior sacudirse por completo, intimidada por la penetrante mirada de la chica

-Yo no he dicho…

-Por cierto. Tengo las cosas en el coche. ¿Te importa que vaya a buscarlas ahora?

-No, claro.- Olivia desapareció de su vista, dejándola aún más confusa si cabía. ¿Las cosas? ¿Qué cosas? No tardó más de cinco minutos en volver con una gran maleta negra en la mano. La depositó en el suelo con cuidado bajo la atenta mirada de Alba. Extrajo de ella un par de cuerdas de diferente grosos y un juego de esposas

-Un momento, un momento. ¿Para qué es todo eso? – Esta vez era Olivia la que ponía cara de no entender nada

-Es lo que ha pedido

-Dios santo - Alba sentía que se le había ido de las manos. Se llevó una mano a la sien, masajeándola suavemente

-No te preocupes. A la mayoría de mujeres les da vergüenza reconocer que les gusta, pero te aseguro que ofrecemos discreción total - intentó sonar segura y convincente, tal y como había hecho decenas de veces

-Olivia, creo que no va a ser necesario… - estaba tan abrumada que no sabía cómo decirle a la chica que no tenía intención de hacer nada con ella a parte de hablar y que podía guardar todo aquello

-Bueno, yo lo dejo todo preparado por si acaso.- Alba se acercó hasta ella, tendiéndole la mano para que se levantara y la siguiera hasta  el sofá. Cogió la copa al paso y se sentó junto a la dueña de la casa

-¿Qué clases de mujeres suelen contratar tus servicios? – preguntó, tratando de hacer llevadero el tiempo restante

-Uy, pues de todo tipo. Mujeres jóvenes, maduras, más o menos atractivas… - soltó, haciendo un pequeño recuento

-Y, ¿todas eran…? – dudó de si debía preguntarle eso

-¿Eran…? – Olivia no terminaba de entenderla

-Pues…como tú. Lesbianas – soltó segura, aunque sin poder evitar sonrojarse

-Alba, yo no soy lesbiana – carcajeó ante la vergüenza de la mujer

-Ah. ¿no? – preguntó incrédula

-No. Soy bisexual.- Chasqueó la lengua de forma sugerente, provocando que la otra se encendiera cual cerilla

-Eso está…bien – titubeó nerviosa

-¿Cómo de bien? – arqueó una ceja, acercando su cuerpo cada vez más al de Alba

-Pues muy bien. Cada uno con sus gustos.- Su mirada viajaba una y otra vez desde los labios de Olivia hasta los pezones, que seguían visiblemente marcados

-¿Y cuáles son los tuyos? – sus labios ya casi rozaban la oreja de la rubia

-A mí es que no… - notó su cuerpo estremecerse por completo – no me va… - la mano de Olivia se deslizó por el interior de su muslo

-¿No te va…? – deslizó la lengua por su cuello, dejándolo levemente húmedo

-Esto, Olivia. Esto – Se levantó tan agitada que casi derrama la copa

-¿La seducción? Vale. Nos la saltamos – Olivia se incorporó, comenzando a desabrocharse la camisa. Alba sujetó sus manos antes de que continuase, deteniéndola cuando algo más que el escote quedaba ya a la vista

-¡Que no, coño!

-Ah, pues no nos la saltamos. Decídete

-Yo estoy muy decidida

-¿Decidida a qué? – arqueó una ceja, dedicándole una media sonrisa

-¡Para!

-Si no he hecho nada

-Intentar…seducirme

-¿Empezamos otra vez? – rio

-Olivia. Eres muy guapa y es evidente que eres atractiva – apuntó. Se llevó la mano a la frente, tratando de poner sus pensamientos en orden -. Pero yo esperaba estar revolcándome con un maromo de metro ochenta durante toda la tarde

-Bueno, el metro ochenta lo tengo. ¿Qué más necesitas? Si lo dices por – apuntó en dirección a la bragueta – en la bolsa hay… - Su dedo señalaba ahora hacia atrás

-Que no me acuesto con mujeres

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Primerita parte. En principio serán dos, pero si se alarga mucho quizás sean 3. Espero que os guste

Sergio XO Tw: @Srgio_Aguilar

Tú a Londres y yo a Valencia Where stories live. Discover now