Capítulo 5.

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Nos sentamos en el sofá de la sala a ver un par de películas, ella lucía hermosa aquella noche. Su cabello castaño brillaba con la luz de la luna que atravesaba la ventana, sus ojos eran marrones, sus labios dejaban ver el poco labial rojo que le quedaba de aquella noche. Anastasia era la chica más hermosa con la que me pude haber topado, su mano entrelazada con la mía y su cabeza recargada en mi pecho, recostados en el sillón, parecía que encajábamos a la perfección, como si estuviéramos destinados a estar juntos desde hace años.

Estar con ella me hacía sentir en otro mundo, en uno en el que solo existíamos ella y yo y nadie más podía entender lo que nosotros teníamos. Todo era perfecto a su lado. Todo cobraba sentido. Desearía haberla encontrado antes; pasar cada segundo de mi vida con ella es lo que más quiero ahora. Anastasia se ha convertido en un pedazo de mí ser; no creo que alguien nunca, alcance a entender todo lo que yo siento por ella,  la manera tan pura en la que me he enamorado de su sonrisa, de sus ojos al verme, de su movimiento al caminar. No espero que nadie quiera a alguien de la manera tan incondicional en la que yo quiero a Ana, no creo que haya un ser humano capas de enamorarse de esta manera de alguien, pues ni siquiera yo sé cómo me ha pasado esto… es como si me encontrara hechizado. Pero yo no quería que esta magia se terminara nunca.

 

-¿En qué piensas Bill?- le pregunté cuando terminamos de ver Romeo y Julieta. Él se encontraba pensativo mientras me veía caminar hacia el televisor para quitar la película.

-En ti- me contestó y me sonrojé.

-¿Y qué hay conmigo?

-Ana… eres hermosa. Te quiero-. Dijo y de un segundo a otro se encontraba parado en frente de mí tomándome de la cintura acercándome más y más a él.

Puse ambos brazos por encima de sus hombros, rodeando su cuello, mis manos jugaban con su cabello y luego de quedarnos así un par de minutos solo viéndonos a los ojos, él me besó. Fue un beso tan tierno que creí que era un sueño, sus labios con los míos causaba un especie de choque entre mis nervios, me hacían perder el control de mí misma. Lo abracé más fuerte juntándolo más a mi cuerpo y salté para enrollar mis piernas en su cadera. Él las tomó para que no me cayera y caminó hasta la habitación sin parar de besarme. Me estampó contra la pared mientras cerraba la puerta y siguió caminando hasta mi cama. Bill se encontraba encima de mí, besando mis labios mientras paseaba su mano izquierda por mi pierna derecha. Estaba en mis cinco sentidos, y estaba segura de que, lo que venía después era lo que quería, con Bill sería perfecto e inolvidable. Pero no pude evitar detenerme.

-Bill…- dije separándolo de mí un poco y él se detuvo en seguida.

-Lo siento, vamos rápido, lo sé.

-¡No! No es eso… solo quiero saber que nada cambiará después de esto, de que me seguirás queriendo igual.

-¿Qué dices Anastasia? Claro que todo va estar bien. Mejor que nunca.

-Bill… tengo miedo- admití y él me sonrió.

-¿Miedo de que Ana?- dijo sin dejar de sonreír, viéndome a los ojos mientras acariciaba mi cabello.

-Dicen que duele.

-No haré nada para lastimarte. ¿Lo sabes? Si no estás lista, podemos esperar… contigo no tengo prisa.

No, no quería detenerme. Nunca tuve una madre para que me dijera que entregarme a alguien sería la mayor decisión de mi vida, y tenía que saber que, quien fuera que tuviera el privilegio de estar conmigo por primera vez, tenía que ser alguien que me hiciera sentir segura con tan solo verme a los ojos. Nadie me lo había dicho, pero eso sucedía con Bill. Estaba segura de que no había nadie más indicado que él para mí… volví a besarlo, esta vez; segura de lo que estaba haciendo y que era lo que quería.

Besos de ángel & Deseos de demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora