50 sombras no tan oscuras (II)

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-Alba…

-¡Qué!

-Te…está sonando el móvil

-Joder. Voy.- No se había dado cuenta que llevaba un rato vibrando encima de la mesa. Bebió de un solo trago el resto de la copa antes de descolgar

-Manolo, ¿qué quieres ahora? – respondió exasperada. Olivia la observaba, curiosa

-He visto un coche aparcado delante de la puerta de casa

-Mi casa – puntualizó

-¿De quién es? 

-¿Y a ti que te importa? – Se balanceaba nerviosa, tentada de salir para que la chica no escuchara la conversación

-¿Tan desesperada estás que ya te estás buscando a un putito? – se mofó -. Desde luego, no tienes remedio.- Alba esta a punto de explotar, y lo que había bebido tampoco es que ayudara mucho

-¡Es una tía, pedazo de gilipollas! ¡Y me pienso acostar con ella! – Durante unos instantes nadie dijo nada. Manolo rompió a reír

-Seguro que sí, Alba. Seguro

-Valiente gilipollas.- Lanzó el móvil a donde hacía unos instantes escapaba de las caricias de Olivia

-Perdona, no quiero meterme pero…

-Era mi ex marido, sí – bufó, pasándose una mano por el pelo

-Entiendo

-Vamos – tiró de su mano con urgencia en dirección al dormitorio

-Alba espera.- Incluso siendo más alta, le costaba seguirle el ritmo -. ¿Estás segura?

-Completamente.- Cerró la puerta con energía, dejándose caer en ella para tirar de la camisa de Olivia hacia si. Ésta colocó las manos a ambos lados de la cabeza de Alba, acortando notablemente la distancia entre ambas. La repentina agresividad de la rubia la estaba encendiendo

-¿Seguro que…?

-Olivia. Si no lo hago ahora, no lo haré nunca.- La había hecho callar posando el índice en sus labios -. Así que haz el favor de que se me olvide que soy hetero

-Te vas a olvidar hasta de mi nombre – susurró, prácticamente sobre su boca

Sus labios atraparon los de Alba con lentitud, dejando que la rubia se recreara en ellos con gusto. Sin embargo, no tardó en besarla con más ímpetu, lanzando su lengua a la caza de la de Olivia, que no tardó en aparecer presentando batalla. Ésta la agarró por la cintura, aupándola hasta tener las caderas rodeadas por sus piernas. La empotró con fuerza contra la superficie, besando y succionando la piel del cuello con urgencia, a lo que Alba respondía hundiendo las manos en su pelo con desesperación. Las manos de la morena campaban a sus anchas bajo la única prenda que llevaba además del tanga, arrancando gemidos de su boca según apretaba más o menos sus pezones.

-Llévame a la cama – pidió, notando cómo la humedad que sentía comenzaba a traspasarle la ropa interior. Olivia asintió con ganas

La dejó caer con cuidado sobre el colchón, deslizando las palmas de las manos por sus muslos desnudos. Se puso a su altura, perfilando con la punta de la lengua primero sus facciones y luego su clavícula. Alba se retorcía con impaciencia. De un tirón, abrió la camisa de la morena, revelando para su agrado un abdomen perfectamente marcado. Podría lavar la ropa en esos abdominales todos los días sin cansarme, y eso que tengo lavadora. Cogió una las manos de Olivia, llevándola hasta su centro sin perder tiempo.

-Olivia – soltó entre gemidos
-Mmmm – tenía la boca ocupada en uno de sus pezones

-¿Dónde están los…? – notó un leve mordisco que la hizo enmudecer

-Abajo

-Ve a buscarlo. Rápido.- Se irguió rápidamente, dejando un leve beso en su muslo antes de salir corriendo escaleras abajo

Dios mío, cómo me pone. Metió los dedos bajo la tela del tanga, corroborando lo que pensaba. Ni que fuera yo las Fallas. Estoy ardiendo, pensó, proporcionándose placer a la espera de que la otra volviera.

Abrió los ojos de nuevo al escuchar la puerta y el sonido de una maleta cayendo a un lado de la cama. Se incorporó para mirarla; seguía con la camisa desabrochada. Al incorporarse, apreció que los oblicuos también se le marcaban, provocándole una nueva subida de temperatura. Olivia se sentó a horcajadas sobre ella, con un juego de esposas en la mano.

-¿Qué es…? – apreciaba un leve bulto en la bragueta del pantalón -. Oh, entiendo – sonrió con picardía aún más cachonda que antes, habiendo adivinado por sí misma la respuesta. La morena correspondió la sonrisa

-Según lo que has pedido… - comenzó

-Mira, – dio un tirón de su camisa – no sé qué coño he pedido ni me importa con tal de que me hagas correrme como una loca. ¿Estamos?

-Estamos – de no haber sido por la experiencia que tenía, no habría pronunciado ni las dos primeras letras -. Pero aquí, las órdenes las doy yo – aclaró, autoritaria. Dicho esto, colocó con agilidad el artefacto alrededor de sus muñecas y posteriormente en el cabecero de la cama

-¿Por qué pone N.L.? – A pesar del calentón, Alba había reparado en que las esposas tenían un grabado

-Porque – se deslizó hasta llegar al abdomen, dándole leves mordiscos en las caderas – mi nombre real es Natalia – dio otro par

-Ah – soltó entre gemidos, encogiéndose

Siguió el contorno del tanga con la lengua, dejando que se colase de vez en cuando hacia su pubis.  Descendía a medida que se deshacía de la prenda, a punto de llegar a su humedad. Antes de poder hacerlo ella, Alba ya había abierto las piernas y cerrado los ojos.

-Mírame – espetó, situándose en el centro, completamente pegada a ella

Natalia realizaba movimientos hipnóticos, deslizando con extrema sensualidad la mano por los abdominales hasta la cintura del pantalón sin dejar de mover las caderas, provocando un roce constante con la entrepierna de Alba. Ahora volvía a subir, revolviéndose el pelo mientras le clavaba una mirada de puro deseo. La deseaba, muy por encima de sus límites profesionales. A diferencia de la cantidad de veces que había tenido que follar por dinero, Alba le ponía, le resultaba una mujer tremendamente atractiva; cada centímetro de su cuerpo anhelaba acostarse con ella.

Las caderas de la rubia replicaban con insistencia siguiendo los movimientos de Natalia, empapando cada vez más su bragueta; le habría metido la cabeza entre las piernas hacía rato de no ser por el agarre. Sin detenerse, sus largos dedos pasaron a acariciarle el clítoris en círculos con lentitud, volviendo aún más loca a Alba. Extendió el anular, deslizándolo entre sus pliegues una y otra vez, arriba y abajo, rozando la entrada en cada movimiento.

-Natalia, por favor – rogó sofocada

- ¿Por favor qué, Alba? – se burló levemente, llevándose a la boca el dedo con el que antes la tocaba para saborearla

-Que por favor me folles – bufó, pegándose más aún al bulto de la morena

Bajó la cremallera de la bragueta, recostándose con cuidado sobre Alba para volver a besarla. Ésta se estremeció, notando el arnés resbalar gracias a sus fluidos. Apretó contra él, a punto de rodearla con las piernas. Natalia se lo impidió, volviendo a dejarla a su merced. Buscó primero el clítoris, ya hinchado, succionando y lamiendo con ganas, provocando que Alba se elevara; no podía usar las manos, pero sí moverse. Se aferró a su cintura, profundizando un poco más en los movimientos. Bajó un poco más, disfrutando de la humedad hasta meterle la lengua todo lo que pudo. Alba gemía cada vez más y con más fuerza. Quería aguantar, pero la chica no se lo estaba poniendo nada fácil, mucho menos cuando notó el cambio, siendo ahora un par de dedos los que la penetraban a un ritmo constante.

-Olivia joder. Osea Natalia. Perdón – rectificó abochornada. Ya no era capaz de pensar con claridad

-Llámame como quieras – rio. Alba notó el aire caliente golpearla, haciéndola estremecer -. ¿Qué?

-Que como sigas así no te va a dar tiempo a… - su tono era un tanto vergonzoso a pesar de la excitación

-¿A follarte bien fuerte con esto? – Acababa de correrse mentalmente con esa mirada y ese tono -. Claro que me da

Notó de nuevo el arnés, esta vez buscando entrar. Natalia lo introdujo de un solo movimiento, arrancándole un gemido potente. Se movía con precisión, con acometidas firmes al tiempo que se deleitaba besándole el cuello. Alba chorreaba cada vez más. Necesitaba más. Como si le hubiera leído los pensamientos, Natalia aumentó el ritmo. Cada vez más fuerte, a la misma velocidad, alentada por la lengua de Alba jugando con su oreja. También ella notaba cómo le ardía la entrepierna; estaba deseando que se corriera. Sus contracciones aumentaban, lo cual indicaba que no le faltaba demasiado.

-Voy a… - anunció con la respiración entrecortada

-Hazlo. Di mi nombre cuando te corras, Alba – ordenó, embistiéndola con brusquedad

-Joder. ¡Natalia! – gritó, notando las primeras convulsiones del orgasmo. Natalia buscó sus labios, besándola con ganas. Se colocó junto a ella, liberándole por fin las manos. La rubia la rodeó por el cuello, atrayéndola para volver a besarla. Eso complicaba que volviese a respirar con normalidad

-No se te ha olvidado cómo me llamo – apuntó, sonriendo. Otro beso más

-No – sus comisuras también se elevaron, devolviéndole el gesto -. Pero aclaremos una cosa: igual hetero no soy

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⏰ Last updated: Aug 20, 2019 ⏰

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Tú a Londres y yo a Valencia Where stories live. Discover now